Reflexiones vitales de un empresario

Son 391 páginas de vida. Tras varios pregones, algunos artículos, docenas de presentaciones, decenas de discursos, unas cuantas conferencias, dos prólogos y una reflexión previa, Francisco Rodríguez relata sus reflexiones vitales, las de un empresario muy vital que hace cinco años comenzó a plasmar sus impresiones con el inicio del recorrido de "un tren de cercanías" (Desde un tren de mercancías) y que, como reza este título de hoy, "prosigue su recorrido".

Presidente del grupo multinacional lácteo Reny Picot, Rodríguez trata de "reflejar la experiencia de alguien dedicado a la industria y que, sin embargo, quiere permanentemente hacer compatibles la vida profesional y la vida a secas". Y añade que la misión de estas páginas sigue siendo la de "contribuir a alertar, desde la experiencia profesional, a quienes toman las decisiones políticas". Resalta en uno de sus ejemplos las contradicciones de dos líderes europeos en cuanto a intereses cercanos, y así, mientras Blair, un socialista muy nouvelle vague, se declara partidario de deshacer la Política Agraria Común (PAC), Chirac, un neogaullista histórico y como tal "intervencionista hasta la médula", se opone a que se eliminen las subvenciones "que tanto han favorecido" a Francia.

Rodríguez parece la antítesis de la creencia popular y representa "el aprecio mutuo entre el intelectual y el empresario", según recordó el ex ministro José Manuel Otero Novas, que presentó el libro hace unos días en un foro madrileño, ya que emplea "tesis serias con un lenguaje comprensible". El empresario naviego, con factorías de productos lácteos en diversos continentes -fabrica quesos en Francia, México, Estados Unidos, China... y por supuesto en Anleo (Navia, Asturias)-, despliega casi tanta actividad cultural como en los negocios.

Y en este libro, este lechero universal muestra sus pensamientos, muchos a favor y bastantes en contra, sobre la Unión Europea. Para él, "creador de empleo, de ideas y de ilusiones", que lucha contra los "fundamentalismos enmascarados" de la Europa comercial, los trabajadores del campo son "los raíles por donde circula el tren de la Unión Europea", en la que nuestro país ingresó hace ahora veinte años.

Y habla de la "paradoja de las cuotas lácteas en España, país deficitario en leche y lácteos" -"Soy consciente de lo sombrío de esta perspectiva. Pero es ahora cuando se ven los efectos perniciosos para España de una cuota lechera insuficiente, que ha trastocado el sector, incrementando los costes de producción, debilitando nuestra condición para competir y comprometido el futuro", señala Rodríguez al tratar este tema-, del "hecho de que los españoles estemos acostumbrados a que se tomen de forma permanente "decisiones comunitarias" sin contar con los afectados, puede significar que damos por bueno el déficit democrático que tales decisiones llevan aparejado" y de esa "Europa unida, donde el principio de igualdad de oportunidades y el del mantenimiento de los privilegios históricos aparezcan como lo que realmente son, antagónicos".

A pesar de estas ideas repartidas a lo largo de las páginas de libro, Rodríguez, conversador entusiasta y emprendedor donde los haya, lejos de lo que sus críticas parecen suponer, es un europeísta convencido y practicante. Y en la obra, el autor refleja su preocupación por humanizar la función del empresario.

El libro comienza con dos prólogos escritos por dos personajes bastante antagónicos en las ideas políticas y quizá en las económicas: uno, del que fue eurodiputado de la antigua Alianza Popular, Salvador Garriga, y otro, del ex alcalde de Oviedo y actual eurodiputado socialista, Antonio Masip, pero que resaltan la calidad del autor, conferenciante, melómano, ameno conversador -lo que se refleja en la lectura de la obra- y, sobre todo, empresario.