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El conflicto de Irak

Bush opta por la escalada militar en Irak

Yolanda Monge

George W. Bush ha optado por una escalada militar en su renovada campaña para pacificar Irak. Su decisión representa un desafío a la opinión pública, a la mayoría demócrata en el Congreso, a parte de sus correligionarios republicanos, a los iraquíes que no desean una mayor presencia de las tropas de ocupación e incluso a buena parte de sus propios jefes militares al anunciar que enviará 21.500 soldados más a luchar en Irak. Su decisión es una ruleta rusa. Si fracasa, las opciones que le quedarán serán muy pocas o ninguna. Los analistas políticos dibujaban ayer a un presidente que cada día se encuentra más aislado en la etapa final de su mandato.

El nuevo plan es rechazado por el 61% de los estadounidenses, según un sondeo de la cadena ABC y el 'Washington Post'
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Su decisión es una ruleta rusa. Si fracasa, las opciones que le quedarán serán muy pocas o ninguna. Los analistas políticos dibujaban ayer a un presidente que cada día se encuentra más aislado en la etapa final de su mandato.

Fue un error no haber mandado más tropas antes, afirmó el presidente, quien asumió toda la responsabilidad por lo sucedido y calificó de "intolerable" -para los iraquíes, para los estadounidenses y para él mismo- la situación que se vive en el país árabe. Bush trató de convencer a una escéptica opinión pública de que con el envío de más soldados -17.500 a Bagdad y 4.000 a la rebelde provincia de Al Anbar, al este de la capital-, "la vuelta a casa" de los militares estaría "más cercana".

Circunspecto, nervioso a ratos -llegó a equivocarse hasta cuatro veces-, Bush no dejó de reconocer los riesgos a los que se enfrentan sus hombres: "Incluso si la nueva estrategia funciona según lo planeado, los actos de violencia continuarán y debemos esperar más víctimas iraquíes y norteamericanas". Dicho esto, incidió en su planteamiento de que la escalada militar era la única opción posible. "Retroceder ahora conduciría a la caída del Gobierno iraquí, dividiría al país y desembocaría en asesinatos masivos en un número inimaginable", advirtió. El riesgo ante el que se sitúa el presidente con su nueva estrategia le coloca en la historia a la altura de la impopular medida tomada por Richard Nixon cuando ordenó a las tropas destacadas en Vietnam invadir Camboya en 1970. "Por la seguridad de nuestro pueblo, EE UU debe triunfar en Irak", sentenció Bush.

En su nuevo plan, Bush ha prescindido casi por completo de las principales recomendaciones efectuadas por el Grupo de Estudios para Irak presidido por el ex secretario de Estado republicano James Baker y el ex congresista demócrata Lee Hamilton. Nada de un calendario para poner fin a las operaciones de combate. Nada de poner en marcha una ofensiva diplomática para comprometer a Irán y Siria en la solución del conflicto. También reta a un Congreso dominado por los demócratas desde su victoria en las urnas el pasado noviembre, lograda, en parte, por los errores cometidos por la Administración de Bush en Irak.

Los demócratas afrontan ahora el dilema de cómo presionar a Bush por el desaguisado de Irak sin que puedan ser acusados de antipatriotas. Así, la idea de bloquear los fondos para el nuevo despliegue fue descartada ayer para centrarse en someter a la Casa Blanca a un auténtico escrutinio legislativo. La semana que viene los demócratas propondrán a votación de los senadores una resolución sobre si apoyan o no el incremento de tropas.

El nuevo plan de Bush cosechó el rechazo de la mayoría de los norteamericanos. El 64% de la opinión pública desaprueba su gestión, según un sondeo realizado la misma noche del discurso por la cadena ABC y The Washington Post; el 58% cree que la invasión no mereció la pena y sólo un 36% de ciudadanos se muestra a favor del nuevo plan frente al 61% que lo rechaza. Muchos son también los republicanos que han expresado sus inquietudes. Algunos incluso su rechazo al "nuevo camino" de Bush en Irak. "No creo que mandar más soldados sea la respuesta", dijo el senador republicano Sam Brownback. "Irak necesita una solución política más que militar".

Como parte de la campaña para vender la nueva estrategia, la Casa Blanca ha insistido en que "el nuevo camino para Irak" (como se llama el nuevo plan, que Bush debía haber presentado antes de la Navidad) ha sido en gran medida creado por el Gobierno del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki. Aun así, el presidente no se mostró muy convencido de que el político -de quien muchos temen que está intentando extender el poder de los chiíes sobre los suníes- cumpla con sus promesas, entre ellas la de poner a sus militares sobre el terreno. "El compromiso de EE UU no es ilimitado", dijo Bush, recordando al Gobierno de Bagdad que debe cumplir con sus obligaciones y asumir el control de la seguridad de sus 18 provincias antes de noviembre.

Las primeras tropas se disponían a partir ayer. El secretario de Defensa, Robert Gates, aseguraba que ignoraba cuánto se prolongará el "temporal" incremento de tropas ordenado por Bush. El presidente se desplazó a la base de Fort Benning, en Georgia, donde pronunció un discurso ante 4.000 soldados que pronto estarán en Irak. Y no les auguró una misión fácil. "La nueva estrategia tardará un tiempo en ser efectiva", admitió.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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