La policía investigará a todos los que mantuvieron contacto con Litvinenko
Un comité de emergencia ordena practicar análisis de radiactividad
El Gobierno británico quiere someter a análisis de orina a todas las personas que pudieron estar en contacto con el ex agente ruso Alexander Litvinenko el día 1 de noviembre, cuando se cree que fue envenenado con un agente radiactivo. Aunque no consideran que haya ningún peligro de contaminación radiactiva, las autoridades quieren así aclarar cualquier posible duda y tranquilizar al público.
Ayer se reunió de nuevo el comité de emergencia del Gobierno, Cobra, para estudiar la alarma creada al saberse que el veneno que mató a Litvinenko era polonio 210, un isótopo radiactivo. La policía halló el viernes trazas de radiactividad tanto en el domicilio de los Litvinenko, en el norte de Londres, como en el restaurante japonés Itsu, en el que almorzó el 1 de noviembre, y en el bar The Pine, en el Millenium Hotel, en el que se reunió luego con unos conocidos rusos. Las autoridades han pedido ahora a los ciudadanos que estuvieron en esos locales el 1 de noviembre que contacten con el Servicio Nacional de Salud para realizar un análisis de orina y salir de dudas. "Esperamos que los análisis den todos resultado negativo y no tenemos motivos para pensar que los clientes estén en peligro", declaró ayer un portavoz de la Agencia de Protección de la Salud.
Además de intentar calmar la ansiedad de quienes pudieron entrar ese día en contacto con el ex agente ruso, el llamamiento parece concebido para ayudar a los servicios de inteligencia que investigan el caso y que quieren reconstruir todos los movimientos de Alexander Litvinenko ese día. Sasha, como le conocían sus amigos y familiares, solía utilizar el sushi bar Itsu como una especie de cuartel general en el centro de Londres. Citaba allí a menudo a sus contactos y la policía está investigando las filmaciones de gran cantidad de cámaras de seguridad tanto en el Itsu como en el hotel Millenium y calles adyacentes en búsqueda de información.
Fue en el Itsu donde ese día se citó con un contacto italiano, el profesor de la Universidad de Nápoles Mario Scaramella, que quería enseñarle dos correos electrónicos que demostraban que los servicios secretos rusos estaban preparando una acción contra Litvinenko y contra él mismo. Scaramella, que en un principio fue citado como uno de los sospechosos del envenenamiento, culpó ayer al Kremlin de la muerte del ex agente.
En una entrevista publicada por el diario italiano Il Corriere della Sera, afirma: "Litvinenko no ha muerto de un dolor de barriga. Ha sido asesinado por todo lo que sabía. Todo eso se encuentra en los documentos de la comisión Mitrokhine", una comisión parlamentaria que investiga las actividades del espionaje ruso en Italia. Scaramella, preguntado por el periodista sobre si quiere protección policial, contesta: "Yo no pido nada. Pero no hay ninguna duda de que ha sido el Kremlin. Y como soy el único que ha recogido todo ese montón de informaciones...", dice, sin acabar la frase.
Los correos electrónicos a los que se refiere Scaramella y que le enseñó aquel día a Litvinenko dan a entender que los servicios secretos rusos se disponen a utilizar la fuerza contra el ex agente ruso y contra el multimillonario Borís Berezovski, enfrentado al presidente Putin y definido en esos correos como "enemigo número uno de Rusia", según afirmaba ayer el diario londinense The Guardian.
Pese a las acusaciones de Litvinenko, el Foreign Office ha preferido no entrar en conflicto diplomático directo con Rusia y se ha limitado a exigir al embajador de Moscú en Londres la colaboración de su país en las investigaciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.