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Ian McEwan acepta que se inspiró en otro autor al escribir 'Expiación'

El escritor inglés niega haber plagiado a Lucilla Andrews para describir un hospital en guerra

¿Inspiración o plagio? Es la cuestión que planea sobre Expiación, la celebrada novela del respetado autor británico Ian McEwan. La polémica saltó este fin de semana en un artículo de prensa donde se acusa al novelista de "robar ideas" y modelar a la heroína de su obra a partir de la figura y de la autobiografía de Lucilla Andrews, prolífica escritora de novelas sentimentales. McEwan reconoce que recurrió a las memorias de guerra de Andrews sin llegar a copiarlas.

Ian McEwan respondió a las alegaciones de plagio en un artículo publicado en la primera página de la edición de ayer de The Guardian en el que da cuenta de las fuentes en las que basó Expiación. "Inspiración, sí. ¿Copié a otro autor? No", puntualiza en el título de su escrito. La novela retrata la retirada de las tropas británicas de Dunquerque ante el incontenible avance de las tropas nazis, en escenas de alarmante crueldad y violencia. Los heridos comienzan en los siguientes capítulos a amontonarse en un hospital londinense, donde trabaja la protagonista de la obra, Briony Tallis, una joven aspirante a novelista.

"Para algunas obsoletas prácticas médicas, ella fue mi única fuente y siempre le he estado muy agradecido", ha afirmado el autor
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Con motivo de la edición en castellano de la novela, en octubre de 2002, McEwan habló de su heroína como su "mejor creación de un personaje". "Hay mucho de mí en Briony", dijo de esta mujer ficticia que se inspira en Virginia Woolf al escribir su primer relato.

El dominical Mail on Sunday sugiere otra fuente de inspiración en la figura y experiencia de Lucilla Andrews, talentosa autora de las llamadas novelas románticas de hospital. "En cierto sentido, Briony está modelada en ella", señala en el artículo Natasha Alden, estudiante de Oxford que descubrió la conexión mientras preparaba su tesis doctoral en narrativa bélica. Hay aspectos coincidentes entre el personaje de McEwan y la trayectoria de la escritora. Andrews fue enfermera durante la II Guerra Mundial y atendió a los soldados heridos en Dunquerque en el mismo hospital que aparece en Expiación.

"Al autor de una novela histórica le puede ofender su dependencia del documento escrito, de las memorias e informes de testigos. En definitiva, de las palabras de otros escritores, pero no hay escape: Dunquerque o un hospital en tiempos de guerra se puede materializar novelísticamente, pero no se puede reinventar", admite el autor. "Insertar personajes imaginarios en acontecimientos históricos es un asunto inquietante y entrometido. Cierta libertad se compromete de repente. A medida que uno cruza y recruza las líneas entre la fantasía y el documento histórico, uno siente una pesada obligación a (respetar) una estricta exactitud", añade.

McEwan reconoce que se "inspiró" en los pasajes que Andrews rememora de sus tiempos de enfermera en su autobiografía No time for romance, publicada en 1977. "Para algunas obsoletas prácticas médicas, ella fue mi única fuente y siempre le he estado muy agradecido", observa McEwan en su respuesta a la polémica. Creyó zanjada su deuda en una nota de agradecimiento que incluyó en Expiación, y nombrándola en entrevistas de prensa durante la promoción del libro y en un especial radiofónico sobre la veterana escritora, autora de 35 novelas románticas. Nunca la conoció ni podrá aclarar con ella la controversia. Andrews falleció, con 86 años, el pasado agosto.

Julia Langdom asegura en su artículo para The Mail on Sunday que la prolífica novelista iba a cantarle las cuarenta a McEwan poco antes de morir. Se había tomado con humor la apropiación de sus vivencias, pero quería compartir parte de las alabanzas que acumula el respetado autor y su galardonada Expiación. "Mi único pesar es no haberla conocido", escribió ayer McEwan a modo de sutil disculpa.

La autobiografía de Andrews no es la única fuente de inspiración en esta historia de contrición y asunción de responsabilidades. McEwan se basó principalmente en las memorias de su padre, quien, según desvela en The Guardian, "nunca se cansó de contarme cómo le dispararon en las piernas con una ametralladora montada en un tanque alemán; cómo se juntó a un compañero al que habían herido en ambos brazos y cómo entre los dos consiguieron llegar hasta las playas de Dunquerque en una motocicleta".

De su padre también escuchó anécdotas de hospital. Evacuado de Dunquerque, el soldado McEwan pasó seis meses en un centro de Liverpool: "Me contaba repetidas veces cómo las víctimas de quemaduras eran las menos afortunadas, siempre sedientas, siempre en agonía, sus extremidades envueltas en bolsas protectoras; cómo chillaban aterrorizados soldados duros al escuchar la voz de las enfermeras...".

McEwan advierte que hay muy pocos documentos sobre la labor de las enfermeras en la Guerra Mundial. "La historia de la guerra es mayoritariamente militar y política. Los historiadores han descuidado su deber". Aun así, localizó un texto oficial y un manojo de cartas que arrojaban algunos detalles sobre la personalidad y posición social de jóvenes como Briony. Finalmente, en No time for romance, tropezó con "un relato de las prácticas clínicas, de la rutina diaria, de la llegada de los soldados de la evacuación de Dunquerque y de su tratamiento". "Que yo sepa no existe otro documento. Andrews incluso cuenta un episodio que se asemeja a la experiencia de mi padre cuando le llamaban la atención por decir tacos". "Lo que Andrews describe", afirma, "no es un mundo imaginario. No era ficción. Era el mundo de una realidad compartida, de las cartas del Museo de la Guerra, de la prolongada estancia de mi padre en el hospital. Es un reportaje soberbio. Y yo hice uso de las escenas que ella describía".

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