Cataluña, un país solidario en un mundo desigual
El modelo actual de globalización ha comportado en los últimos años el aumento de las desigualdades, el incremento de la violencia y de los conflictos armados, y el agravamiento de las condiciones sociales en el sur. Frente a esta realidad, la comunidad internacional ha buscado en la ayuda oficial al desarrollo el mecanismo de cooperación que facilite el desarrollo humano sostenible de las personas y de los pueblos del mundo. Cataluña, país comprometido con la solidaridad internacional y la cooperación para el desarrollo de los países pobres, ha de participar activamente en la construcción de un orden internacional más justo y solidario, la redistribución equitativa de la riqueza, el respeto de los derechos individuales y colectivos, los valores democráticos, la cultura de la paz y una acción humanitaria independiente, neutral e imparcial. Y eso lo ha de hacer desarrollando un modelo de cooperación que promocione las políticas públicas y se comprometa en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, en coherencia con las políticas que el Gobierno ejecuta en Cataluña. Porque la cooperación para el desarrollo es una política pública más, y como cualquier política pública, marca unas prioridades que identifican su acento social. El Gobierno catalanista y de izquierdas heredó una política exterior y de cooperación sin liderazgo ni planificación y dispersa entre diversos departamentos. Con ERC en el Gobierno, se ha trabajado para poner orden en la política exterior y de cooperación de la Generalitat: con la creación de la Secretaría de Cooperación Exterior y la puesta en marcha de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD), la Generalitat se ha constituido como el organismo público de referencia de la cooperación catalana. En sólo dos años y medio, hemos duplicado los fondos destinados a cooperación para el desarrollo; las ayudas a las ONG y ONGD han crecido un 70%; hemos fortalecido la cooperación que se hace desde los ayuntamientos catalanes; hemos incorporado la construcción de paz y la equidad de género a la cooperación catalana; hemos coordinado la ayuda humanitaria y de emergencia de forma eficiente; hemos iniciado la cooperación directa bilateral en Mozambique, Ecuador, Marruecos, Bolivia, Sahara Occidental y Palestina, y hemos hecho que el de Cataluña sea el primer Gobierno no estatal en firmar un acuerdo estratégico con la Campaña del Milenio y con otros organismos de la ONU. Ahora hay que impulsar un modelo propio de cooperación con valor añadido, caracterizado por la calidad más que por la cantidad, construyendo una verdadera política pública de cooperación para el desarrollo y el fomento de la paz y derechos humanos que cuente con la participación activa de todos los agentes de la cooperación catalana de manera concertada; una política de cooperación para el desarrollo comprometida con los procesos de transformación de las estructuras políticas, económicas, sociales y culturales que generan pobreza, violencia y exclusión en los pueblos y las personas, priorizando el fortalecimiento de los sistemas democráticos, la equidad entre mujeres y hombres, y el apoyo a los colectivos nacionales, culturales y lingüísticos amenazados, y el fomento de la educación y la sensibilización de la población para provocar los cambios políticos necesarios en el Norte y el Sur. Una política que incluya las aportaciones de las personas inmigrantes que han tenido que dejar su tierra y que mediante el codesarrollo contribuyen a diseñar el compromiso solidario de Cataluña con sus países de origen. Y hacerlo dotando a la Generalitat de los instrumentos necesarios: creando un Departamento de Asuntos Exteriores y Cooperación que coordine y dote de coherencia las relaciones internacionales, la cooperación para el desarrollo y el fomento de la paz; poniendo en marcha el Instituto Catalán Internacional de la Paz; aprobando un plan director de cooperación que planifique las prioridades del periodo 2007-2010 de manera consensuada, y multiplicando los recursos de la cooperación catalana hasta que el 0,7% del PIB de Cataluña para cooperación al desarrollo sea una realidad en 2010, con el horizonte de conseguir el 1% a medio término.
Cataluña debe construir una política pública de cooperación para el desarrollo que cuente con la participación de todos
Joan Puigcercós i Boixassa es secretario general de Esquerra Republicana de Catalunya.
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