El exprimido Tolkien triunfa en caja
Los seguidores del autor de 'El señor de los anillos' critican la edición de su última novela 'inédita'
Llegó a las librerías españolas el pasado 17 de abril con una edición de lujo de 5.000 ejemplares. Duró poco. Desde entonces se han publicado tres ediciones más. En total, 50.000 ejemplares vendidos en un mes en España. "Un libro de Tolkien siempre se supera a sí mismo", aseguran en la editorial. Y más en este caso, cuando lo que se anunciaba en todo el mundo era "la última novela inédita de J. R. R. Tolkien".
En España se han vendido en un mes 50.000 ejemplares de 'Los hijos de Húrin'
La mayor parte de la historia aparece ya en libros anteriores y hay descuidos en la edición
Los hijos de Húrin (Minotauro) es, efectivamente, la última obra de John Ronald Reuel Tolkien (Suráfrica, 1892-Inglaterra, 1973). Pero parece que inédita, lo que se dice inédita, no es. "Ya conocía la historia de Los hijos de Húrin porque gran parte de ella se publicó fragmentada en Los cuentos inconclusos, en algunos volúmenes de La historia de la Tierra Media y resumida en El Silmarillion. Pero me ha gustado leerla en un formato unificado y con algunos fragmentos nuevos, no muchos, sin embargo", explica Ana Peris de Elena, lectora asidua de la obra de J. R. R. Tolkien y miembro de la Sociedad Tolkien Española (www.sociedad tolkien.org).
Christopher Tolkien, hijo del escritor, ha recopilado los pasajes de la leyenda de los hijos de Húrin desperdigada en varios volúmenes pero, esta vez, con un par de lecciones aprendidas: ha tocado lo mínimo el texto de su padre -quizás para no soliviantar aún más a los puristas que niegan la existencia de las obras en las que Christopher ha intervenido, es decir, la mayoría- y, así lo advierte en el prefacio del libro, ha prescindido de las notas al margen y aclaraciones que utilizó en obras anteriores y que, según él mismo ha reconocido, interrumpían demasiado la lectura.
Los lectores de toda la vida de Tolkien conocían de sobra la historia de los vástagos de Húrin; los que entre 2001 y 2003 sucumbieron a la trilogía cinematográfica de Peter Jackson -y al marketing correspondiente-, probablemente no. "El otro día en una reunión de la sociedad comentábamos que, en el prólogo, Christopher Tolkien advierte de que este libro está dirigido a aquellos que quieren conocer más de la obra de Tolkien, no a los que, como nosotros, ya hemos devorado todo lo que se ha publicado", apunta Ana.
La historia de los hijos de Húrin y la de su progenitor es muy trágica -pero que muy, muy dramática, insisten los tolkienistas consultados- y figura entre las favoritas de los aficionados a la literatura del autor británico. Para profanos, un apunte: esta historia sucede unos 6.000 años antes que El Hobbit o El señor de los anillos -las únicas obras que Tolkien publicó en vida- y se desarrolla en Beleriand, un territorio que ya había desaparecido de la faz de la Tierra Media cuando Frodo la recorrió en su empeño de destruir el Anillo Único.
"Evidentemente, para los aficionados de Tolkien y coleccionistas de todo lo que sale en las librerías con su nombre, se trata de una excelente oportunidad de adquirir un nuevo y bonito trofeo para la colección. Además, la historia versa sobre uno de los personajes más queridos por los tolkienistas, lo que resulta todavía más motivador", explica José Manuel Fernández Bru, también miembro de la sociedad tolkienista. Sin embargo, al nuevo trofeo le falta lustre, y en este punto casi hay unanimidad. "El libro tiene varios árboles genealógicos y en uno de ellos hay un error garrafal: en la Casa de Bëor, aparece Lúthien Tinúviel casada con Handir, en lugar de con Beren, su auténtico marido. En el mismo árbol, Tuor se casa con Handir (hija de Turgon), cuando en realidad la hija de Turgon, Rey de Gondolin, se llama Idril Celebrindal. En otro árbol, Handir es hermana de Turgon y se casa con Eöl, el elfo oscuro. En el mismo índice de capítulos, en el VII, al enano mezquino Mîm le cambian de nombre y le llaman Mîn", glosa Alejandro Serrano, codirector de la página web Fantasymundo. La mayoría atribuye estos descuidos a las prisas del lanzamiento mundial y, para que los errores se subsanen lo antes posible, la Sociedad Tolkien Española está preparando una recopilación de todos esos "despistes" para remitírsela a la editorial.
