Ha nacido un héroe
Ya hay nuevo Superman. Tras muchos intentos fallidos, el director Bryan Singer y el actor Brandon Routh, de extraordinario parecido con el inolvidable Christopher Reeve, rescatan al héroe más héroe de Estados Unidos para echarlo de nuevo a volar y salvar el planeta. Así es el nuevo y apuesto protagonista
A Brandon Routh, el mundo empezó a darle vueltas hace poco más de un año. Un perfecto desconocido con una carrera que no superaba el puñado de papeles secundarios en televisión y la letanía de que se parecía a Christopher Reeve fue elegido el nuevo Superman. Convertido en estrella de la noche a la mañana, 12 meses más tarde, Routh, de 26 años, suena mucho más cauto. "Aún no sé lo que todo esto significa, pero me preocupa que el público piense que soy un fraude. No me conocen", reflexiona ante la proximidad de la fama.
¿Acaso va a ser cierta la maldición de Superman? Al fin y al cabo, los dos actores que vistieron la capa del hombre de acero, tanto Christopher Reeve como George Reeves -el de los seriales de televisión de la década de los cincuenta- murieron trágicamente: el primero, tras años de lucha para volver a andar; el segundo se suicidó. Además, Margot Kidder, la Lois Lane por excelencia, perdió la cabeza, y Richard Pryor, uno de los malos, fue víctima de esclerosis múltiple tras una larga batalla con las drogas. "La única maldición sería rechazar el papel y que luego te pase algo", responde contundente Routh.
Sin ponerse tan trágicos, lo que sí hay detrás de Superman returns, la nueva entrega de esta saga heroica, es una epopeya de casi dos décadas, media docena de directores y cerca de una veintena de guionistas, además de los más de 200 millones de dólares invertidos para devolver el lustre a una de las figuras más conocidas de la cultura popular norteamericana. "Se trata de un Superman que busca su lugar en el universo", resume Routh de la trama y del futuro cinematográfico de su héroe, mancillado desde su última y vergonzosa aparición en Superman IV, The quest for peace. Si eso no acabó con Superman, no habrá kriptonita capaz de detenerlo ahora.
El cuerpo de Routh lleva la responsabilidad de dar forma a la ceñida malla azul y roja, pero debajo de esta nueva encarnación de Superman está la visión de uno de los alevines de Hollywood: su director, guionista y productor ejecutivo, Bryan Singer. "Él tiene siempre muy claro lo que quiere ver", afirma Routh. "Tiene un ojo increíble para los negocios", afirma la veterana Eva Marie Saint, que, tras haber trabajado con Elia Kazan en La ley del silencio y Alfred Hitchcock en Con la muerte en los talones, ahora regresa al cine como la madre adoptiva de Superman, Martha Kent. Kevin Spacey, el nuevo Lex Luthor, le adora: "Si no fuera por él, no tendría la carrera que tengo", afirma con reverencia. No es para menos: Spacey ganó su primer Oscar gracias al papel que Singer escribió para él en Sospechosos habituales. "Antes que nada es un narrador y alguien que hace lo que sea con tal de contar su historia. Es lo único que le importa".
En su oficina de posproducción, en los estudios que aún tiene Warner en el área de Hollywood, y rodeado de los carteles de propaganda de la II Guerra Mundial que colecciona, este neoyorquino no se molesta en desmentir los halagos, ni tan siquiera por modestia. Seguro de sí mismo, afirma que no puede negar su buena mano para descubrir el talento en desconocidos. "Kevin Spacey, Hugh Jackman para X-Men. Hasta Hugh Laurie para la serie House, de la que soy productor. En Estados Unidos nadie le conocía, y era poco recordado en papeles dramáticos", enumera sus sucesivos éxitos con sentimiento de propiedad. "Y ahora le toca a Brandon Routh. Aunque las proporciones de Superman son mucho más grandes que las de cualquier otro personaje. ¡Es Superman!".
Para Singer, la idea de rodar Superman returns es un sueño hecho realidad. El primer Superman (1978), el de Richard Donner, le motivó a ser director de cine. "Ése y Tiburón", aclara. Un personaje con el que se sintió identificado. "Como yo", afirma con orgullo, "Superman era hijo único. Me hacía pensar que un día descubriría esa identidad secreta que me haría Superman". Junto con Sam Raimi, director de Spider-Man, ambos son considerados los realizadores que han llevado el mundo de los superhéroes a su madurez, además de hacer de ellos una lucrativa inversión.
