La carrera de Chávez
De aquí a fin de año, el presidente Hugo Chávez disputará una carrera a varias bandas. Compite el próximo domingo en las presidenciales brasileñas; lo hará el 15 de octubre en las ecuatorianas; seguirá el 5 de noviembre con las nicaragüenses; y el 3 de diciembre se presentará a su propia reválida ante el votante venezolano. De la aritmética electoral dependerá el peso que alcance el líder aparente de la izquierda radical latinoamericana, en especial ante su pretensión de convertirse en presidente vitalicio.
En Brasil, los sufragios parecen ya virtualmente escrutados con la victoria de Lula, que hasta puede ser definitiva en primera vuelta o quedar para una segura ratificación en segunda, pese a la catarata de escándalos que afectan a su Gobierno y a su partido. Más que una alianza entre ambos presidentes, que se consideran de izquierda, hay un respeto mutuo puede que un tanto incómodo, una distancia que ninguno de los dos piensa recorrer, pero tampoco agrandar. Asumen que juegan en ligas diferentes: Luiz Inácio Lula da Silva para solazarse en lo bien visto que está en Washington, y Chávez haciendo del presidente Bush el epicentro de su eje del mal, para ir excitando a su electorado ante diciembre. Una situación de statu quo.
Chávez hace del presidente George W. Bush el epicentro de su 'eje del mal'
El 15 de octubre, en Ecuador, las cosas lucen más prometedoras. El último prodigio quiteño se llama Rafael Correa, al que hace año y medio no conocía nadie, y tras una carrera ministerial sólo de unos meses, conmueve hoy las encuestas mordiéndole el terreno al socialdemócrata residente, León Roldós, con lo que ya es serio candidato para la segunda vuelta. Y aunque Correa, que se expresa en nombre de una izquierda pendenciera y elocuente, ha tratado de difuminar su proximidad a Chávez, lo cierto es que en agosto pasó dos semanas en Venezuela, visitó al líder bolivariano en su casa de campo, y, si bien es a la vez blanco de raza y catedrático de profesión, trata de arrastrar al indigenado en su campaña. El presidente venezolano, en cualquier caso, no cometerá el error de las pasadas elecciones peruanas, en las que se mostró innecesariamente cariñoso con su candidato, el entonces aspirante a jefe indigenista, Ollanta Humala, ya que la recluta de Correa le permitiría extender al norte el anillo andino que nace en La Paz, gracias a su aliado Evo Morales.
Las cosas en Nicaragua no son muy diferentes. El fallecimiento hace unos meses del antiguo alcalde de Managua y ex sandinista, Lewitte, que habría dividido el voto de la izquierda favoreciendo al centrista Montealegre, parece que ahora, en cambio, allana el camino a Daniel Ortega, que fue presidente en los ochenta, y fundador de aquel Tercerismo de la insurrección contra el dictador Somoza. Con Ortega no puede haber ocultación alguna: se declara chavista, venera a Castro como santo patrón de la izquierda histórica, y su regreso a la presidencia supondría un refuerzo apreciable para la posición de Caracas, tanto como el crudo para la economía de Nicaragua.
Chávez espera, también en octubre, ganar otra elección que amueble aún mejor lo que hoy parece segura victoria de diciembre. Las formidables rentas petroleras han servido para alistar votos a la pretensión de Venezuela de entrar como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad, y Caracas afirma con gran seguridad que ya cuenta con los 128 necesarios para ello, así como, de paso, derrotar a Guatemala, lanzada a la arena con la complacencia de Washington. Ese éxito intercalado se considera una plusvalía ante el electorado popular venezolano.
A fin de año, Chávez puede contar con uno o dos presidentes latinoamericanos, que le sigan (Ortega) o le conforten (Correa), para sumar a Morales en Bolivia y Castro (Fidel o Raúl) en Cuba. Y de que el venezolano medio vea cómo se extiende la mancha del santo y seña bolivariano, dependerá que Chávez llegue en la mejor posición al punto nodal de su mandato, el referéndum de 2010, para convertirse en presidente elegido popularmente a perpetuidad. Un eje Caracas-La Habana-La Paz-Quito-Managua tendría peso continental.
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