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Entrevista:GENTE QUE NOS HACE LA VIDA MEJOR | JUAN MANUEL MUÑOZ - Financia un proyecto de desarrollo nutricional en Colombia

Los 'pelaítos' de La Boquilla

Hace nueve meses, Juan Manuel Muñoz, presidente de la empresa Sujeciones de Vía, acudió a un congreso ferroviario en Cartagena de Indias (Colombia). En una jornada de descanso, con un amigo y un guía nativo de los manglares contiguos al barrio de La Boquilla, uno de los más pobres de América Latina, el empresario almorzaba pescado fresco en un chiringuito a tiro de piedra de la playa de las Américas, junto al hotel más lujoso de la zona.

Concluido el almuerzo, un grupo de pelaítos (término cariñoso que se da a los niños sin recursos), de entre cuatro y nueve años, se abalanzó sobre los restos de la comida, devorando rápidamente las cabezas del pescado y los granos de arroz que quedaban en los platos. En medio de un largo silencio, se produjo un cruce de miradas teñido de complicidad entre los niños, los comensales y el dueño del merendero.

Los españoles tenemos una deuda histórica con América Latina, cinco siglos de lazos comunes, de singladura de ida y vuelta
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El hambre de los pelaítos conmovió a todos hasta tal punto que los niños fueron invitados a sentarse en una mesa contigua y a comer. Más tarde, los pequeños, uno por uno, se acercaron a cada uno de los hombres a dar las gracias por el "regalo". Los españoles, sin solicitarlo, recibieron como pago besos y abrazos sinceros.

Por la mente del empresario pasó, sin duda, el recuerdo de tres de las hermanas de su madre, fallecida hace 11 años, que, menores de edad dos de ellas y con la firma de su padre por todo permiso, tuvieron que huir del hambre del pueblo abulense de El Arenal, a pie, hasta Cádiz, antes de la Guerra Civil, con destino a Argentina. Las tres mujeres nunca regresaron, pero el empresario cuenta en este país con más de 40 primos con los que sigue manteniendo una cálida y permanente relación.

Desnutrición infantil

En La Boquilla viven en chabolas levantadas con restos de materiales impensables, maderas, cartones y plásticos más de 15.000 personas, de los que 5.000 son niños menores de 14 años. El 80% se encuentra en condiciones de pobreza extrema y el 50% son indigentes, con una media de cinco hijos por familia. La desnutrición infantil supera también el 80% y la tasa de morbilidad llega al 35%. El 15% es analfabeto. La ausencia de alcantarillado y de recogida de residuos y basuras convierte muchos puntos del barrio en un gran estercolero con el que conviven los niños desde que nacen. No obstante, dice una estadística oficial que el 60% de la población recurre a la playa o la ciénaga contigua para hacer sus necesidades.

Desde hace seis meses, la empresa de Juan Manuel Muñoz financia íntegramente en La Boquilla un proyecto de desarrollo nutricional en colaboración con la Universidad de San Buenaventura, los padres franciscanos y la familia Araujo, propietaria del hotel, con un comedor para un centenar de niños y asistencia sanitaria, con dentista, experto en nutrición y psicólogo. En la cocina, siete mujeres se ocupan desde primera hora de la mañana de preparar la comida: sopa de fideos, arroz, carne mechada, yuca frita, patacón, jugo de maracuyá y fruta.

Antes de final de año se iniciará la construcción de viviendas en el barrio para erradicar el chabolismo. Desde la empresa de Muñoz, en España, se han iniciado los trámites para la compra del terreno a particulares. En la sede de la Fundación Proboquilla, creada por la familia colombiana, se ha habilitado el comedor y se han acondicionado cocina y baños para que los niños estén atendidos con las garantías necesarias de salud e higiene.

El empresario de Ávila detesta la palabra caridad y prefiere hablar de desarrollo sostenido y ayudas puntuales donde el dinero sea más útil. En cualquier caso, Muñoz comenta: "Los españoles tenemos una deuda histórica con América Latina. Hay que olvidarse de la madre patria y otros tópicos y arrimar el hombro cuando se pueda, porque América ha sido extraordinariamente generosa con España y la coyuntura histórica es más favorable que nunca para restituir parte de lo que saqueamos. Colombia es un país maravilloso, un pueblo trabajador, gente lista que sobrevive en condiciones extremas a pesar de la violencia (narcos, guerrilla, paramilitares, etcétera)", dice Muñoz.

Luchar por sobrevivir

No faltan ejemplos sobre lo que piensa el empresario abulense. Manuel Esteban Acosta, con 50 años y cinco hijos, procede de una de las familias que se establecieron en La Boquilla hace 185 años. Cada día, de madrugada, sale al mar en busca de peces para conseguir un puñado de pesos con los que alimentar a sus hijos. Si no se vende el pescado, se almuerza. Con 3.000 pesos (alrededor de 1 euro) se puede comprar algo más que arroz para la noche en la tienda del "amigo paisa", donde un refresco de cola cuesta 1.000 pesos.

Rosa Isabel Noriega, de 16 años, regenta desde hace dos con soltura un puesto callejero de pescado frito. Hace años, apenas empezadas las clases, tuvo que abandonar el colegio. "No pude seguir los estudios, me necesitaba mi familia aquí. La cosa está mal, cuando hay marea no hay pesca y si no hay peces no comemos", dice con una sonrisa de resignación en los labios.

Iluminada Arellano y Simón Taján, uno de sus seis hijos, recorren a diario las calles de La Boquilla en su carrito guiado por el burro Pisaflores. Venden yuca y plátanos. "Salimos a las cinco y media de la mañana y regresamos a la casa a las seis de la tarde. Tratamos de vender todo lo que llevamos. A veces fiamos, y después... a correr pa cobrar". Simón está ahorrando para estudiar un año de inglés e informática. "Tengo esperanzas de que voy a poder salir de aquí para estudiar. Mi madre ha luchado y mi hermana va a la Universidad, y todo ha salido de este carrito y el burro".

La Fundación Proboquilla inició hace años su ayuda al barrio solucionando problemas puntuales como los entierros. "Hemos tenido niños, los primeros, ahora adolescentes, que han servido de agentes de cambio y ayudan bastante a mentalizar a sus familiares o vecinos de lo que se debe hacer, tanto en los aspectos sanitarios como de comportamiento", afirma Eustorgio Carrasquilla, director de la fundación.

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