La memoria de un miliciano
Eduardo Uribe, antiguo combatiente republicano, reúne en un libro sus vivencias en el frente vasco durante la Guerra civil
"No tomarán Bilbao". La portada de Euzkadi Roja del 14 de junio de1937 proclamaba lo imposible. Ese día, Eduardo Uribe Gallejones (Valle de Trápaga, antiguo San Salvador del Valle, 1918) descendía por las laderas del monte Artxanda hacia Bilbao, bajo el fuego de la aviación franquista, junto con lo que quedaba del Batallón de la UGT nº3 González Peña. Alguien le acercó un ejemplar de aquel periódico, el mismo que aún conserva enmarcado y que ahora comparte pared con los dibujos de sus nietos.
"Éste es mi cubil", dice con una sonrisa, refiriéndose a su "cuarto de trabajo" en el domicilio familiar del barrio de Romo (Getxo), una estancia repleta de libros y recuerdos que se amontonan alrededor de una pantalla de ordenador. Allí, este antiguo miliciano ha plasmado en papel su paso por el frente vasco durante la contienda civil y los cinco años de trabajos forzados con los que pagó su apuesta por el bando republicano. Aunque su intención inicial tan sólo era dejar constancia escrita de sus vivencias a sus hijos, la obra llegará finalmente a las librerías a finales de febrero bajo el título de Un miliciano de la UGT. Memorias (Ediciones Beta).
"Mis hijos me dijeron que si les escribía este relato, me regalaban un ordenador. Como tenía tiempo libre, acepté", resume al ser preguntado por los motivos que le impulsaron a escribir esta parte de sus memorias. "En mi casa no sabían nada de esto", dice en referencia a su pasado militar. "Cuando Felipe González sacó una disposición según la cual los que habíamos estado en el ejército podíamos pedir una pensión, decidí presentar la solicitud. Entonces mis hijos empezaron a interesarse por el tema", añade.
Sólo una casualidad cambió el destino de aquellas páginas, concebidas para que no transcendieran el ámbito familiar. Uribe coincidió con un miembro de la Asociación Sancho de Beurko, dedicada al estudio y difusión de la Guerra Civil en Euskadi. Sus responsables vieron en el texto un testimonio vivo y directo sobre aquel conflicto, lo completaron con notas y acotaciones históricas y pidieron a su autor que les permitiera editarlo. El resultado es un relato en primera persona de algunos de los principales acontecimientos de la contienda, como las batallas de Saibigain (Urkiola), Sollube y Artxanda, pero también de las penurias que sufrieron los miembros del bando perdedor que engrosaron las filas de los batallones disciplinarios. "No cuento hazañas bélicas", advierte su autor. Al contrario, el relato se detiene más en los pequeños detalles que dejaron su huella en la memoria de un muchacho 17 años, muchas veces aderezados por notas de buen humor. "Si a alguien le sirve para sonreír, aunque sea vez en cuando, ya me considero pagado", explica.
Quizá por eso estalla en una carcajada cuando cuenta que un mando quiso mandarle de vuelta a casa "porque no tenía la edad mínima y además no había armas para todos". Sólo pierde la sonrisa cuando se refiere a los compañeros que no vivieron para tener esa oportunidad, entre ellos Ángel Moreno, un amigo de la infancia que dejó la vida en el frente.
Vivir el presente
A pesar de haber escrito un libro de memorias, el antiguo miliciano prefiere mirar al futuro, "porque si el hombre hubiera nacido para mirar atrás tendría ojos en la nuca". "A lo que le doy más importancia es a las cosas que están pasando ahora, con tanta ETA y tantos nacionalismos. Entonces no había ni nacionalistas, ni comunistas, ni socialistas. Todos éramos antifascistas. Desde mi punto de vista, todos luchábamos por lo mismo", argumenta.
En ese sentido, reflexiona sobre el valor que puede tener su trabajo. "No sé si servirá para algo, pero debería servir. La historia muchas veces es un cuento, pero es algo en lo que deberíamos basarnos para no repetir los mismos errores. Y aquí se están cometiendo multitud de errores".
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