Una 'birra' de 50 años

La Segarra tiene algo en común con Filipinas. Ambos lugares son idóneos para la obtención de agua y cebada, por eso la primera cerveza San Miguel española, una marca originariamente filipina, salió de una fábrica de Lleida hace 50 años. El viaje de una punta del mundo a la otra, con la receta a cuestas, la hicieron tres empresarios españoles.

La primera planta de la marca de cerveza española más internacional se creó en el barrio de San Miguel de Manila en 1890. Tras la pérdida de la colonia, los tres socios se llevaron el invento a España y, en 1946, crearon una nueva cervecera: La Segarra SA, independiente de su matriz filipina. La Segarra se llamó San Miguel en la década de 1950, con la firma de un acuerdo con San Miguel Corporation Filipinas. El primer botellín San Miguel Especial sale de la planta ilerdense en 1957.

De tipo pilsen -natural de Bohemia-, color oro pálido, sabor intenso, los 1,8 millones de litros de cerveza que producía entonces la planta de Lleida se han disparado a 170 millones de litros hoy. Y desde la primera birra San Miguel que se vendió fuera de España, en la década de 1960, la andadura internacional la ha llevado a bares de 35 países. Hoy, además, la compañía ha instalado en esta factoría su principal centro investigación y desarrollo (I+D), donde se han gestado atrevimientos como la cerveza sin alcohol o la cerveza sabor manzana. En los últimos seis años, se han invertido más de 38 millones de euros en la planta.

En su día, "se escogió Lleida porque la comarca contaba con unas características idóneas para la obtención de cebada y agua. Y la situación geográfica de la ciudad, bien comunicada por carretera y ferrocarril, fue determinante", explica la compañía.

A la fábrica catalana se sumó en 1966 la de Málaga y en 1970 otra en Burgos, que San Miguel compró al grupo hispanoholandés Gulder. El consumo creció gracias al boom del turismo en la década de 1960. Pero, durante la de 1970, tuvo que afrontar un reto: superar la estacionalidad de su consumo. En el caso de la cerveza, el problema era que los españoles "veían la cerveza como un refresco adulto para aplacar la sed en verano", sostiene la empresa, que trató de que calara en el mercado un mensaje contrario con este eslogan de la época: A mí no me olvidan. De su carrera por la internacionalización quedó otro que ya hoy es un latiguillo habitual: Donde va, triunfa.

En 2000, San Miguel dejó de caminar en solitario y se unió a Mahou. En total, la compañía ha pasado de producir 18.000 hectolitros de cerveza anuales a formar parte de un grupo que genera más de 11 millones de hectolitros y su plantilla de 25 trabajadores se ha incrementado hasta superar las 2.000 personas.