_
_
_
_

Un alicantino lleva cuatro años en lista de espera para una operación de mandíbula

La patología impide al enfermo masticar y le provoca una progresiva pérdida de peso

eAlejandro Ripoll, un alicantino de 25 años con prognatismo -mandíbula inferior que sobresale más allá del plano de la cara-, lleva cuatro años en lista de espera para ser operado. El único servicio público de cirugía maxilofacial de Alicante, en el hospital de San Juan, está saturado. La patología impide a Alejandro masticar una simple manzana. Sus padres denuncian los "indignantes" comentarios de algunos médicos que animan a su hijo a pedir un préstamo y operarse en una clínica privada. La Consejería de Sanidad valenciana no supo ayer cuantificar la lista de espera.

Alejandro Ripoll tomó conciencia de su problema físico al intentar acceder al Conservatorio de Danza. El centro lo rechazó en dos ocasiones porque bailaba con la boca abierta. Sus padres y los médicos pensaron, primero, que padecía problemas en la nariz para respirar correctamente, pero los especialistas descartaron esta hipótesis. En 1999, Alejandro visitó la clínica privada del doctor Valiente, que es a su vez cirujano del servicio de maxilofacial del hospital de San Juan, en Alicante. El facultativo le diagnosticó una deformación mandibular conocida con el nombre de prognatismo. La solución al problema pasaba inevitablemente por la intervención quirúrgica.

Y en espera del momento de la operación, Alejandro, que ahora cuenta con 25 años, ve cómo cada día aumentan los problemas derivados de su patología: no puede comer bien, ni tampoco masticar pan duro; su dieta está basada en purés, caldos y comidas suaves, un régimen que le está provocando una notable pérdida de peso. Las dificultades para alimentarse se evidencian en su peso, apenas 55 kilogramos para una altura de 1,75 metros.

En abril de 2000, Alejandro acudió a otra consulta privada de tratamiento de ortodoncia donde le diagnosticaron una "disarmonía esquelética de maxilar y mandíbula, cuya corrección completa precisa de un tratamiento combinado de ortodoncia y cirugía ortognática, debido a su severidad". A partir de ahí se gastó casi 6.000 euros para costear los preparativos preoperatorios.

En 2002 pasó del ortodoncista al maxilofacial, y desde esa fecha forma parte de la lista de espera de la sanidad pública. Inició así un periplo por médicos especialistas, tanto privados como públicos, que todavía no ha concluido. "Vamos a luchar hasta el final; es mi hijo y necesita esa operación", explica indignada su madre, Blasa Vigara.

Fuentes sanitarias apuntan que en los hospitales públicos valencianos donde se practica esta intervención, al ser poco frecuente, se suelen aprovechar los huecos de actividad y se adapta al plan de trabajo de los cirujanos para que no pase más de unas semanas. En la extracción de molares, sin embargo, la espera puede rondar el año y medio.

"Presión asistencial"

Alejandro ha denunciado su caso por escrito ante el servicio de atención al paciente de la Consejería de Sanidad. El departamento de la sanidad pública valenciana se limitó a reconocer que, efectivamente, sigue en lista de espera, y argumentó que este retraso está motivado por la "gran presión asistencial que soporta este servicio". Este periódico solicitó el miércoles a la Consejería de Sanidad de la Generalitat los datos de lista de espera en el servicio del hospital, sin obtener respuesta. La sección sindical de CC OO en este centro hospitalario asegura que el tiempo de espera medio para una primera visita cuando a un paciente le duele la muela del juicio y sufre una inflamación es de unos tres años, y desde ese momento hasta la operación de extracción de la muela dañada, si requiere anestesia local, tardan unos nueve meses. Si es anestesia general, alcanza el año. "El servicio se bloquea, su capacidad quirúrgica es limitada", reconoce Salvador Roig, de CC OO.

Alejandro y sus padres denuncian, además, que facultativos del servicio maxilofacial de este hospital público le han insinuado hace unos días: "Si quieres que te opere, ponte a trabajar, haz un préstamo y en una clínica privada te operamos enseguida".

Los gastos de esa intervención quirúrgica rondarían los 12.000 euros. De momento, Alejandro ha invertido ya 6.000 euros en consultas privadas de los odontólogos y los médicos especialistas. "Tengo derecho a que la sanidad pública me opere", reclama el joven, quien considera que el problema de fondo es que la unidad del hospital de San Juan es la única de la provincia de Alicante y que los médicos de allí también trabajan en sus clínicas privadas. "Es un problema de injusticia social: el que tiene dinero y le duele una muela paga y se la sacan", asegura Roig, "pero en realidad el beneficio es para la clínica privada".

Alejandro Ripoll Vigara, junto a su madre, Blasa Vigara Tejero.
Alejandro Ripoll Vigara, junto a su madre, Blasa Vigara Tejero.OLIVARES NAVARRO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_