Vendimia escalonada y difícil

Los agricultores de la Rioja alavesa viven estos días momentos de incertidumbre. Las últimas perturbaciones metorológicas han vuelto a retrasar la maduración de la uva, con el correspondiente aplazamiento en el comienzo de la vendimia. Se esperaba un adelanto de cerca de diez días en relación con las fechas habituales, pero el consejo regulador de la Denominación de Origen Rioja ha señalado en su último informe que, de momento, no hay que comenzar la vendimia y, en caso de iniciarse, se debería realizar bajo un estricto control del grado de maduración de cada parcela y de forma escalonada.

"Ha sido un verano extraño, con mucho calor en julio, frío en agosto, regreso de las altas temperaturas en septiembre, que hicieron que todo el mundo viera cómo maduraba la uva. Y luego han vuelto las lluvias y el frío. Ahora el problema es que la uva termine su maduración sin que se pudra". Quien resume estos últimos meses es un agricultor veterano, que abastece la bodega de Marqués de Riscal, con viñas en Leza y Navaridas. Eso sí, en aquellas viñas en las que el agricultor haya deshojado las cepas con cuidado, el racimo estará más aireado y correrá menos riesgos de podredumbre.

Así se deduce del último informe del Consejo Regulador, redactado a partir de lo acontecido la semana pasada. En él, se señala que, "en general, la evolución de la maduración es irregular, por lo que se hace imprescindible una vendimia selectiva y escalonada, prestando especial atención a aquellos viñedos que puedan tener alguna incidencia negativa como consecuencia de la climatología (botrytis, polilla o mildiu)".

De momento, algunas importantes bodegas de Rioja alavesa ya han abierto sus puertas para la uva tinta. La blanca se ha vendimiado prácticamente en toda la comarca. Marqués de Riscal ha sido de los más madrugadores en las dos uvas. Si pidió a los agricultores que le abastecen que entregaran la blanca hace dos semanas, ahora ya ha abierto la báscula para tempranillo, garnacha, mazuelo y graciano, aunque la bodega de Elciego también admite las llamadas variedades experimentales (sobre todo, cabernet sauvignon) para elaborar sus vinos.

"Pero parece ser que en Elciego, la uva no ha alcanzado el grado óptimo", comentaba ayer un joven agricultor del pueblo. Sin embargo, en Leza y Samaniego, más al Norte, los racimos aportan una graduación aceptable. "Allí, ya se han superado los 12 grados", añade. Así se refleja también en la información que ha remitido el Consejo Regulador. Con respecto a las muestras tomadas en la semana precedente, "el grado alcohólico probable no ha evolucionado, mientras que la acidez total y ácido málico han descendido ligeramente".

El parón que se ha visto en la graduación también se ha sentido en los parámetros de color y hay constancia por parte de los técnicos de la aparición de bayas pasificadas como consecuencia de las altas temperaturas de comienzos de septiembre. La vendimia, en definitiva, se presenta compleja y en la zona de Laguardia, por ejemplo, se retrasará con probabilidad hasta principios de octubre, aunque haya quien comience antes en alguna parcela.

Esta vendimia un tanto extraña ya la han percibido las cuadrillas de temporeros que se habían acercado hasta la zona animados por los anuncios de un adelanto. Muchos han tenido que darse la vuelta, sobre todo los que no venían con un contrato. Porque este año, una vez más, el sindicato UAGA ha vuelto a poner en marcha su programa de contratación en origen. En este 2006 se han firmado más de 300 contratos por parte de unos 120 agricultores de la Llanada (donde recogen patata) y la Rioja alavesas; el año pasado participó un numero similar de temporeros, mientras que los agricultores fueron 90.

El proyecto surgió de la precariedad patente en la que estaban cayendo los temporeros en la Rioja alavesa. Cuando en todos los ámbitos laborales se vive una regularización notable, en la vendimia no había contratos, ni alojamiento, abundaban las mafias y la indefensión del trabajador era total. UAGA estableció entonces la contratación en origen, y un año después, en 2002, inauguraba un albergue público con 48 plazas en Leza y exigía a los agricultores contratantes que dispusieran de alojamiento con ducha para los temporeros. Los trabajadores tienen asegurado un salario mínimo de 7 euros la hora y a partir de los 1.000 kilos recogidos, se paga a 0,05 el kilo.