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La lucha contra los incendios forestales

Los expertos temen que las lluvias arrastren la ceniza a las rías y se contamine el marisco

Los biólogos prefieren repoblaciones de robles y castaños antes que las de eucaliptos

Jesús García Bueno

El estropicio que los incendios han dejado en Galicia salta a la vista: miles de hectáreas de arboledas han sido arrasadas y en los montes ya no predomina el verde. Pero más allá de la zona forestal, el fuego traerá otras consecuencias que ahora permanecen en segundo plano. Destacados expertos en biología temen que, en caso de producirse lluvias intensas durante los próximos días, la ceniza que acumulan los bosques se desplace con velocidad pendiente abajo y se instale en las rías. En tal caso, la concentración de residuos acabaría afectando a las poblaciones de mariscos.

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En el 2000, los trabajadores del marisco de la localidad coruñesa de Muros -a medio camino entre las Rías Baixas y las Altas- sufrieron graves pérdidas económicas. La población de estos animales marinos se redujo de forma considerable por la acumulación de sedimentos en el interior de las rías. El responsable, aun indirecto, fue el fuego. Los graves incendios que se registraron ese año en la zona crearon una capa de ceniza que, con las lluvias, fue arrastrada. "Cuando se destruye la vegetación, el suelo puede absorber menos agua y ésta va a parar a los caudales fluviales", explicó ayer el biólogo Xosé Veiras, vicecoordinador de la asociación ecologista gallega Verdegaia.

Pero, ¿qué es lo que mata al marisco? "La ceniza y las partículas del suelo acaban ahogándole. Además, al haber un aporte brusco de agua dulce, baja la salinidad, con lo que su medio se ve alterado", prosigue Veiras. José Antonio Vega, del Centro de Investigación e Información Ambiental de Galicia, añade que la temperatura del agua aumenta y "deteriora el hábitat" de estos animales, a los que "se les hace más difícil respirar".

Braulio Molina, miembro de la Asociación Forestal de Galicia, subrayó que lo ideal es que las lluvias -que previsiblemente llegarán a Galicia a partir de mañana- sean moderadas: "Así da tiempo para que el suelo se asiente". Para el consejero de Medio Ambiente de la Xunta, Manuel Vázquez, no es probable que se produzcan lluvias torrenciales. El consejero, junto con la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, anunció que, por precaución, se instalarán filtros en los ríos y se tomarán medidas para frenar la erosión en la medida de lo posible.

Sobre la ceniza, que ahora ocupa el lugar de los matorrales al pie de los árboles, diversos expertos coincidieron en señalar que es un arma de doble filo. A corto plazo, el polvo grisáceo aporta nutrientes y fertiliza. "Es verdad que el primer brote de hierba tras un incendio suele ser fuerte", argumentó la presidenta del Colegio Oficial de Biólogos de Galicia, Mercedes Casal. Pero el efecto positivo es efímero y, a la larga, la ceniza perjudica más que ayuda: "Es pan para hoy y hambre para mañana", describió Vega de forma gráfica.

Nueva política forestal

De la salud ecológica de la tierra depende la futura repoblación de las zonas quemadas por el fuego. Los expertos pidieron que se abra una "reflexión profunda" para fijar qué árboles deben priorizarse y exigieron a la Administración que elabore "una nueva política forestal".

El eucalipto, de extensa implantación en todo el territorio gallego, se utiliza para fabricar pasta de papel y tiene una incidencia económica de primer orden. Pero los biólogos ponen en duda el valor ambiental de este árbol que, además de consumir mucha agua, desertiza.

"De hecho, el fuego hace que el eucalipto rebrote aún más fácilmente", explicó Casal. Todo lo contrario que el roble o el castaño, dos especies autóctonas que los biólogos ven conveniente potenciar. El director general de Medio Rural de la Xunta, Alberte Blanco, apuntó a la necesidad de compaginar la "diversidad biológica" con los intereses de los propietarios de los bosques.

Dos terceras partes de la superficie de Galicia (unos dos millones de hectáreas) son montes. De éstos, la gran mayoría está en manos de particulares, generalmente en forma de minifundios. Blanco admitió que el monte gallego sufre un alto grado de abandono: muchos terrenos no se limpian, lo que ayuda a propagar los incendios. Regenerar las zonas de matorrales (el monte bajo) puede llevar "entre seis y 10 años", una cifra que se alarga hasta los 20 años en el caso de las arboledas, explicó el responsable de Verdegaia.

Durante la pasada semana, las combustiones y el humo produjeron cantidades ingentes de dióxido de carbono, que contribuyen a agudizar el llamado efecto invernadero. Unos cuatro millones de toneladas, según las primeras estimaciones. El responsable del centro de información ambiental da una equivalencia: "Sería como miles de coches circulando por una ciudad durante varios días".

Un bombero intenta extinguir un incendio forestal en A Lama (Pontevedra).
Un bombero intenta extinguir un incendio forestal en A Lama (Pontevedra).REUTERS

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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