"Tanta tranquilidad extraña"
Cinco días después de dejar el poder, Fidel Castro se recupera "satisfactoriamente", según sus colaboradores, mientras cierta tensión subterránea 'espesa' la vida cubana
La memoria del maleconazo, los disturbios ocurridos hace 12 años en La Habana que precipitaron la crisis de los balseros, se deslizaba ayer como un símbolo inquietante sobre la capital al cumplirse el quinto día sin Fidel en el poder. A diferencia de aquel 5 de agosto de 1994, cuando la revuelta de palos estremeció el paseo marítimo y obligó a Castro a presentarse en el lugar, ahora la tranquilidad es absoluta. Sólo la reforzada pero discreta presencia policial, que incluía a decenas de civiles apostados en las esquinas de Centro Habana, reflejaban la tensión subterránea que espesa la vida cubana.
No por gusto, normalidad y tranquilidad son las palabras repetidas con más énfasis en los medios oficiales desde que se conoció el quebranto de salud de Fidel Castro.
El viernes, el ministro de Cultura, Abel Prieto, hablaba de la "impresionante" ecuanimidad ciudadana demostrada en estos momentos. Los cubanos, dijo, han "comprendido" lo importante que es la unidad y preservar "la institucionalidad". "Yo no siento que haya incertidumbre. La gente quiere mucho a Fidel y eso se ha visto", dijo Prieto, uno de los pocos dirigentes cubanos que ha hecho declaraciones de prensa desde el martes.
Pese a la ausencia de incidentes y al orden reinante, que en cierto modo apabulla, las autoridades no ocultan que todas las defensas del país han sido activadas. Y eso incluye no sólo lo militar, sino también las estructuras civiles de vigilancia, que en los barrios controlan todo lo que sucede.
Como ocurre habitualmente en casos de incremento de la tensión con EE UU, miles de reservistas han sido movilizados en el país. Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) fueron instruidos con la consigna de "redoblar la vigilancia" para evitar cualquier "provocación contrarrevolucionaria", mientras que se han reactivado las llamadas Brigadas de Respuesta Rápida, integradas por civiles encargados de cortar en la raíz cualquier manifestación de desafecto.
Un vecino de Jesús María, barrio bravo y perjudicado de La Habana Vieja, comenta que "la tranquilidad es tanta que extraña". "Todo el mundo está quieto en base. La gente, que normalmente pone la música a to'meter, ahora la pone baja, y la guardia de los CDR, que ya casi ni se hacía, no falla", cuenta Adonis, dueño de un bicitaxi que ha engalanado con el lema, en grandes letras rojas, de "Mami, soy el bárbaro".
Asegura Adonis que la policía es ahora más cuidadosa y "evita roces innecesarios con la chusma", si bien en los últimos días Jesús María fue escenario de "un gran operativo" para quitar los cables de antenas clandestinas, por las que la gente ve los canales de Miami, que informan de la salud de Castro con un sesgo anticastrista de barricada.
Dentro de la isla, a falta de partes médicos, poco a poco van trascendiendo informaciones sobre el estado de salud del comandante. Ayer fue el ministro de Salud, José Ramón Balaguer, uno de los siete miembros del equipo de Gobierno designado por Fidel, aseguró que la recuperación del comandante era satisfactoria y que "pronto estará de regreso". En los mismos términos se pronunció el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, que afirmó en una entrevista a CNN que el mandatario "sigue estable y está cumpliendo su deber, el más importante, descansar para recuperarse lo antes posible".
En la emisora criolla del rumor popular, Radio Bemba, se escuchaban todo tipo de versiones: que se levantó de la cama y se sentó en un sillón, que el comandante "ya caminó" y hasta que podría hacer una breve aparición el día de su cumpleaños, el 13 de agosto.
Paralelamente, el diario oficial Granma sigue dando realce a la figura de Raúl Castro, pese a que el presidente en funciones todavía no ha aparecido en público. Ayer reproducía una entrevista con uno de sus más cercanos colaboradores, el general Álvaro López Miera, jefe del Estado Mayor, por cierto, hijo de dos destacados exiliados republicanos que se asentaron en Cuba tras la Guerra Civil española.
El sábado, la emisora turística Radio Taino informaba en uno de sus espacios de los elogios de un grupo de viajeros españoles a la "tranquilidad" que impera en el país. En el malecón, 12 años después de la bravata, la calma era absoluta. Sólo algunos fornidos civiles se concentraban discretamente en las esquinas cuando a las nueve y media de la mañana entró por la boca de la bahía el crucero de Pullmantur Holiday Dream, con capacidad para 752 pasajeros. Una muchacha, que lo miraba extasiada desde el muro del paseo, suspiró cuando entraba todo blanco: "¡Ño! ¡Qué rico!".
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