Ahora, Singer tiene en sus manos la mayor de las franquicias, el más popular de los personajes. Como pregunta el productor Gilbert Adler: "¿Acaso hay alguien más allá de Superman?". En danza desde hace casi siete décadas, cuando hizo su primera aparición en un cómic en 1938, Superman lleva salvando el mundo de todos los peligros imaginables en todos los soportes existentes. Los cuatro largometrajes que protagonizó Reeve a finales de los años setenta y comienzos de los ochenta recaudaron en Estados Unidos más de 318 millones de dólares. Luego las series Las aventuras de Lois y Clark y Smallville mantuvieron con vida su espíritu en la televisión. Y más allá de las butacas, Superman sigue presente en los formatos más dispares, tanto en la música de Eminem o los Flamingo Lips como en el brazo del jugador de la NBA Shaquille O'Neal, donde se puede ver tatuada la famosa "S".
También es el símbolo gráfico más fácilmente asociado con el imperialismo estadounidense, un héroe que ahora Singer quiere reconvertir para el mercado internacional en el más claro exponente de los inmigrantes: "Alguien procedente de Kripton que conecta tan bien con la cultura estadounidense; alguien que viene de fuera, pero que es criado en Estados Unidos en los valores y los sueños propios de la cultura americana".
Intentos para revivirlo ha habido muchos en los últimos 12 años. "Estas cosas toman vida por sí mismas y es difícil describirlo con palabras, más aún para alguien que procura estar fuera de la industria", farfulla Tim Burton, durante años asociado al proyecto de recuperar a Superman. Fue uno de los primeros en planteárselo junto con un aficionado a los cómics como Nicolas Cage en el papel de Superman, y su talismán de la suerte, Johnny Depp, como Lex Luthor. Burton no quiere entrar en detalles sobre lo que ocurrió: "A veces las decisiones en Hollywood tienen muy poco que ver con las cosas que realmente importan para una película".
Cage habla bastante más claro: "Lo teníamos ya muy avanzado, pero los estudios Warner se echaron atrás porque el presupuesto había subido mucho y era un momento de cautela en el estudio".
Fue el principio de una maldición que se llevaría por delante a muchos más directores y otras tantas posibles historias, incluida su muerte. Ese proyecto se llamó Superman reborn, un guión que escribió en 1994 Jonathan Lemkin (El abogado del diablo) en el que Superman moría en la página 15 del guión y sus poderes pasaban a Lois Lane, a la que dejaba embarazada de su único hijo, el llamado a salvar a la humanidad. El escritor y guionista Kevin Smith, Clerks, se adentró en una versión mucho más surrealista, en la que Superman no podía volar y se tenía que enfrentar a una araña gigante. Oliver Stone también estuvo en conversaciones con Superman, y en la versión de Wolfgang Petersen el hombre de acero iba a pelear contra Batman. "No sé de dónde sacaron semejante idea. Batman es más peleón, más torturado. ¿Pero Superman? Si todo su empeño es no pelear", se sorprende Routh.
El que parecía el proyecto definitivo, el de Brett Ratner, naufragó porque no consiguió ni el presupuesto (entre 225 y 250 millones de dólares), ni el reparto que quería; él apostó por un desconocido como Matt Bomer, mientras los estudios hacían lo posible e imposible por contratar a Josh Harnett.
Finalmente, fue Singer quien se llevó el gato al agua: "Lo primero que les dije es que se olvidaran de todas las encarnaciones anteriores y que estuvieran dispuestos a olvidarse también de lo invertido hasta el momento. Quería partir de cero y con un compromiso económico serio de su parte", afirma, como siempre, seguro de sí mismo.
Él también corría riesgos. En la balanza estaba el rodaje de la tercera entrega de los X-Men (que acabó en manos de Ratner) y la producción de una nueva versión de La fuga de Logan. Singer dejó de lado ambos proyectos y se refugió durante el patriótico fin de semana del 4 de julio en Hawai con los dos guionistas y amigos con los que hizo posible X-Men, Michael Dougherty y Dan Harris. "Siempre tuve claro que no quería hacer una nueva versión, sino retomar la historia. Clark Kent vuelve tras cinco años de ausencia y sigue siendo Superman, pero todo el mundo ha continuado con sus vidas. Su madre tiene novio, y hasta el amor de su vida, Lois Lane, tiene un hijo y un nuevo pretendiente. Todos se han acostumbrado a vivir sin él. Nadie espera su regreso, y quizá mejor que ni hubiera vuelto", resume de una trama que pulió en 72 horas y que el estudio aceptó de inmediato. Al fin y al cabo, la cartelera cinematográfica también se ha acostumbrado en estos años a vivir sin Superman en un Hollywood saturado de superhéroes. Además, por muy popular que sea el hombre de acero, su figura carece del misterio o la rebeldía de Batman o X-Men. Un héroe chapado a la antigua. "Superman es un idealista, y, de hecho, ésa es su debilidad, peor que la kriptonita", afirma buscando un hueco para este héroe que representa la lucha del bien contra el mal en medio de la ambigüedad del nuevo milenio.
