El Congreso de EE UU rechaza el plan de Bush para enviar más tropas a Irak
La mayoría demócrata advierte que impondrá condiciones a los presupuestos de Defensa
El Congreso de Estados Unidos se dispone a dar el paso inusual y trascendente de criticar en plena guerra la estrategia conducida por el presidente de la nación y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Una resolución en contra del refuerzo de tropas en Irak y, por tanto, crítica con los planes militares en marcha, se aprobó ayer en la Cámara de Representantes, con 244 votos a favor y 182 en contra, y que puede avanzar hoy también en el Senado. Se trata sólo de una afrenta moral y política al presidente George W. Bush; la resolución no es vinculante, y el presidente, por tanto, puede ignorar su contenido y mantener el actual curso en Irak.
Pero la mayoría demócrata, que controla ambas cámaras del Capitolio, ha advertido de que éste es un primer paso y que, si Bush no escucha, el siguiente será el de la imposición de condiciones para aprobar el presupuesto para la guerra.
"Este país necesita un drástico cambio de rumbo en Irak y es responsabilidad de este Congreso consumar ese cambio", declaró el influyente representante John Murtha, veterano de Vietnam y presidente del comité de la Cámara que decide sobre los gastos militares.
La resolución votada ayer, que contaba con el respaldo demócrata más el de 17 republicanos, trata de hacer compatible las críticas a la estrategia de la Casa Blanca con el apoyo "a los miembros de las Fuerzas Armadas que han servido o están sirviendo valiente y honorablemente en Irak".
Preocupada por el riesgo de que esta resolución se vuelva contra el Partido Demócrata por parecer que ha dado la espalda al Ejército en un momento difícil, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, aseguró que ésta no es una medida en contra de los que visten uniforme, sino una iniciativa para protegerles de una política equivocada. El Partido Demócrata está discutiendo una iniciativa para condicionar la futura aprobación del presupuesto militar a ciertas garantías sobre el grado de preparación de los soldados en Irak, a la calidad de su equipamiento -recientemente se ha sabido que faltan meses para que todas las tropas en Irak dispongan de los adecuados chalecos antibalas- y a la obligatoriedad de que todos los que sirvan en Irak pasen un mínimo de un año en Estados Unidos antes de volver a ser destinados allí.
Todo esto es, en cierta medida, una forma de cogobierno de la guerra, lo que repugna a Bush. "Yo soy el que toma las decisiones", dijo recientemente. El presidente ha comentado en varias ocasiones esta semana que acepta y respeta el hecho de que el Congreso se pronuncie en contra de su política, pero que le parece sumamente peligroso el bloqueo del dinero que el Pentágono requiere para cumplir su misión en Irak.
Durante cuatro días de debates en la Cámara de Representantes, en la que han hecho uso de la palabra sus 434 miembros, ha sido posible comprobar la trascendencia de la iniciativa tomada. "Se ha acabado el tiempo de aceptar las promesas de esta Administración como una garantía: el precio humano que se ha pagado por confiar en esas promesas es demasiado alto", afirmó el congresista Rahm Emmanuel, una de las figuras más importantes del grupo demócrata.
En el campo opuesto, el republicano de California Duncan Hunter, también veterano de Vietnam, advirtió: "El enemigo quiere que los hombres y mujeres que llevan nuestro uniforme piensen que este Congreso no se preocupa de ellos. Aprendamos de nuestros errores, no podemos dejar el trabajo a medias, como hicimos en Corea, en Vietnam, en Somalia".
Algunos republicanos que han abandonado al presidente -con un ojo puesto en su próxima reelección- respaldan esta resolución porque creen que la guerra se ha desviado de su objetivo original, que era el de liberar Irak y entregárselo a los iraquíes. Pero la mayoría ve que, en definitiva, se está dando el primer paso para que EE UU se retire de Irak.
Mucho más si, finalmente, el Senado se une a esta misma resolución o alguna similar. Hoy se votará en la Cámara alta un procedimiento para permitir el debate sobre el texto de la Cámara de Representantes cuando el Congreso vuelva a Washington después de una semana de vacaciones. Incluso si esa votación no cuenta con la mayoría suficiente, los demócratas volverán a la carga en las próximas semanas.
Lo que está en juego es impedir que Bush tenga las manos libres para actuar de acuerdo a su solo criterio en Irak. Y, como advirtió ayer Pelosi y el jueves Hillary Clinton, tampoco en Irán.
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