Lula acaricia la gran victoria
El líder del Partido de los Trabajadores concurre a las presidenciales de hoy con una clara ventaja sobre sus rivales
Desde el palacio de Planalto en Brasilia, la ciudad declarada capital del país en 1960 y que lleva marcado el diseño futurista del arquitecto Óscar Niemeyer, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva aguardará a partir de las once de la noche, hora peninsular española, a conocer si los brasileños han decidido que este ex sindicalista, nacido en la más absoluta pobreza, siga al frente del país. Después de convertirse en 2002 en el primer trabajador brasileño en ser elegido jefe del Estado, las encuestas auguran que Lula tiene grandes posibilidades de ser confirmado otra vez en el puesto por las urnas.
El problema del presidente brasileño es que una vez descontado que va a ganar en las elecciones de hoy -saca entre 19 y 20 puntos a su inmediato seguidor, el socialdemócrata Geraldo Alckmin-, cualquier resultado que no suponga su elección, es decir, que no esté por encima del 50% de los votos válidos, puede ser interpretado como una retirada de confianza del electorado y dar alas a la oposición, cuyo objetivo en esta primera vuelta no es la victoria propia, sino la derrota de Lula.
En una campaña electoral marcada fundamentalmente por las restricciones legales de presupuesto -que han dado a la televisión una influencia mucho mayor que en otras citas electorales, y por la aparición de nuevos escándalos de corrupción en la formación de Lula, el Partido de los Trabajadores (PT)-, el presidente brasileño ha visto cómo día a día descendía su ventaja en las preferencias de electorado a favor de Alckmin, quien en las últimas semanas ha abandonado el discurso ideológico para centrarse fundamentalmente en los ataques directos contra Lula. Una estrategia que ha dado resultado y que ha hecho desear a algunos de sus asesores en el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) que la campaña dure una semana más.
Pero mientras Lula tiene bien definido a su enemigo por la derecha, el verdadero daño le puede venir justamente desde la izquierda desencantada de su propio partido. Heloísa Helena, líder de Partido Socialismo y Libertad, no tiene posibilidades de pasar a la segunda vuelta, pero puede arañar unos sufragios preciosos para Lula. A diferencia de Alckmin, Helena se dirige directamente al mismo electorado que llevó a Lula a la presidencia en 2002, le repite un discurso muy parecido y le pone ante una realidad que, en su opinión, apenas tiene que ver con esas promesas. Al menos nueve millones de brasileños están dispuestos a votarla hoy, según las encuestas.
Brasil es la tercera democracia más grande del mundo. En total, unos 125 millones de brasileños -el voto es obligatorio a partir de los 18 años y optativo desde los 16- están convocados a elegir no sólo presidente y vicepresidente del país, sino también gobernadores en 26 Estados y el Distrito Federal, diputados federales y locales y a renovar en un tercio el Senado federal.
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