Como dice Singer, al que irónicamente no le gustan los cómics, cada superhéroe tiene su cuna: "Los X-Men nacen en la década de los sesenta, en plena defensa de las libertades civiles. Los orígenes de Superman vienen de un tiempo mucho más simple, menos político. Además, su historia es ante todo una historia de amor".
Pero su germen no fue un idilio intimista, sino más bien todo un desembarco militar en Australia. Todos los hangares de rodaje de los estudios Fox en Sidney, donde se grabaron las últimas secuelas de La guerra de las galaxias, fueron utilizados para Superman returns, ya fuera para recrear con todo detalle la "fortaleza de la soledad" del Ártico que creó Donner en su Superman, construir la fachada de cinco pisos de la sede del Daily Planet o para fabricar el gran yate de lujo que Lex Luthor utiliza como cuartel central. Cualquier rincón del estudio llevaba la huella de Superman.
La película dejó también su huella fuera de las instalaciones fortificadas de los estudios: a una hora de vuelo de Sidney, en Tamworth, se creó el primer hogar de Clark Kent, esa granja que reconstruyeron en la polvorienta planicie australiana, con plantación de maíz incluida para conseguir el verdadero sabor de Kansas. Eva Marie Saint se limitó a disfrutar: "¿Sabía que en Tamworth tienen las segundas puestas de sol más bonitas del mundo? Las primeras son en Kenia, claro".
Como siempre con una sonrisa y perfectamente compuesto, Singer se muestra un poco menos embelesado por las maravillas australianas y da muestras de cansancio. La peor crisis le llegó a mitad de rodaje, cuando tuvo que detener la producción para ordenar y reordenar las ideas. "Es el mayor reto de su carrera, una gran superproducción, y aun así lo ha ejecutado con gran sofisticación", afirma Kevin Spacey. Singer suspira: "Con los años, el gusto del público se ha hecho más exquisito en lo que se refiere a efectos especiales, y hemos tenido que inventar nuevas fórmulas. Eso requiere tiempo. Y dinero. Han sido 1.500 efectos y más de 2.000 artistas trabajando en ello mientras rodábamos".
A pesar de los rumores que rondan en Internet, Singer asegura que ninguno de estos 1.500 efectos tuvieron nada que ver con la hombría de Superman, con el retoque de su paquete. Con unas mallas tan ceñidas al cuerpo no son de extrañar los comentarios; pero los hay para todos los gustos: unos dicen que se añadió volumen para dar más sexo a la historia de amor; otros apuntan a justamente lo contrario, que se disimuló, ya que se trata de una película para todos los públicos. "Lo que ve es lo que hay", afirma, cortado, el protagonista. Sin poner en duda nada, su afirmación no es del todo cierta, porque sus ojos castaños son azules en la película gracias a unas lentes de contacto y algún que otro retoque digital en el iris en los primerísimos planos. Y ese ricito en la frente a lo Estrellita Castro "Es mío. Preferimos pasar del postizo y utilizar mi propio pelo".
La identidad de Hollywood de Clark Kent-Superman también cambió a lo largo de estos años con cada proyecto. Candidatos: Nicolas Cage, Josh Harnett, Jude Law, Jim Caviezel, Brendan Fraser y Matt Damon fueron algunos de los nombres más conocidos mencionados para echar a volar.
"Siempre pensé que Superman debía parecerse a Christopher Reeve. Yo no tengo nada de Superman", respondió en su día a la prensa un Damon escandalizado con la sugerencia de encarnar a su héroe de infancia. Otros titubearon no por desvirtuar el clásico, sino por la maldición de verse encasillados en ese papel de por vida. Le pasó a George Reeves, que siempre se lamentó de haber hecho de Superman porque en la calle los niños le pegaban patadas en las espinillas para ver si era realmente invencible. Y también a Reeve, que antes de ver su carrera como actor truncada por el fatídico accidente ecuestre que le dejó tetrapléjico, nunca pudo superar en pantalla su legado como el hombre de acero. "Me protegeré los tobillos por si acaso", acierta a bromear Routh con la misma poca desenvoltura social que caracteriza a Clark Kent.
