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Reportaje:

La carretera, el hospital y las chocolatinas

Soldados de la Brigada Paracaidista protegen de ataques talibanes y tribales la creación de infraestructuras en Badghis

Ángeles Espinosa

"Hola, chocolatina". El desparpajo con el que los niños saludan a los soldados es la muestra más gráfica de la buena acogida a las tropas españolas en Qala-i-Naw, la capital de la provincia afgana de Badghis. Desde hace un año, cuatro contingentes se han sucedido a cargo del Equipo Provincial de Reconstrucción (PRT). Pero los militares son sólo la parte más visible del compromiso español. Bajo su protección, la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) construye una carretera, amplía el hospital Provincial y espera dar agua potable a toda la ciudad en un año.

"Tendríamos que haber acabado con el agua potable, pero hemos tenido problemas con algunos materiales en la aduana", lamenta Pablo Yuste, coordinador de la AECI. Pero ahora no es eso lo que más preocupa a este curtido cooperante. "La sequía ha agostado los cultivos de cereal y la gente apenas ha conseguido recolectar un 20% de lo que necesitaría para pasar el invierno", señala. Con el fin de evitar la hambruna, la ONU va a distribuir 5.000 toneladas de alimentos en la provincia y la AECI va a proporcionar la asistencia técnica, además de financiar una décima parte de ese auxilio.

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"Esperemos que llegue antes de que caigan las primeras nieves porque después esto se queda aislado", advierte Yuste. Por ello, el PRT ha decidido reforzar la pista de tierra del aeródromo de Qala-i-Naw. "Así podrán aterrizar aviones mayores y traer ayuda en caso de que se produzca una emergencia humanitaria", explica el comandante Francisco Calvo, jefe de la unidad de cooperación cívico-militar (CIMIC). Bajo la atenta vigilancia de cuatro soldados, Tino, uno de los seis capataces leoneses de la AECI, supervisa cómo una docena de obreros afganos van elaborando los paños de hormigón.

"Si no hay seguridad, no es posible la reconstrucción", apunta el coronel Fernando Lázaro, el oficial al mando del PRT. Badghis es una de las provincias más deprimidas y aisladas de Afganistán, el quinto país más pobre del mundo. Apenas un 6% de sus 400.000 habitantes tiene acceso a agua potable, no existe un solo kilómetro de carretera asfaltada, alcantarillado o red eléctrica en toda la provincia y la mortalidad infantil supera la media nacional (165 por 1.000).

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El coronel Lázaro basa su estrategia en la buena cooperación con la policía afgana. Por eso, una vez superada la fase de instalación y consolidación en Qala-i-Now, que llevaron a cabo los tres contingentes anteriores, su objetivo ha sido extender la presencia de los soldados por toda la provincia para "que la población local vea que la policía está respaldada y vaya cogiendo confianza en sus fuerzas de seguridad". "Tenemos muy buena aceptación por parte de la población", asegura.

"Hasta ahora nos hemos arreglado para decir a la gente que les respete", afirma Khalid Mohamed, uno de los cinco diputados de la provincia en el Parlamento nacional. Sin embargo, este hombre, al que todos conocen como Mala Maleg, es crítico con el trabajo de los españoles. "Han hecho muchas promesas, pero de momento hay pocos resultados. A punto de acabar su primer año, no parece que hayan invertido ni siquiera uno de los 10 millones de euros prometidos". España comprometió 150 millones con Afganistán en la Conferencia de Londres.

Ni a los militares ni a los civiles españoles les sorprende la crítica de Mala Maleg. Hay impaciencia por ver los resultados. Precisamente para dar una visibilidad inmediata al trabajo del PRT, los soldados llevan a cabo "proyectos de impacto rápido", como la construcción de pozos y la ayuda a colegios. Pequeñas obras que favorecen a la población, pero que, en palabras del comandante Calvo, buscan "hacer amigos".

Y, pese a la reticencia de los cooperantes hacia el trabajo humanitario de los ejércitos, parece que lo están consiguiendo. La visita de los militares españoles a la oficina del gobernador o a la delegación provincial del Ministerio de la Mujer recibe una acogida calurosa. "Hemos agradecido mucho las mesas y sillas para la casa taller", manifiesta Anyela Imak, vicedelegada para asuntos de la Mujer. "Las ayudas pequeñas son muy eficaces", defiende. Pero lo que más valora la población es el aumento de la seguridad que ha traído la presencia de los españoles. "Se han retirado los comandantes", apunta Abdul Sattar Heshrat, administrador de ese departamento. "Aquí hay mala memoria de los talibanes: mataron a mucha gente", afirma el gobernador en funciones, Mohamed Aslama Godaz.

Tribus y radicales

El coronel Lázaro comparte esa opinión. "Esta provincia es una isla", describe. El mismo aislamiento que la ha marginado del desarrollo de otras regiones afganas, la protege de una eventual penetración de los talibanes que huyen del sur del país. Sin embargo, el jefe del PRT es también consciente de que los talibanes no son el único peligro. "Hay rivalidades tribales", admite.

Yuste añade además la existencia de "fuerzas contrarias a la extensión de la autoridad del Estado". "Ésta es la provincia en la que más personal humanitario ha sido asesinado", recuerda. El coordinador de la AECI, que califica la situación de "buena, pero volátil", insiste en la necesidad de un compromiso a largo plazo como única forma de combatir la pobreza.

"Vemos menos violencia en toda la semana aquí que una noche de viernes a sábado en Alcalá de Henares", resume Lázaro, en referencia a la ciudad de origen de la Brigada Paracaidista (Bripac), de la que se nutre el grueso de las tropas desplegadas en Afganistán. Los boinas negras, como se conoce familiarmente a los miembros de ese cuerpo, se declaran encantados con la misión, aunque cuentan los días que faltan para volver a casa. "Ya nos queda poquito", se oye casi tanto como los "hola, chocolatina" de los niños afganos.

Dos soldados españoles, en un mercadillo con vecinos de la ciudad afgana de Qala-i-Naw.
Dos soldados españoles, en un mercadillo con vecinos de la ciudad afgana de Qala-i-Naw.Á. E.
Soldados de la brigada paracaidista de Alcalá de Henares saludan en un camino a un grupo de residentes.
Soldados de la brigada paracaidista de Alcalá de Henares saludan en un camino a un grupo de residentes.Á. E.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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