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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Inseguridad energética

Una nueva disputa entre Rusia y Bielorrusia, esta vez sobre el petróleo, ha llevado a interrumpir los suministros de crudo ruso a Polonia, Ucrania y Alemania, afectando también a Hungría y Ucrania. Tras lo ocurrido con Georgia y Ucrania, es la tercera vez en tres años, en pleno invierno y cuando las temperaturas vuelven a bajar, que las malas relaciones de Rusia con algunos vecinos ponen en peligro los suministros energéticos de una parte del resto de Europa.

El incidente no ha tenido un impacto inmediato, dado el nivel de reservas en los países de destino, pero indica cuán débiles son las bases de la seguridad energética de Europa. Alemania ha apostado por construir un oleoducto a través del Báltico por el que le llegue directamente el petróleo ruso, sin cruzar ningún otro territorio, lo que ha despertado las iras polacas. Puede ser una solución práctica, pero lo que se requiere es un ordenamiento más general, como la Carta Europea de la Energía que le propuso la UE a Putin para garantizar inversiones, producción y tránsito y que el presidente ruso ha rechazado prefiriendo acuerdos puntuales.

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A final de año Moscú le torció el brazo a Minsk en materia de gas, imponiendo un aumento del precio y adquiriendo la mitad de la empresa bielorrusa de transporte. Hace unos días, Rusia instauró un arancel cuantioso, de 137 euros por tonelada, por el paso de su crudo por Bielorrusia al estimar que ésta desviaba una parte hacia refinerías y reexportaba los productos con pingües beneficios. Finalmente, el Gobierno bielorruso decidió imponer a su vez un gravamen al tránsito de crudo, de 34 euros por tonelada, que Moscú rechazó por ilegal. Según Moscú, Minsk decidió cobrárselo "sifoneando" crudo, lo que llevó a la empresa Transneft, propietaria rusa del oleoducto de Druzhba (Amistad), a suspender el envío de petróleo, a la vez que la bielorrusa Belneftekhim cortaba su suministro en la frontera polaca.

El resto de Europa ha sido tomado como rehén de una nueva disputa entre ex soviéticos. Además de exigir el restablecimiento inmediato de los flujos, la UE debe mirar más lejos e incluir como elemento central de su política de vecindad, con sus ayudas, una garantía total para los suministros y transportes energéticos de los que es excesivamente dependiente.

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