"Una fuerza internacional sin consenso significaría la guerra civil"
"Las exigencias de Hezbolá son las exigencias de Líbano", sintetiza el presidente libanés, Emile Lahud, poniendo en evidencia toda la complejidad política de este pequeño país árabe. Lahud (Beirut, 1936), un ex general cristiano maronita que unificó el Ejército libanés tras la guerra civil, se ha alineado con las tesis políticas que desde fuera se califican de islamistas, si no de terroristas. Pero defiende la necesidad de un consenso nacional para evitar otra guerra civil. Le duele que le tachen de prosirio "cuando quienes lo hacen recibían órdenes de Damasco hasta fechas recientes". "Soy un nacionalista", defiende sin renegar de su amistad con Siria por la ayuda que ese país le prestó para unificar el Ejército libanés.
"Israel no desea un Líbano próspero. Cada vez que nos va bien, nos ponen patas arriba"
"Queremos que por una vez se condene a Israel por una de sus matanzas"
"Las exigencias de Hezbolá son las exigencias de Líbano. No tienen nada que ver con Siria"
"Una guerra civil es mucho peor de lo que estamos sufriendo ahora. Ya lo hemos experimentado antes"
Pregunta. Usted y el primer ministro Fuad Siniora representan dos visiones políticas opuestas. ¿Qué opina sobre su plan para salir de la crisis actual?
Respuesta. No, lo que pasa es que Siniora presentó su plan en Roma sin consultarlo con el Gabinete. Apoyamos al primer ministro y así lo hemos dicho, pero ese plan, las ideas del primer ministro, no se ha concretado. Cuando se concrete, tendrá que volver al Consejo de Ministros para tomar una decisión. Todos los libaneses estamos unidos.
P. De todas formas, usted ha expresado diferencias sobre el despliegue de una fuerza multinacional en el sur. ¿Por qué?
R. No, porque aún no se ha discutido. Sólo he expresado mis ideas, que no son las de Líbano, porque según nuestra Constitución es el Consejo de Ministros el que debe decidir. Si se me pregunta mi posición como presidente, estoy en contra de una fuerza multinacional, porque ya tuvimos una en 1982 durante la ocupación y vimos lo que pasó. No queremos que se repita. También tuvimos un mandato francés en Líbano; no queremos otro. Estados Unidos está entregando bombas inteligentes y otras armas a Israel, ¿por qué habríamos de aceptarles? Pero si se trata de fuerzas de la ONU, al estilo de la FPNUL, con más tropas y mejor equipadas, los libaneses tendrán que debatirlo, conocer cuál será su misión.
P. ¿Cuál debe ser esa misión?
R. Tienen que decidirlo los libaneses. Hay que alcanzar un consenso. Si una parte de Líbano no la acepta, tampoco nosotros. Porque eso significaría la guerra civil y una guerra civil es mucho peor de lo que estamos sufriendo ahora. Ya lo hemos experimentado antes.
P. Eso significa que Hezbolá tiene que dar su acuerdo...
R. Por supuesto. Todos. No se le puede imponer a la resistencia.
P. ¿La captura por Hezbolá de dos soldados israelíes valió el precio que está pagando su país?
R. ¿Cree que ésa es la verdadera razón por la que Israel nos ha atacado a semejante escala? Todo estaba planeado. Israel quería vengarse de su expulsión de Líbano en el año 2000. Cree que así da una lección a todos los países árabes: que cualquiera que se interponga en su camino será destruido. Otra razón es que Israel no desea un Líbano próspero. Cada vez que nos va bien, nos ponen patas arriba. Les haríamos competencia. La resistencia está ahí porque Israel, desde antes de [que existiera] la resistencia, solía hacer lo que le daba la gana en Líbano. Violaba nuestro espacio aéreo, nuestras aguas territoriales, y ahora, con la ayuda de Estados Unidos, ataca a los civiles porque no puede golpear a la resistencia, porque no saben dónde está.
P. Sin embargo, parte de los libaneses, las llamadas fuerzas del Catorce de Marzo, opina que la acción de Hezbolá sirve a los intereses de Irán y de Siria...
R. Las exigencias de Hezbolá son las exigencias de Líbano. No tienen nada que ver con Siria o Irán. Está pidiendo cosas razonables: los mapas de minas, la devolución de [las granjas de] Chebaa, un intercambio de prisioneros (que los israelíes han aceptado en el pasado, pero ahora han utilizado como excusa para castigar a Líbano) y que dejen de violar nuestro espacio aéreo. No es pedir mucho. Que cese el fuego, que cumplan esos requisitos y luego hablaremos de lo demás, porque hay mucho de lo que hablar. Queremos una indemnización por los daños que nos han causado. Queremos que por una vez se condene a Israel por una de sus matanzas. Queremos que se resuelva la cuestión palestina en Líbano. Nadie se ha preocupado de hacer cumplir la resolución 194 hasta ahora.
P. ¿Cuáles deben ser las relaciones entre Siria y Líbano? ¿Deberían intercambiar embajadas?
R. Siria está feliz de estar fuera de Líbano y no tener más problemas. Somos la misma gente, las mismas familias. Más de 200.000 libaneses han encontrado refugio allí y no están en tiendas de campaña, sino en casas sirias. Por supuesto que intercambiaremos embajadas. No les importa. Lo han dicho. Pero al mismo tiempo debemos mantener las mejores relaciones porque si mira el mapa, hay una pequeña frontera con Israel; el resto es Siria.
P. Tras las discrepancias políticas que hemos comentado, intuyo dos visiones de Líbano completamente opuestas. ¿Es posible reconciliarlas? ¿Cómo?
R. Debemos aprender de nuestra historia reciente que cada vez que combatimos entre libaneses, perdemos todos; nadie gana. Desde la independencia de Líbano siempre ha habido dos enfoques diferentes: unos que miraban hacia Oriente, hacia el mundo árabe, y otros, hacia Occidente, Europa primero y Estados Unidos después. Somos un país árabe. No debemos olvidarlo. Especialmente, los cristianos. Vivimos en un entorno árabe. Para permanecer aquí se deben tener las mejores relaciones con todos los vecinos árabes. En el pasado, [las potencias extranjeras] han manipulado algunas comunidades libanesas en su interés, lo que siempre ha terminado en guerra. Tenemos que vivir en nuestro entorno. Debemos estar unidos y alcanzar un consenso en los asuntos esenciales. Si no, Líbano pagará el precio.
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