Cuando muere un cerdo
Algunos de los proyectos que se mencionan a continuación están siendo evaluados ya en Europa. Si los investigadores que los han desarrollado consiguen el visto bueno, muchos ganaderos podrían eliminar los cadáveres de sus animales de forma ecológica en la misma explotación. Incluso ver cómo una gallina acaba convertida en biogás.
- De conejo a biogás. Un par de cubas estancas de plástico poliéster (que resiste las deformaciones del terreno y evita grietas y filtraciones) es la base del proyecto del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo en colaboración con la Facultad de Veterinaria y el Hospital Clínico de la ciudad. Allí van a parar los animales abiertos en canal. Por cada kilo de residuos se va añadiendo una parte de un gel elaborado a base de algas, el mismo alginato que se usa como espesante de helados, purés. "El bioactivador que contiene el gel arranca y acelera el proceso de descomposición", explica Juan Bautista Lobera, director del proyecto. "A los 60 días en la cuba no queda más que un caldo orgánico". El líquido resultante puede añadirse al estiércol que se genera en la granja. "Apenas incrementaría en un 0,3% el volumen de estiércol en el caso de los cerdos, y en un 3% en el caso de los conejos".
Cabe también la posibilidad de hacer abono a partir de ese líquido (compostaje) aunque la opción mejor es la de convertir esos restos en biogás, fermentándolo en tanques, o en biomasa para generar electricidad. Aunque Lobera es consciente "de la escasez de plantas de biogás que hay en España".
- Bacterias entrenadas. El procedimiento científico que ha dirigido Baltasar Miñambres en una granja de cerdos en Toledo es prácticamente un clon del que ya se usa obligatoriamente en algunos países y en algunas ciudades españolas para enterrar a las personas. Se trata de un consorcio de bacterias entrenadas para devorar rápidamente la materia orgánica. Los animales se acumulan en una fosa a la que se añade este complejo bacteriano y agua, para que el proceso se acelere. Cada día se remueve de forma mecánica durante dos horas para homogeneizar el procedimiento y airear.
Con este sistema, como con el anterior, se evita la acumulación de cadáveres en la granja, porque se van tratando a medida que mueren. En unos 280 días se ha llenado la cuba y madurado el proceso. El líquido entonces pasa a una balsa donde se reduce (también por evaporación) de tal forma que, al final, el volumen inicial de cadáveres se ha reducido en 80%. "Eso ya es abono que se puede añadir perfectamente al campo o bien juntarlo con el estiércol y usarlo o hacerlo desaparecer cuando se limpie la granja". Miñambres dice que este procedimiento permite acumular los resto en la balsa hasta 10 años y sólo entonces hacer una limpieza. De los experimentos científicos seguidos durante meses se concluye que este sistema acaba incluso con la bacteria de la salmonella, presente en muchas ocasiones en el intestino del animal, aunque no sea el causante de su muerte.
- Abono para las plantas. Mercedes Sánchez Báscones ha dirigido el proyecto que la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de la Universidad de Valladolid ha desarrollado con la Asociación de productores de huevos (Aseprhu) y con Propollo en una granja de Guadalajara. Han añadido cadáveres de gallinas durante seis meses en distintos lugares de la fosa con diversas cantidades de cal. El procedimiento se siguió en abierto y en cerrado. "Añadimos un estructurante, que puede ser paja de cereal, serrín, gallinaza, en distintas proporciones y agua hasta alcanzar una humedad del 50%", explica Sánchez. En abierto es un proceso natural "por efecto chimena", un juego de aire frío y caliente que sube la temperatura a 70 grados y acaba con los patógenos. En un mes finaliza la descomposición y empieza la maduración hasta "obtener un compost como el de las plantas". Se desprende CO2 pero no hay metano ni sulfídrico y, si se controla bien la relación carbono-nitrógeno, casi no sale amoniaco. Sería como el estiércol de siempre.
En cerrado el proceso se haría en un arcón y se aceleraría porque se introduce el aire de forma artificial. "En cerrado ocupa menos sitio y es más rápido, pero el otro sistema es más económico aunque requiere más mano de obra, para voltear y airear", añade esta investigadora.
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