Suspenso en medio ambiente
Las principales organizaciones conservacionistas y ecologistas de España -SEO-Birdlife, Greenpeace, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción y WWF/Adena- han evaluado recientemente la actuación ambiental del Gobierno de Zapatero tras dos años de gestión. El resultado ha sido un suspenso sin paliativos. El suspenso está, a pesar de los notables esfuerzos realizados por la Ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, a mi entender justificado. A nadie que conozca el tema ha podido sorprender ese mal resultado.
Hace apenas unas semanas el director del informe Índice Mundial de Medio Ambiente el profesor de la Universidad de Yale (USA) Daniel Esty señalaba (El País, 24 de enero 2006) que "España se precia de ser una de las economías más dinámicas de Europa, pero está creciendo a costa del medio ambiente, con gran participación de la construcción. Y éso a la larga se paga". En el ranking de sostenibilidad elaborado por las Universidades de Yale y Columbia, la Comisión Europea y el Foro Económico Mundial, España ocupa el puesto 20 entre los 29 países más industrializados.
España es el Estado con más expedientes por infracciones ambientales abiertos en la Comisión Europea
El documentado y exhaustivo Informe de Sostenibilidad presentado el año pasado por el Observatorio de la Sostenibilidad en España -dirigido por Domingo Jiménez Beltrán, ex Director de la Agencia Europea del Medio Ambiente- no deja dudas respecto al carácter ambientalmente insostenible del modelo de desarrollo vigente. De 24 indicadores relacionados con el cambio climático, el uso de recursos naturales (energía, materiales, agua, suelo), la biodiversidad y la calidad ambiental, 16 presentan un estado actual y una tendencia negativos; cinco una situación no definida y sólo tres presentan un estado y tendencia positivos.
Los resultados del análisis muestran una "superasociación" entre el crecimiento económico y el uso de recursos clave como la energía, el suelo y el agua. Es decir, no sólo no se avanza en el desacoplamiento que requiere la sostenibilidad -generar más con menos, ser más ecoeficientes-, sino que progresivamente el sistema económico requiere más recursos naturales para obtener una unidad de producto.
En un momento en que la comunidad internacional ha situado el tema del cambio climático en lo más alto de su agenda política, España es el país industrializado que presenta los peores ratios de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a los acuerdos del Protocolo de Kioto, con un nivel de emisiones en torno al 45% superior al del año de referencia 1990, cuando el compromiso es no superar el 15% entre 2008-2012. Es el Estado miembro de la UE-15 con más expedientes por infracciones ambientales abiertos en la Comisión, el 18% del total. El propio Parlamento Europeo ha solicitado recientemente la paralización de macroproyectos urbanísticos en el litoral mediterráneo, en vista del desbarajuste que asola nuestro litoral.
España presenta una enorme resistencia para modernizar su modelo de desarrollo en claves de sostenibilidad ambiental. Esa resistencia contrasta con la notable facilidad con que España ha sabido modernizarse en los aspectos relacionados con las costumbres sociales y los derechos cívicos. Así, mientras que en esos temas nos hemos convertido en uno de los países más avanzados del mundo, en lo relacionado con la adecuación del desarrollo económico a la preservación del medio natural y a la mejora del medio ambiente la situación sigue siendo lamentable.
Muchas de las tendencias negativas señaladas tienen raíces profundas y son herencia del pasado. Por tanto, el suspenso no es por la situación del medio ambiente en sí, sino por la falta de voluntad política por parte del Gobierno para modificarla, para reorientar de manera decidida el desarrollo en una dirección diferente. En la socialdemocracia internacional existen ejemplos cercanos positivos que podrían ser referentes. Gran Bretaña, gobernada por los laboristas desde hace casi una década, ha emprendido una ambiciosa senda hacia la sostenibilidad, muy especialmente en lo referente a la lucha contra el cambio climático.
Dentro de ese contexto, el principal partido de la oposición en el Parlamento vasco, el socialista, no ha sido una excepción. Cuesta encontrar un solo proyecto desarrollista significativo en los últimos años -desde la autopista Supersur del Bilbao metropolitano, al proyecto del puerto exterior de Pasaia, pasando por la artificialización generalizada del territorio por infraestructuras lineales y la creación indiscriminada de polígonos industriales,... - que haya encontrado un discurso alternativo en la mencionada oposición en clave de sostenibilidad ambiental y territorial.
España se encuentra entre las diez economías más poderosas del planeta. Sin embargo, en términos de sostenibilidad ambiental estamos más cerca de China que de Noruega o Finlandia. Este año se conmemora el 75 aniversario de la proclamación de la República la madrugada del 14 de abril desde el balcón del Ayuntamiento de Eibar. Buen momento para recordar el espíritu libertario, republicano, laico y modernizador que el socialismo ha representado en el País Vasco y en el conjunto del Estado desde hace más de un siglo.
Somos muchos los que creemos que a comienzos del siglo XXI la visión de una sociedad moderna, avanzada, progresista ha de ser formulada en clave de sostenibilidad. Lo contrario es permanecer anclado en un paradigma obsoleto, carente de visión a largo plazo, ajeno al pensamiento y los valores más avanzados de las sociedades de nuestro entorno europeo. Esa falta de visión significa el suspenso hoy de los grupos sociales conservacionistas y ecologistas, y significará mañana el suspenso de las generaciones venideras.
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