"EE UU no colaborará con un Gobierno bajo el mando de Raúl Castro"
Salió de Cuba en 1962 con 15 años dentro de la Operación Peter Pan, bajo la cual la Iglesia católica trajo a Estados Unidos a más de 14.000 niños y se hizo cargo de muchos de ellos. El resto fueron acogidos por familiares que anteriormente habían huido de Fidel Castro. Puede que cuando cumpla 60 años en octubre vea cumplido el sueño de regresar a su tierra natal. Mel Martínez (Sagua La Grande, Cuba) es el primer senador de origen cubano que se sienta en el Capitolio de Estados Unidos. Martínez vive con mucha "emoción", con "tremenda emoción", todo lo que está aconteciendo estos días. Cree que su país de nacimiento está ante un "momento de transformación y transición" definitivo. Cuando las televisiones empezaron a ofrecer noticias urgentes sobre la enfermedad de Castro (79 años), el legislador tuvo que contener sus emociones. Martínez, senador republicano por el Estado de Florida, habló ese día por los miles de cubanos que dejaron el país en las últimas cuatro décadas (unos 800.000 de ellos residen en Miami).
"Éste es un largo proceso, pero estableceremos contactos y trabajaremos con los verdaderos reformistas dentro de Cuba"
"Nunca se sabe qué puede resultar tras 47 años de dictadura, pero me gustaría pensar que se podría usar el ejemplo español de transición"
Ha pasado ya casi una semana desde que Fidel Castro anunció que cedía de forma temporal el poder a su hermano, el jefe de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro (75 años). Y ni rastro de Raúl. Ni una fotografía, ni una declaración, nada. "Es cuando menos interesante observar que transcurren los días sin que haya aparecido en público Raúl", apunta el senador. "Es raro, está justificado en el secretismo que siempre se vive en La Habana, el silencio que existe en todo Gobierno autoritario, pero deduzco que se estarán viviendo grandes momentos de controversia sobre quién toma el poder y quién no". "Hay que esperar y ver", admite.
Tan claro tiene Martínez que este momento debía llegar "un día u otro" como que EE UU "nunca colaborará con un Gobierno bajo el mando de Raúl Castro". "No lo digo yo, lo dice la historia", explica el político del Partido Republicano. "Y la historia nos indica que Raúl no es el más indicado para establecer una democracia; nada tiene de demócrata quien participó en muchos fusilamientos, nada tiene de demócrata quien está al frente del Ejército de una dictadura". Quiere puntualizar el senador que además existe una norma estadounidense que descarta de un plumazo esta posibilidad: cuando en 1996 se promulgó la Ley Helms-Burton no sólo se estaba reforzando el embargo comercial impuesto contra el régimen comunista a principios de los años sesenta, sino que se declaraba imposible cualquier colaboración con un Gobierno en el que estuviera Fidel o su hermano Raúl. "Con Raúl, no. Nunca con Raúl".
Washington se mantiene prudente a la hora de hacer declaraciones sobre el futuro de la isla. Las únicas palabras que se oyen son las de "tranquilidad", "transición pacífica" y "cooperación". A todas ésas se suma la de "democracia". Martínez añade una más: "reformismo". En su opinión, la Administración de Bush sólo está dispuesta a cooperar con aquellos que considere "verdaderos reformistas". "Éste es un largo proceso, no sucede de un día para otro, pero estableceremos contactos y trabajaremos con los verdaderos reformistas dentro de Cuba". El senador, persona de confianza de George W. Bush, considera básico entablar contacto con la sociedad civil cubana, "con todos aquellos que tengan ideas de cambio".
Mel Martínez unió su destino a la estrella ascendente de la dinastía Bush en el año 2000, cuando el Gobernador de Florida, Jeb Bush, le otorgó un cargo dentro de la campaña electoral de su hermano George. Un polémico recuento de votos después, el presidente convertía al cubano-americano en su secretario de Vivienda, para más tarde catapultarle al Senado y asegurarse así el Estado de Florida. "Desde EE UU hay que fomentar los canales que posibiliten la democracia, que Radio y Televisión Martí llegue a todos los cubanos".
Pero nada ocurrirá mientras Fidel siga en la sombra, vivo. El senador Mel Martínez -cuya familia proviene de un pueblo, "bien chiquitico", del Valle de Mena, Leciñana, en Burgos, pide que al hablar español se le llame Melquíades, "porque ése fue el nombre de mi padre y de mi abuelo y lo es de mi hijo mayor"- establece un paralelismo informativo con la situación que se produjo con la muerte de Franco en 1975. "Pienso que ése es un poco el escenario de lo que podría estar ocurriendo en Cuba". "Creo que hay una posibilidad de que él esté muy, muy enfermo, o muerto".
España está en su mente. "Mi bisabuelo murió en Madrid en 1910, tras regresar de Cuba, y está enterrado en La Almudena", recuerda. Y desearía el senador una transición para su añorada Cuba como la que vivió España. "¿Existe la posibilidad de un baño de sangre?", se le pregunta. "Espero y rezo para que no sea así", contesta con el tono cambiado. "Sería trágico y muy triste", reflexiona, "pero nunca se sabe qué puede resultar tras 47 años de dictadura represiva". "Se contiene mucha frustración", asegura. "Pero me gusta pensar que se podría usar el ejemplo español de la dictadura a la democracia en el caso cubano", concluye.
¿Los planes de Estados Unidos una vez que desaparezca Fidel? En este punto, el senador se ciñe a la política oficial. Se ajusta a lo que dice el presidente Bush, que el jueves instaba a los cubanos a trabajar por la democracia. No da más detalles. Pero no en todo es tan seguidista. Melquíades Martínez, como casi todos los cubano-americanos, critica duramente que Bush mantenga la llamada norma "del pie seco o el pie mojado": a los inmigrantes que llegan en embarcaciones se les permite residir legalmente en EE UU si pisan territorio estadounidense, pero se les envía de vuelta a Cuba si son interceptados en el mar.
Es consciente el legislador del peligro que podría entrañar una emigración masiva de cubanos hacia las costas de EE UU. "Es muy importante que estemos vigilantes. Habría una terrible pérdida de vidas si eso se produjera", explica, "además del caos que se sufriría". Es rotundo a la hora de asegurar que "Estados Unidos no puede ni va a tolerar algo semejante".
¿En qué avión saldrá para Cuba cuando eso sea posible? -lo que en su caso sería cuando pueda "hablar con libertad en la plaza de mi pueblo, sin ser perseguido por ello", confiesa-. No sabe si en el primero, el segundo... "Sólo quiero poder regresar en paz y tranquilidad", declara. "Hay mucha más emoción de la que se puede imaginar, porque he soñado con este momento mucho tiempo, tanto, que pensé que nunca se haría realidad".
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