Israel y EE UU discrepan sobre la financiación de la autoridad palestina
Washington pretende apoyar al presidente Abbas para limitar el poder de los islamistas
La victoria de Hamás en las elecciones palestinas ha trastocado la habitual identidad de criterio de Estados Unidos e Israel. La financiación de la Autoridad Nacional Palestina y el papel que debe desempeñar su presidente, Mahmud Abbas, han provocado notorias discrepancias. Washington desea ahora apuntalar al mandatario ante el temor de que los islamistas, que formarán el próximo Gobierno, le coman el terreno. Pero el Ejecutivo israelí, que ayer calificó a Abbas de "irrelevante", no está dispuesto a plegarse a concesiones en materia financiera.
El subsecretario de Estado para Asuntos de Oriente Próximo, David Welch, durante su primera visita a la región tras el triunfo de Hamás en las elecciones del 25 de enero, prometió el sábado al presidente Abbas que "Estados Unidos mantendrá su compromiso respecto a la ayuda humanitaria que ha aportado al pueblo palestino" a través de USAID, la agencia oficial de cooperación estadounidense. Las palabras del enviado norteamericano no fueron del agrado del Gobierno israelí.
El ministro de Defensa, Saul Mofaz, discrepó sobre las ayudas que el diplomático prometió a Abbas. "Ha habido desacuerdos", apuntó ayer Mofaz tras su reunión con Welch. Conjugar los intereses de ambos es labor muy complicada. Los norteamericanos temen que otros países árabes e islámicos, especialmente Irán, aporten la financiación -unos 85 millones de euros mensuales- que requiere desesperadamente la Administración palestina en el supuesto de que Washington y Bruselas, principales donantes, suspendieran sus ayudas. Israel asegura que dichos fondos acabarán en manos de la Autoridad Nacional Palestina, cuyo primer ministro ya designado es Ismail Haniya, uno de los jefes de Hamás en Gaza, quien ayer desmintió las declaraciones que le atribuyó el diario The Washington Post acerca de un eventual reconocimiento del Estado judío si éste se retira totalmente de Cisjordania y reconoce el derecho al retorno de los refugiados palestinos.
Cierto es que desde hace años, al igual que sucede con infinidad de programas de asistencia impulsados por la UE, USAID ha patrocinado numerosos proyectos en los territorios palestinos y que muchos de ellos han sido gestionados por asociaciones controladas por la red social de Hamás, sobre todo en la franja de Gaza. De ahí que Israel asegure que los recursos puedan ser utilizados por los dirigentes islamistas.
Tras las reuniones que Welch sostuvo con Mofaz y la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, afloraron diferencias más profundas. Mientras el enviado de Washington reiteró su apoyo a Abbas, la responsable de la diplomacia israelí calificó al presidente palestino de "irrelevante", en unas referencias idénticas a las empleadas en su día contra Yasir Arafat.
"No puede ser la cara amable de un Gobierno terrorista", declaró a la radio pública israelí en alusión al Ejecutivo que encabezará Haniya. Y añadió: "Será un grave error si la comunidad internacional cae en los brazos de Abbas después de la llegada al poder de Hamás. Sólo un mensaje fuerte y agresivo producirá resultados en el futuro". Pero tampoco antes de que el movimiento fundamentalista se alzara con el triunfo ha gozado Abbas de la consideración del Ejecutivo de Ariel Sharon, que ayer cumplió 78 años postrado en coma en un hospital de Jerusalén.
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