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EE UU diseña un plan para la transición en Cuba tras la muerte de Fidel Castro

Washington dedicará 63 millones de euros a apoyar "el impulso del cambio"

EE UU ofrecerá "asistencia prioritaria a un Gobierno cubano de transición que organice elecciones multipartidarias libres e imparciales" después de la muerte de Fidel Castro, que cumple 80 años en agosto. Mientras, se dedicarán 80 millones de dólares (63 millones de euros) en los dos próximos años a "apoyar a los cubanos que quieren el cambio". Pese a que el embargo ha dado escasos resultados, "se mejorará la aplicación de las sanciones para mantener la presión económica sobre el régimen y limitar su capacidad de mantenerse en el poder y reprimir a los cubanos".

El informe de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre, demuestra, según el presidente, George W. Bush, que Estados Unidos "está trabajando activamente a favor del cambio en Cuba, no simplemente esperando". El presidente Bush celebró el trabajo de la Comisión que copresiden la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, y llamó a "aliados y amigos a unirse en el apoyo a la libertad para el pueblo cubano".

El informe -que tiene 90 páginas de recomendaciones y propuestas- arranca proponiendo "una transición, no una sucesión" en Cuba. Para acelerarla, se sugiere "dar más medios a los cubanos para robustecer la sociedad civil, romper el bloqueo informativo impuesto por el régimen, desarrollar una estrategia diplomática contra la sucesión e impedir que el régimen use su fuerza represiva contra el cambio".

Los 80 millones de dólares (63 millones de euros) en los dos próximos años -y 20 millones de dólares anuales después- se dedicarán a proporcionar "información no censurada a través de emisiones convencionales y vía satélite e Internet, y a reforzar los movimientos democráticos" para "sostener el impulso creado por los propios cubanos para lograr un auténtico cambio democrático en su país".

El papel de Chávez

Para contrarrestar el proyecto de sucesión de Fidel Castro -"pasar el poder a su hermano Raúl y a la élite que le rodea"-, el régimen venezolano, dice el informe, jugará un papel vital. Pero "el flanco débil del eje Cuba-Venezuela es la propia Cuba", según el documento, porque, a diferencia del presidente Hugo Chávez "el régimen de Castro no tiene legitimidad electoral".

El informe -el segundo de la Comisión- está acompañado por una declaración llamada Compromiso con los cubanos, en la que se envía el mensaje de que "pueden contar con la amistad y la ayuda concreta del Gobierno de Estados Unidos en el proceso hacia una transición democrática, incluyendo ayuda humanitaria y asistencia para la recuperación económica y para la celebración de elecciones libres". Esta ayuda incluiría el envío inmediato de agua, comida, combustible y equipos médicos; mejora del funcionamiento de la red de energía eléctrica; y reconstrucción de la economía y fomento de la asistencia de otros países, asociaciones y empresas privadas.

'Listas de esbirros'

Aunque se rechaza que deba haber una caza de brujas, se recomienda la elaboración de listas de esbirros con los violadores de derechos humanos y los organizadores de los actos de repudio contra la oposición. Para Caleb McCarry, coordinador encargado de Cuba en el Departamento de Estado, las señales que indicarán que hay una transición son "la libertad de los presos políticos, la convocatoria de elecciones libres y el seguimiento de propuestas democráticas emanadas del pueblo".

"Esto va dirigido a varios públicos", analiza Eusebio Mujal-León, profesor de la Universidad de Georgetown: "A los cubanos de Estados Unidos, a los de Cuba, a las élites cubanas, a los países europeos y latinoamericanos... y en cada uno tiene un impacto diferente y abre una perspectiva distinta". Con este documento y el anterior, añade, "Estados Unidos trata de demostrar que tiene cosas que decir sobre el futuro de la democracia en Cuba"; "el gran tema es cómo Washington lidia con el nacionalismo cubano y da señales de confianza para que la gente vea que aunque haya un cambio político, no tiene por qué haber una ruptura social".

Castro, en julio de 2005 en La Habana.
Castro, en julio de 2005 en La Habana.REUTERS

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