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El Ministerio de Sanidad y Consumo se ha comprometido a satisfacer en 2007 una de las grandes reivindicaciones de los últimos años para el Sistema Nacional de Salud: la implantación de la receta electrónica en todo el territorio español. La medida supone la modificación del documento en papel que todavía se emplea hoy para prescribir medicamentos. Así lo prometió Elena Salgado, ministra de Sanidad y Consumo, en la última Comisión de Sanidad del año pasado. Este proyecto estaba ya incluido en el Plan Estratégico de Política Farmacéutica presentado por el Ministerio de Sanidad a finales de 2004, pese a que los trámites no se han iniciado hasta hora.
Desde hace tiempo, diversas organizaciones médicas están solicitando un proyecto de estas características para "garantizar el uso racional de los medicamentos, regular la utilización de las nuevas tecnologías en la prescripción, evitar el fraude y garantizar la seguridad de los usuarios".
Uno de los aspectos más consensuados en este proyecto es el de la multiprescripción, que permitiría la receta de varios fármacos en un mismo documento y será válida para cuantos envases sean necesarios. En esta propuesta están de acuerdo la Organización Médica Colegial, la Red Española de Atención Primaria y la Plataforma Diez Minutos. Esta última agrupa a sociedades y sindicatos médicos que reclaman reformas para que cada profesional pueda dedicar como mínimo 10 minutos a cada paciente.
Los médicos de atención primaria calculan que dedican hasta un tercio de su jornada laboral en papeleo, equivalente al trabajo que supondría la contratación de 10.000 facultativos más de golpe.
Mediante la multiprescripción será posible aliviar la presión asistencial y la burocracia y se distinguirá entre productos sanitarios (como los pañales y el material de curas) y fármacos. El resultado más satisfactorio es que el usuario no tendrá que ir a la consulta a renovar recetas como sucede por el momento.
Durante estos primeros meses del año, varias comunidades autónomas han dado tímidos pasos en la consecución de este proyecto, como es Andalucía, que, según cálculos de esta comunidad, desde abril, más del 80% de los andaluces (2,5 millones de personas) se pueden beneficiar de la receta electrónica.
No obstante, el proyecto de la Comunidad de Madrid tiene un enfoque menos parcial y mucho más integral, en tanto que el dispositivo y los medios en marcha son más completos y ambiciosos, según fuentes de la Consejería de Sanidad de Madrid.
La Consejería y el Colegio Oficial de Farmacéuticos (COFM) de esta comunidad han firmado un convenio por el que se puso en marcha en marzo un proyecto piloto de receta electrónica que "supone la informatización integral del proceso de prescripción y dispensación de los medicamentos y contribuye a desburocratizar la atención sanitaria con el fin de reforzar la calidad asistencial".
Para la ejecución de esta empresa, que cuenta con una inversión global de tres millones de euros, el COFM desarrollará el software necesario para emular una oficina de farmacia virtual que actúa como pasarela e interlocutor único entre la farmacia real y la consejería, "garantizándose en todo momento la confidencialidad y seguridad de los datos que se manejan".
Este proyecto se desarrollará en tres fases hasta su definitiva implantación en 2008, según está previsto por la consejería madrileña. La fase piloto comienza sobre una muestra de 10.000 ciudadanos en el área sanitaria 8, que corresponde al suroeste de la región.
Del médico al farmacéutico con un solo clic
El punto de partida para el nuevo sistema es una red de centros de salud en la que casi en su totalidad (92%) está informatizado el proceso de prescripción. Se prescribe el medicamento por vía electrónica, ya sea por el médico de familia o el pediatra. A partir de ese momento, el paciente puede acudir a su farmacia y mostrar su tarjeta sanitaria o DNI. El farmacéutico comprobará la receta en el ordenador y dispensará el fármaco gracias a los datos del paciente facilitados por el COFM en su papel de interlocutor con la consejería. La receta electrónica se articula mediante un procedimiento informático por el que el médico prescribe la medicación y las pautas de administración mediante aplicación informática, al mismo tiempo que transmite la información a la farmacia por medios telemáticos. El paciente sólo recibirá una hoja de medicación en la que se detallan los medicamentos y las tomas, con el fin de que esté debidamente informado.
El escollo de la enfermería
Todos los cambios previstos en la nueva receta electrónica se están planteando sin que se haya resuelto un escollo, que para el Consejo General de Enfermería representa una importante reivindicación. La ley española del Medicamento prohíbe cualquier prescripción farmacológica que no sea realizada por médicos y odontólogos.
Sin embargo, el actual modelo asistencial de la atención primaria confiere un papel muy importante al personal de enfermería en el control y seguimiento de numerosos pacientes, especialmente algunos con patologías crónicas (como los factores de riesgo cardiovascular: hipertensión, diabetes, alteraciones de los lípidos, obesidad).
Este colectivo sanitario, que agiliza en el día a día de la práctica clínica la gestión de la prescripción, se lamenta de que la sanidad pública extrahospitalaria se paralizaría en gran medida si el personal de enfermería no tomara ciertas medidas sobre la aplicación de uno u otro medicamento en determinadas situaciones y se inhibiera del problema hasta que entrara el médico a resolverlo.
El Consejo General de Enfermería sigue reclamando que se elabore oficialmente un catálogo de fármacos que este colectivo pueda recetar a sus pacientes en ciertos supuestos y siempre con la colaboración del facultativo. Sin embargo, los trabajos de reforma que se están realizando en torno a la nueva receta electrónica no recogen por el momento esta problemática.
Menos tiempo, mayor seguimiento
Fuentes de la consejería madrileña aseguran que este proyecto, en el que se elimina la receta de papel, permitirá un importante ahorro de tiempo a los ciudadanos, a la vez que reforzará la seguridad en el uso de los fármacos. Del mismo modo, se conseguirá mejorar la efectividad de los tratamientos a partir de una asistencia más coordinada y eficaz. Los pacientes crónicos o sometidos a tratamiento de larga duración no tendrán que acudir repetidas veces a su centro de salud, como sucede con el sistema convencional, puesto que la renovación de la prescripción será automática y la dispensación la hará directamente la farmacia. Si el paciente no acude a recogerla en el tiempo estimado, el médico de familia será alertado con objeto de influir favorablemente en el cumplimiento terapéutico.
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