Nueve veces virgen
Los cirujanos plásticos ofrecen operaciones para reconstruir el himen. ¿Razones? Religión, tradición y capricho
Ya en el siglo XV, la Celestina, el personaje de Francisco de Rojas, se dedicaba al oficio de hacer renacer la pureza de la mujer: "Esto de los virgos, unos los hacía de vejiga y otros curaba de punto. Tenía en un tabladillo (...) unas agujas delgadas de pellejeros e hilos de seda encerados, y colgadas allí raíces de hojaplasma y fuste sanguino, cebolla albarrana y cepacaballo; hacía con esto maravillas: que, cuando vino el embajador francés, tres veces vendió por virgen una criada que tenía". A la alcahueta Celestina se atribuía haber "hecho y deshecho" más de 5.000 hímenes, prueba de honra y castidad.
Seis siglos más tarde, María José Barba pasa consulta en un pulcro despacho de la calle de Orense, en Madrid. Allí ofrece, por 2.000 euros, y entre liposucciones y rejuvenecimientos faciales, lo que hoy se llama himenoplastia o himenorrafia. No tiene raíces de hojaplasma, pero en 15 minutos y en un quirófano, con anestesia local y un sencillo posoperatorio, cualquier mujer puede recuperar la virginidad perdida. O su apariencia.
La mayoría de las pacientes son musulmanas y chicas de etnia gitana
María (nombre ficticio), prostituta de 25 años, ha pasado ocho veces por su consulta para comprar la ficción de su inocencia. Superando a la criada del embajador francés de La Celestina, ella ha sido nueve veces virgen. Ocho hombres han pagado 6.000 euros cada uno para ser el primero. Ella ha ganado 48.000. La cirujana que la ha operado cuenta que existen "pujas de vírgenes", subastas celebradas en despedidas de soltero en las que el mejor postor desflora a la chica.
Pero éste es un caso aislado. María José Barba hace unas 40 operaciones al año y las pacientes son en su mayoría musulmanas y gitanas de entre 20 y 25 años a punto de casarse. Con miedo a las consecuencias sociales de que el marido sepa su pasado sexual.
¿Es la himenoplastia una forma de engaño? "De ninguna manera", responde María José Barba. "Yo presto una especie de servicio social a través del cual muchas chicas que sufren las consecuencias machistas de la religión o de alguna tradición pueden eludir el sufrimiento y la vergüenza que les inflige", aduce. Ellas no quieren hablar del tema. Los cirujanos explican que todo se trata con un gran secretismo. Que ellas tienen miedo de que algún familiar o conocido se entere de que han pasado por la clínica. Algunas, asustadas, no vuelven a la revisión posoperatoria.
Francisco Santiago, coordinador de la Unión Romaní, desconoce la existencia de estas prácticas. "Tengo 58 años y es la primera vez que oigo que algo así ocurre", dice extrañado, "pero me parecería un engaño, sin duda". La himenoplastia permitiría salir airosa a cualquier mujer con antecedentes sexuales de la tradicional prueba del pañuelo que la comunidad gitana practica a las novias el día de su boda. "La virginidad es muy importante", explica Santiago. "Una mujer, desde pequeña, honra con ella a su familia. Si la pierde de forma accidental, la familia debe notificarlo de inmediato para que quede constancia el día de la boda. Así no hay que reconstruir nada". Que la mujer no sea virgen, según él, "no es ninguna tragedia, pero le impide casarse de blanco". Pero ahora, por 2.000 euros, puede hacerlo.
Al menos otras tres clínicas en España ofrecen esta operación. Pueden localizarse en Internet. Valenzuela, otro especialista en la materia, trabaja en un centro de planificación familiar en Barcelona y empezó a hacerlo "simplemente porque había demanda". ¿Cómo se aprende? "No se enseña en universidades. Aprendes viendo a otro médico", indica. Barba aprendió en Estados Unidos y lo ofrece entre sus tratamientos. No hay cifras, pero la mayoría de los médicos aseguran practicar unas 30 o 40 al año.Pérez Macías, presidente de la Sociedad de Cirujanos Plásticos y Reparadores de España, explica que es una práctica minoritaria. "Posiblemente ahora hay más demanda por la inmigración: el segmento de población femenina musulmana es mayor".
La operación es sencilla. Si hay restos de himen, se cosen. Si no, se hace uno nuevo con tejido de las paredes de la vagina. La paciente no precisa hospitalización y tiene que estar entre 15 días y un mes sin mantener relaciones sexuales. Hasta que se caigan los puntos, para que no haya hemorragia.
En EE UU se ha impuesto como moda entre mujeres que quieren regalar a su pareja una supuesta virginidad. Un juego, un símbolo de que esa persona ha sido la única importante. La Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos asegura que es una de las cirugías más demandadas de los últimos años. El tema fue recientemente portada del diario económico The Wall Street Journal.Aunque la operación es habitual, todavía levanta ampollas. David Matlock, conocido especialista en cirugía genital de Los Ángeles (California), no quiere hablar del tema porque ha recibido amenazas de muerte de grupos ultrarreligiosos, afirma su jefa de prensa.
En España también hay casos de capricho. El cirujano plástico José Márquez Serres relata que una mujer acudió a su clínica de Sevilla porque quería celebrar las bodas de plata con su marido ofreciéndole el simulacro de su despertar sexual. Y aunque estos pacientes no son los más frecuentes, él está convencido de que no hay más demanda "porque mucha gente desconoce que se puede hacer".
¿Y la virginidad masculina? "Bueno, el hombre puede hacer lo que quiera... y no hay manera de comprobar su virginidad", responde el coordinador de la Unión Romaní.
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