Israel e Irán coinciden en la satisfacción por la desaparición de su acérrimo enemigo
Libia declara luto oficial durante tres días y los palestinos lloran a quien les apoyó
Los grandes enemigos de Sadam Husein: Israel, que recibió algunos de los misiles Scud lanzados por Irak durante la guerra del Golfo de 1991, e Irán, contra cuya Revolución Islámica libró una sangrienta contienda de ocho años de duración, se mostraron ayer "satisfechos" con el ahorcamiento del ex presidente iraquí. "La aplicación del veredicto judicial contra Sadam ha satisfecho a miles de familiares de víctimas en Irak, Irán y Kuwait", declaró el portavoz de la diplomacia iraní, Mohamed Alí Hoseini. "Ha hecho méritos para tener este fin", sentenció el viceprimer ministro israelí, Simon Peres.
Mientras, en Libia, el Gobierno lamentaba la "mascarada ilegal" que condenó a muerte a Sadam, que "era un prisionero de guerra que fue derrocado por las fuerzas de ocupación y no por su pueblo". El Gobierno libio decretó tres días de duelo nacional y anuló las festividades de Eid el Kebir.
La tristeza de los palestinos por la ejecución de quien sus últimas palabras antes de ser ahorcado fueron "¡Viva Irak y viva Palestina!" se palpaba en las calles de Yenín, donde muchas tiendas cerraron sus puertas en señal de duelo. Cientos de familias sacaron del trastero los retratos de Sadam y las banderas iraquíes para colocarlos, con orgullo, en los tejados, y en una de las calles de esta ciudad cisjordana se abrió de forma espontánea una "tienda de campaña de condolencias" para que los habitantes expresen su pésame.
Fares Yusef no oculta su llanto y desesperación al ver en las televisiones árabes a su ídolo con la soga en el cuello. "Sadam Husein vive y no le conseguirán matar incluso ahorcado. Su ejecución forma parte de la ofensiva de Estados Unidos e Israel contra el mundo islámico y árabe", dice, antes de recordar las noches de la primera guerra del Golfo, en la que Irak lanzó varias decenas de misiles Scud contra ciudades israelíes.
El presidente Mahmud Abbas optó por el silencio, pero Al Fatah y Hamás calificaron la ejecución de Sadam de "asesinato político de un mártir de la nación árabe". El diputado de Hamás, Musir el Masri, aseguró que "es la demostración de la política criminal y terrorista de Estados Unidos en su lucha contra los movimientos de resistencia". Mohamed Barguti, ministro de Trabajo del Gobierno islamista, afirmó: "Aunque muchas veces hemos estado en desacuerdo con Sadam, ejecutarle ha sido un error. Los palestinos nos sentimos unidos con los iraquíes".
Las reacciones israelíes fueron totalmente opuestas. El viceprimer ministro, Simon Peres, calificó a Sadam como "un dictador salvaje que usó la crueldad en primer lugar contra su propio pueblo. Ha hecho méritos para tener este fin". El número dos del Ministerio de Defensa, Efraim Sné, añadía: "Para Israel se ha hecho justicia retroactiva. Mi temor ahora es que el terrorismo se multiplique en Irak y traspase sus fronteras".
En parecidos términos se expresó el Gobierno iraní: "Sadam tenía un historial totalmente oscuro y cruel del que los crímenes contra los pueblos inocentes de Irak, Irán y Kuwait representan sólo una pequeña parte". Y sentenció: "El pueblo iraquí es quien ha vencido".
Sin embargo, en La Meca (Arabia Saudí), donde decenas de miles de musulmanes celebraban la Fiesta del Sacrificio, muchos de ellos criticaron al Gobierno de Bagdad por elegir este día sagrado para ejecutarle. "Es un insulto", gritaban peregrinos jordanos.
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