36 linces han muerto atropellados en las carreteras de Doñana en dos décadas
El impacto de las infraestructuras agrava la situación del felino, que no llega a 150 ejemplares
Sólo quedan entre 100 y 150 linces ibéricos en el mundo. Tras una atroz regresión en las últimas décadas, las únicas poblaciones viables se distribuyen entre la sierra de Andújar-Cardeña (Jaén) y Doñana. El temor a su extinción ha impulsado un plan de cría en cautividad, que servirá de salvaguarda y que ha permitido el nacimiento de cinco ejemplares desde 2005. Pero en el campo, su lugar natural, se agravan algunas de las causas que han arrinconado a la especie, como los atropellos. En el entorno de Doñana han muerto en dos décadas 36 linces mientras cruzaban carreteras. El último, el viernes pasado.
La carretera se ha convertido en una trampa mortal para el lince. Una hembra joven, de unos dos años, fue encontrada muerta el pasado viernes en el término de Rociana del Condado, en el entorno del parque de Doñana.
Este parque está asociado al lince ibérico. Pero ya no es un santuario para esta especie catalogada "en peligro crítico de extinción" por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Desde 1984, en las carreteras del entorno del parque han muerto atropellados 36 linces, casi la mitad en los últimos seis años.
La clasificación de la UICN significa que la supervivencia del lince es poco probable "si los factores causales de su situación siguen actuando". Las razones del retroceso del felino en la Península Ibérica -ocupó áreas de Extremadura, Castilla-La Mancha, Madrid y Portugal- se deben a la disminución drástica de conejos, su principal dieta, por diversas enfermedades y a la degradación de sus tradicionales ecosistemas.
Doñana proporcionaba un hábitat apropiado para la especie, pero la escasez de conejos ha obligado a los linces a desplazarse. "Antes estaban en una zona de reserva sin carreteras, pero al disminuir la densidad de conejos muchos se han ido cerca de núcleos de población y de carreteras donde tienen más probabilidades de morir", analiza Miguel Ángel Simón, director de los programas de conservación del lince en Andalucía.
Cría en cautividad
En una especie amenazada, precisa el investigador de la Estación Biológica de Doñana, Francisco Palomares, "es grave la muerte de cualquier animal". "No se está haciendo todo lo que se puede, algunas carreteras son innecesarias y en otros lugares que sabemos que cruza podemos poner pasos de fauna", defiende el biólogo. En el empeño para salvar al felino se ha diseñado un programa de cría en cautividad, que ha permitido el nacimiento de cinco ejemplares en el centro del Acebuche. Tras años desperdiciados en peleas entre administraciones, desde 2004 el programa avanza con éxito. A juicio de Palomares, tiene un riesgo: "Uno de los problemas de la cría en cautividad es que desvía la atención, hay que seguir insistiendo en la conservación en el campo".
Para mantener linces en Doñana resulta imprescindible frenar los atropellos. "En estos momentos es la primera causa de muerte, si se siguen produciendo la población de linces puede no ser viable", alerta Juanjo Carmona, responsable de Adena en Doñana. La organización propone que se restrinjan algunos tráficos con transportes públicos alternativos, que algunas vías se transformen en carreteras paisajísticas de forma que contemplen medidas para proteger a la fauna y que se recuperen terrenos linceros para fijar la población y evitar que recorran grandes distancias.
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