"Para mí estaba claro que Superman tenía que ser un desconocido, alguien con el que todos nos podamos identificar sin tener que preocuparnos por la huella que dejó en otras películas. Se trata de un héroe que sale de la conciencia colectiva de cada generación", resume Singer.
El director vio a cientos y cientos de candidatos antes de decidirse por Routh. Una vez decidido, tanto él como la productora y el propio actor se han desvivido en desgranar parecidos entre Clark Kent y Brandon Routh que van más allá de lo físico. Los dos tienen esa mentalidad rural que les da su origen (Kent, de Kansas; Routh, de Iowa, como el otro Reeves), a ambos les falta gracejo social (al menos, Routh tiene novia reconocida, la actriz Courtney Ford) y los dos tienen buena planta. "No nos engañemos", añade el actor, "porque si bien todo esto es cierto, lo que también es seguro es que no me hubieran escogido de no ser por mi parecido con Christopher Reeve".
La imagen del fallecido actor ha quedado unida de manera indeleble a la de Superman. "Recuerdo haberle visto jugar al tenis en Cannes el mismo año que yo presentaba Sospechosos habituales y disfruté sólo viéndole jugar", comenta Singer. Y Routh disfrutó con sus películas, incluso las malas. Pero ninguno de ellos llegó a conocerle; cuando echaron a rodar el proyecto, el actor ya había muerto. "Me hubiera encantado conocerle", añade Routh. Aun así, la producción recibió las bendiciones de la esposa del actor, Dana Reeve, quien, antes de fallecer de cáncer de pulmón un año más tarde que su marido, envió una carta al joven actor. "Ella y los seguidores de esta saga me hicieron ver que somos mucho más que actores, que somos los guardianes de un legado que pertenece a todos y que va cambiando con el tiempo", añade Routh.
Hay cosas que no cambian, como la sorprendente presencia del fallecido Marlon Brando, a quien también han resucitado para retomar el papel de Jor-El gracias a los descartes del primer Superman. Las notas de John Williams también volverán a sonar triunfales con cada vuelo del hombre de acero, aunque la banda sonora sea de John Ottman.
'Superman returns' quiere ser la continuación de las películas de Donner, Superman I y Superman II, olvidando que los desastres Superman III y Superman IV existieron. Es lo que su director llama "un delicado equilibrio" entre lo nuevo y la leyenda, un balance que se deja sentir a lo largo de toda la película. "Atemporal porque puede suceder en cualquier momento. Así, los coches y el vestuario son retro, de los años treinta, con colores suaves", describe. El traje de Superman se puede incluir también entre las cosas que no cambian. "Hay algo en ese atuendo, algo de lo que también se da cuenta el propio Superman, porque Clark Kent podría ir salvando al mundo en camiseta y vaqueros si quisiera, pero no sería lo mismo", apunta Routh.
Hay cosas que sí se han transformado en el Superman de Singer. "Pequeños detalles", dice, como el hecho de que la "S" en el pecho tiene relieve y está formada por miles de pequeñas eses que brillan. O que la inicial que en ocasiones lució en la capa ya no está. "Quise evitar todo lo que pareciera una pegatina". En total fueron unos 150 trajes, ya que, como recuerda, "se destruían con facilidad". Además, no todos son iguales. Los hay para volar, otros de manga más larga para esas poses en las que el brazo se adelanta vigoroso y otros que deben ocultar lo mejor posible esos cables que aún facilitan las escenas de vuelo.
"No hay nada comparable a la primera vez que te pones el traje. Al principio sientes un poco de vergüenza, pero luego es un momento muy poderoso, la sangre fluye con más fuerza y te sientes más grande", se deleita Routh de los momentos más agradables del rodaje, que también fue "una tortura", con sus interminables pruebas para conseguir el traje adecuado y las continuas secuencias de acción, suspendido de cables para las innumerables acrobacias.
Aun así, tanto Singer como Routh se muestran contentos con su obra. El actor repetirá, porque ha firmado un contrato que abarca tres películas. Singer tiene ideas para una segunda parte, pero ni quiere compartirlas, ni desea confirmar si se animará a la continuación. Habrá que esperar a ver cómo responde el público ante Superman returns para saber si el hombre del futuro ha encontrado su lugar en el cine de hoy.
La película 'Superman returns. El regreso' se estrena en España el próximo día 12 de julio.
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