Aunque no todo son reparos: los tolkienistas se deshacen en halagos -"maravillosas", "hermosísimas"- para las ilustraciones, en color y en blanco y negro, de Alan Lee, experto en la recreación del universo Tolkien.
"Antes de las películas todo el que había leído a Tolkien era un friki", sentencia Ana Peris de Elena. "Hoy a Tolkien lo conocen en todas partes (aunque mucha gente sólo de las películas y ni siquiera haya tocado los libros). Después del boom era inevitable que tarde o temprano se aprovechase el filón, y me entristece porque me fastidia que algo tan hermoso como el universo Tolkien se convierta en un fenómeno mediático", añade.
Y es que los admiradores de Tolkien presencian su éxito con un cierto resquemor: lamentan que sea un fenómeno más mercantil que literario y que las ventas no hayan hecho más que negarle el respeto que se merece. "A Tolkien se le sigue considerando un escritor de segunda, aunque capaz, según las mentes pensantes de las editoriales, de movilizar a miles de adolescentes deseosos de literatura menor. Me temo que hay más perfiles de lectores y aficionados a las obras de Tolkien. En España, como en medio mundo, no se cree que esté justificado acercarse a él de una forma seria, con estudios y obras de planteamiento algo menos comercial", señala, claramente indignado, Fernández Bru. Su queja puede encontrar fundamento en un par de hechos recientes: ni Christopher Tolkien, ni su hijo y ayudante Adam, han concedido entrevistas a medios generalistas con motivo de la promoción del libro, al parecer, por el pitorreo que tienen a costa de su padre/abuelo. Y, de hecho, el rotativo británico The Guardian no ha hecho una crítica de Los hijos de Húrin, sino una parodia.
La traductora resuelve el pleito
El pasado mes de marzo la editorial Planeta y la traductora argentina Matilde Horne, que tradujo un total de 41 libros para uno de los sellos del grupo, llegaron a un acuerdo para regularizar la situación de Horne, de 92 años.
El acuerdo salda la deuda pendiente con Horne, que no había recibido dinero alguno de los derechos de autor por las traducciones que Planeta había explotado entre 2001 y 2006 -el grupo compró Minotauro, editora de toda la bibliografía de Tolkien, en 2001- y regulariza los contratos, hasta ahora inexistentes, de las traducciones publicadas por Planeta o uno de sus sellos. Desde el 1 de enero de 2007 en adelante, a Horne se le liquidará semestralmente el porcentaje de derechos que genere las ventas de las obras que tradujo para Minotauro.
Matilde Horne tradujo obras de Ray Bradbury, Ursula K. Le Guin, Stanislav Lem, Angela Carter, Doris Lessing y otros grandes autores, además de la segunda y tercera entrega de la saga de El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien junto a Luis Doménech. "Las partes están contentas y el acuerdo responde a la voluntad de la editorial de regularizar los contratos de todos sus traductores", asegura el traductor Andrés Ehrenhaus, vicepresidente de la Sección Autónoma de Traductores de Libros de la Asociación Colegial de Escritores de España (Acett) y que ha actuado como intermediario entre Planeta y la traductora. El único hecho que ensombrece ésta y, en general, todas las negociaciones entre traductor y editor es, según Ehrenhaus, la falta de transparencia en los métodos de control de las tiradas. "Siempre tenemos que aceptar las cifras que nos proponen las editoriales, no hay ningún organismo que garantiza su fiabilidad y, por tanto, el traductor se encuentra totalmente indefenso, ¿qué podemos hacer, contratar un detective?".
La comunidad traductora se muestra satisfecha por el acuerdo pero lamenta que todavía queden tantas matildes en situación irregular.
Babelia
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