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Un espacio común iberoamericano para defender los derechos de autor

Editores, creadores y juristas reflexionan sobre la protección de la propiedad intelectual

Si Alejandro Sanz o Luis Miguel trabajan y producen desde Miami no es por una cuestión técnica sino jurídica, porque entienden que en Estados Unidos sus obras están más protegidas. Javier Cremades, presidente del I Foro Iberoamericano de Propiedad Intelectual (FIPI), ilustró ayer con este ejemplo la realidad de los creadores en los países de habla hispana y portuguesa. Fue tras la inauguración de un encuentro donde se pusieron sobre la mesa los desafíos sobre la propiedad intelectual en la Sociedad de la Información.

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"El talento puede escapar, hay que protegerlo"

Hay algo en lo que coincidieron los ponentes de este foro que se clausura hoy; en que resulta imprescindible lograr la armonización de los derechos de autor en el espacio común iberoamericano y en que deben entenderse como un instrumento esencial del desarrollo y crecimiento económico y social de estos países. Sobre eso giro el encuentro. También sobre el fenómeno de la piratería audiovisual, sobre la reproducción ilegal de libros y periódicos y sobre la creación y venta de contenidos a través de Internet, que el año pasado movió 5.000 millones de euros. Otras cuestiones de actualidad, como el canon digital se obviaron por polémicas.

- Música. Pese a las cada vez más elevados cifras de descargas musicales a través de Internet, la piratería musical en España no es equiparable a países como Paraguay o México, pero es imparable. Según datos de la SGAE, en los últimos cuatro años se ha multiplicado por cuatro. En 2003 se registraron 180 millones de descargas musicales y el año pasado, todavía con datos provisionales, se superaron los 800 millones. El secretario general del Grupo PRISA, Miguel Satrústegui, aportó un dato esclarecedor: el 60% de los CD en México son ilegales.

- Cine. Es "la locomotora de los bienes culturales", apuntó el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón, que planteó el debate en términos economicistas. "La cuestión es", dijo, "si los bienes culturales deben quedar fuera de los acuerdos comerciales o si son mercancías con un tratamiento específico". Trazó las diferencias entre "excepción cultural" y "diversidad cultural" y afirmó que la Convención de la Unesco es "el único paraguas internacional" que sirve para proteger los bienes culturales de los estragos de la piratería.

- Libros. La piratería de los libros es "una defraudación que a veces está consentida oficialmente" en algunos países, recordó Satrústegui. Citó el ejemplo de Brasil, donde se permite la fotocopia de libros que no están editados en el mercado local. Este caso pone de manifiesto "la fragilidad de los derechos de autor", que se ve agravada por las "insuficientes o difusas" sanciones para castigar la piratería. Satrústegui consideró necesaria la creación de nuevas técnicas jurídicas de propiedad intelectual y sugirió la puesta en marcha de una licencia iberoamericana (a la que denominó LIB) que tendría como objetivo fomentar la difusión de las obras de nuevos talentos en el ámbito musical y audiovisual y facilitar la puesta a disposición interactiva en la Red.

- Prensa. En nombre de la Asociación de AEDE, Jaime Castellanos, reclamó para los periódicos y las revistas el mismo trato que para la música, el libro o las creaciones audiovisuales. Recordó que los diarios se fotocopian tanto o más que los libros y sus contenidos se comercializan sin el permiso de sus legítimos propietarios de forma indiscriminada por empresas dedicadas a los resúmenes de prensa, el llamado press-clipping. En esta línea, el vicepresidente y consejero delegado de Vocento, José María Bergareche, abogó por llegar a acuerdos. "La reproducción del esfuerzo intelectual generado gracias a la actividad de una empresas editora y la obtención de ingresos a partir de ella nos autoriza a solicitar una compensación como editores", argumentó. Admitió que la proliferación de estas empresas ha provocado un descenso en la difusión de diarios y revistas.

El secretario general de la Fundación Autor, Francisco Galindo, se preguntó si la propiedad intelectual sirve para acelerar los procesos de desarrollo económico y analizó el reparto de los derechos de autor en el mundo. Europa encabeza el ranking (con el 60%), seguida de Estados Unidos y Canadá (14%), Japón (13%) y América Latina (2%). Un reparto que, según Galindo, "se ajusta a la distribución económica internacional" aunque este mapa encubre dos grandes "anomalías": China y Rusia, que se han convertido en "auténticos santuarios de la falsificación".

Miguel Satrústegui, Manuel Gutiérrez Aragón y Alfonso Ruiz de Assín, ayer, en  el foro.
Miguel Satrústegui, Manuel Gutiérrez Aragón y Alfonso Ruiz de Assín, ayer, en el foro.CLAUDIO ÁLVAREZ

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