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Reportaje:

Londres ofreció negociar las Malvinas

Documentos desclasificados revelan que el Reino Unido temía una invasión argentina

El Gobierno británico se planteó importar agua desde Noruega y bombardear las nubes con productos químicos para paliar la gran sequía que sufrió el país en el verano de 1976, según revelan los papeles secretos desclasificados al cabo de 30 años y accesibles desde ayer en los archivos nacionales británicos. Otros documentos, también desclasificados ayer, ponen de relieve la magnitud de la crisis económica que heredó ese año el Gobierno de James Callaghan y los temores del Foreign Office a una posible invasión de las islas Malvinas si no se entablaban negociaciones con Argentina para ceder algún tipo de soberanía sobre ellas.

Los funcionarios de Whitehall no parecían entusiasmados con la idea de traer agua desde Noruega en barcos cisterna y tenían dudas sobre la conveniencia de atacar químicamente las nubes para producir lluvia.

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Sus alternativas, sin embargo, eran quizá aún más peregrinas, como la propuesta de construir diques en la bahía de Morecambe, en la costa oeste del norte de Inglaterra, para retener el agua dulce de los ríos antes de su llegada al mar. El Gobierno tuvo suerte porque a los pocos días, y durante un puente de vacaciones, los cielos estallaron con la ansiada lluvia y se acabó la peor sequía vivida por el país en 250 años. Ese mismo año, el Gobierno de Callaghan estuvo a punto de renunciar al programa de armamento nuclear Polaris porque su coste parecía inasumible.

Con la esterlina en caída libre y la economía por los suelos, los laboristas pidieron un préstamo de 2.300 millones de libras de aquel tiempo al FMI, pero éste exigía a cambio un agresivo programa de recorte del gasto público. El programa de armamento nuclear, que amenazaba con romper al Partido Laborista, estuvo por un tiempo amenazado para poder cumplir las exigencias del FMI. Aquella crisis, que en marzo le había costado el cargo a Harold Wilson, acabó sellando el regreso de los tories al poder de la mano de Margaret Thatcher.

Ironías del destino, Thatcher acabó afianzándose en el poder gracias a la guerra de las Malvinas tras la invasión de Argentina en 1982, que fue pronosticada en 1975 por el embajador británico en Buenos Aires, Derick Ashe, en documentos enviados al entonces jefe del Foreign Office y luego primer ministro, James Callaghan. Éste dio instrucciones a Ashe para que dejara entrever a los argentinos que el Reino Unido estaba dispuesto a negociar la soberanía de las Malvinas a espaldas de sus habitantes, aunque no iban a reconocerlo. Las conversaciones no cuajaron.

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