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Columna
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¿Le interesa la política internacional?

Andrés Ortega

Tras un atareado final de 2005, en los últimos tres meses el presidente del Gobierno no ha viajado al extranjero. Eso no significa que no haga política exterior, ni que haya un parón, pues esta semana misma tendrá el Consejo Europeo, seguido de otros encuentros, entre ellos una esperada próxima cena en Berlín con la ahora referencial canciller alemana, Angela Merkel, que rehúye de los ejes y triadas de las que, con Berlín y París, se había beneficiado Zapatero. La propuesta Alianza de Civilizaciones va contando con más adeptos: en el portentoso vacío de ideas en el mundo internacional es de lo poco que se ha puesto sobre la mesa, aunque esté aún en un proceso de cocción. Y con su anuncio de que España aceptará sin más plazos la libre circulación de los trabajadores de los nuevos Estados miembros de la UE, Zapatero se ha metido a Polonia y a los demás en el bolsillo, aunque su visión de Europa tenga poco que ver con la de los nuevos.

Junto a un debate previsiblemente en falso sobre una política común de energía, la libre circulación de personas será uno de los temas estrella del Consejo Europeo de primavera en el que no parece que vaya a darse un nuevo impulso a la integración y modernización económica de la UE. En esto, como en la recuperación de la Constitución europea, todo está parado hasta después de las elecciones en Francia en 2007. Hoy por hoy, Europa está varada, y las posibles ideas concretas de futuro, alemanas, españolas u otras, si las hubiere, caerían en saco roto.

Aznar no se volcó verdaderamente sobre la política exterior hasta muy entrado su primer mandato. Pero en el último año, hasta la llegada de Merkel, ha habido un vacío de liderazgo en Europa, ocasión de llenarlo que Zapatero ha desaprovechado. Quizá porque Zapatero sea, de forma muy esencial, un convencido parlamentario. Quizá porque la agenda política interna está sobrecargada. Está al frente de un Gobierno minoritario con grandes desafíos como el Estatuto catalán y el posible proceso de paz con ETA. Pero resulta extraño que un presidente que llegó al poder gracias en buena parte a la política exterior -a la oposición social a la guerra de Irak-, no esté más empeñado en dejar una impronta mayor en este terreno. Algunas cosas han cambiado sustantivamente, pues a las ya mencionadas y a la retirada de Irak (fue el primero, pero varios otros le están siguiendo, si bien de otra forma), hay que añadir el nuevo esfuerzo y reorientación en la cooperación al desarrollo, con un sustancial aumento de fondos.

El partido en el Gobierno, el PSOE, por su parte, le está dejando campo libre al Partido Popular en un asunto tan fundamental como son las relaciones con Estados Unidos. El PP, a través de Aznar y la fundación FAES, la ex ministra Ana Palacio, Rodrigo Rato desde el Fondo Monetario Internacional, y de otros, ha comprendido bien cómo funciona el sistema americano, y se ha introducido en diversos think tanks y nodos de relaciones, Aunque faltas de originalidad (son ideas aunque polémicas bastante trilladas), la FAES ha hecho propuestas concretas sobre la transformación de la OTAN o la instauración de un área transatlántica de libre comercio, mientras el primer partido carece de iniciativa en estas cuestiones importantes. Y no es conveniente esperar a ver quién gana las elecciones en 2008, pues quedan casi tres años para que haya un nuevo inquilino en la Casa Blanca. Es conveniente sembrar antes.

Cuando Villepin estuvo en Madrid, Zapatero señaló que habían hablado también de la situación en Oriente Próximo y de Irán, los temas más calientes del momento mundial. Pero las preguntas (pocas por falta de tiempo) en la conferencia de prensa se centraron en ETA, en la falsa saga de la famosa mochila del 11-M y en el Contrato de Primer Empleo francés. Realmente, ¿a quién le interesa la política internacional? aortega@elpais.es

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