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Reportaje:

"Adiós, Cataluña, hasta otra vida"

Albert Boadella anuncia que no volverá a actuar nunca ante el público catalán porque le ha hecho un boicoteo "peor que el del cava"

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"Adiós, Cataluña..., hasta otra vida". Subido a una embarcación en el puerto de Barcelona en unas aguas especialmente movidas -estos días en Cataluña había mar de fondo-, Albert Boadella quiso acabar así el acto de presentación de su último libro ante la prensa, que, en realidad, fue una despedida de la escena catalana. "No volveré a actuar en Cataluña porque aquí existe un problema de libertad", señaló el dramaturgo y director de El Joglars.

El libro, que ganó el Premio Espasa de Ensayo 2007, lleva por título Adiós, Cataluña. Crónica de amor y de guerra y según explicó el autor "el título no es metafórico, sino que se trata de un título absolutamente literal". Boadella dijo haber pasado por varias etapas en su relación con su tierra natal, que van desde sus querencias iniciales por la "tribu" -calificativo con que el dramaturgo suele referirse a los nacionalistas- hasta la comprensión del "fraude que supone la ideología catalana dominante", y apostilló que ha llegado un punto en que Cataluña le importa "menos que Birmania".

"No es normal que llenemos en Madrid y que en Barcelona no vaya nadie a vernos"
"Seremos como una empresa que fabrica calcetines en Taiwan, pero no los vende allí"

Boadella realizó el anuncio de su despedida a bordo de una golondrina en navegación frente al puerto de Barcelona y la elección de tan insólito escenario respondía, según explicó, a su voluntad de que la presentación no tuviera lugar "en territorio catalán", lo que da cuenta de hasta qué punto está dolido y enfadado con sus paisanos.

Boadella estableció una comparación entre el sabotaje del que, según él, son objeto sus obras teatrales, así como el resto de sus apariciones públicas en Cataluña, y el boicot que sufrió el cava catalán en el resto de España cuando se estaba negociando el nuevo Estatuto. "Lo que ocurre con Els Joglars en Cataluña es peor que el boicot al cava catalán, porque por lo menos en aquel momento nadie dijo que el cava catalán fuera malo, mientras que de mis obras sí se ha dicho que son malas", dijo el polifacético director, que cuando presentó su última obra, En un lugar de Manhattan, en la sala grande del Teatre Lliure, a principios de 2006, no consiguió llenar la mitad del aforo y fue uno de los espectáculos con menor índice de ocupación del teatro. "Lo que no es normal es que hayamos estado llenando el teatro Albéniz de Madrid día tras día y que luego vengamos a Barcelona y no nos vaya a ver ni un alma", añadió.

El libro motivo de la presentación gira en torno a "dos aspectos fundamentales" de la vida del autor. Uno es el amor a su mujer, que indicó era lo que más le importaba. "Éste ha sido el verdadero eje de mi vida y no el arte ni la política ni cualquier otra actividad", aseguró. El otro aspecto es su combate contra el nacionalismo, guerra esta última en la que aseguró haber capitulado. "La guerra está definitivamente perdida, aunque debo reconocer que ha sido una derrota placentera", ironizó Boadella.

El dramaturgo aseguró que la polémica en torno a la feria de Francfort le importa "un comino" y añadió al respecto que las manifestaciones de "catetismo provincial no son de su gusto". Acto seguido, definió la situación de Cataluña como de "feudalismo regional" y denunció "la prepotencia de un poder que quiere degradar a un artista hasta conducirlo a la muerte civil". Asimismo lamentó que "los ciudadanos han contribuido a la propagación de la epidemia endogámica del nacionalismo, algunos por acción y otros por omisión".

Finalmente, Boadella valoró muy "positiva" la irrupción del partido político Ciutadans de Cataluña -"pese a tenerlo todo en contra, ha logrado obtener tres diputados en el Parlamento catalán", recordó- y deseó suerte a la ex socialista vasca Rosa Díez en su nueva aventura política al crear la versión estatal de Ciutadans.

Pese a despedirse de los escenarios catalanes, dijo, de forma definitiva y total -quiso dejar claro que no participaría en ningún acto público en territorio catalán-, el artista que seguirá viviendo en Pruït, un pequeño pueblo de la provincia de Barcelona cercano a Vic. "Me he llegado a lamentar no haber nacido, por ejemplo, en Madrigal de las Altas Torres", indicó, pero seguirá en su "casa de siempre" porque, señaló, "esta región tiene un clima sensacional y Els Joglars tienen aquí su infraestructura". El cómico aun estableció una última y peculiar comparación: "Seremos como una empresa taiwanesa que fabrica calcetines en Taiwan pero no vende ni un solo calcetín en Taiwan".

A la vuelta de la singular presentación-travesía marítima, el dramaturgo invitó a los asistentes a aprovechar la oportunidad para preguntar lo que quisieran, recordando con insistencia que la de ayer era la última vez que hablaría con los medios catalanes, por aquel entonces bastante mareados por la mala mar. "Con esta decisión de haber dejado de actuar en Cataluña me he quitado un lastre", añadió. Convencido de que su actual escasa audiencia catalana se debe no a un fracaso profesional sino a un boicot político del que el público se ha hecho cómplice, Boadella hizo el gesto y lo dijo: "Adiós, Cataluña".

Albert Boadella, ayer, en la <i>golondrina</i> en la que anunció su adiós de la escena en Cataluña.
Albert Boadella, ayer, en la golondrina en la que anunció su adiós de la escena en Cataluña.EFE
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