Bush defiende su estrategia de permanecer en Irak hasta "la victoria total"
El presidente de EE UU pide paciencia y desoye a quienes exigen un calendario de retirada
El presidente de EE UU, George W. Bush, aseguró ayer que nunca aceptará "nada que no sea la victoria total" en Irak. "EE UU no huirá de coches bomba y asesinos mientras yo sea el comandante en jefe", dejó claro Bush. Haciendo frente a las crecientes dudas sobre su estrategia, el presidente pronunció ayer un discurso en la Academia Naval de Annapolis (Maryland) en el que glosó los progresos alcanzados en el adiestramiento de las fuerzas iraquíes y garantizó que éstas están gradualmente tomando el control de los combates, aunque dijo que el proceso "llevará tiempo" y pidió paciencia.
En un discurso continuista -el primero de una serie sobre la estrategia de EE UU en Irak antes de las elecciones del próximo día 15- sobre su política en aquel país árabe, el presidente aportó pocos nuevos datos y no despejó ninguna incógnita sobre una futura fecha de retirada de tropas.
Por primera vez, y poco antes de que Bush se dirigiese a la nación, la Casa Blanca hacía público un documento no clasificado en el que se detalla la estrategia para "la victoria en Irak", y en el que se excluye un calendario para la retirada del Ejército. "Ninguna guerra se ha ganado jamás con un calendario", se asegura en el documento, de 38 páginas, elaborado por el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Bush aseguró en su discurso que establecer una fecha de retirada supondría mandar el mensaje de que "EE UU es débil y abandona a sus amigos", en referencia al pueblo y al Gobierno iraquíes. El texto del documento dice por su parte: "Esperamos, pero no garantizamos, que nuestra posición de fuerza cambie el año próximo a medida que los procesos políticos avancen y que las fuerzas de seguridad iraquíes crezcan y ganen experiencia". También precisa que Irak debe ser un país "pacífico, unido, estable y seguro, bien integrado en la comunidad internacional, y un socio contra el terrorismo".
"A medida que las fuerzas iraquíes ganen experiencia y el proceso político avance, estaremos capacitados para reducir el número de tropas en Irak sin perder nuestra capacidad para derrotar a los terroristas", dijo Bush a una audiencia de militares entregados a su causa. Frente al micrófono, llegando a las lágrimas cuando recordó a un soldado caído en batalla que hasta su último aliento supo que luchaba por "la libertad", Bush apuntó que "la decisión sobre el número de tropas en Irak se decidirá en función de las condiciones sobre el terreno y el buen juicio de nuestros comandantes, nunca por un calendario artificial establecido por los políticos en Washington".
Una vez más, Bush recurrió a la II Guerra Mundial y a la guerra fría -que acabó con la derrota del comunismo- para equiparar ambos periodos históricos con la guerra actual contra el terrorismo. El presidente clasificó en tres grupos a los enemigos de EE UU en Irak: el frente del rechazo (los suníes árabes a quienes les fue bien bajo el régimen de Sadam Husein y han perdido influencia y poder), los sadamistas (miembros activos del antiguo régimen) y los terroristas (asociados con Al Qaeda).
Dos años y medio después del final de la guerra, Irak continúa sumido en la violencia. Bush se enfrenta a un escepticismo social creciente sobre el papel de EE UU en Irak, así como a un coro de voces cada vez más numeroso que exige el regreso de los soldados y critica a la Casa Blanca.
Desde que se produjo la invasión, en marzo de 2003, el número de soldados estadounidenses desplegados en Irak oscila entre 150.000 y 160.000. Casi 16.000 militares han resultado heridos. Seis de cada diez norteamericanos, según un sondeo de AP-Ipsos, desaprueban la gestión del presidente en Irak.
Incluso antes de que el presidente Bush acabase su discurso en Annapolis, el líder de los demócratas en el Senado, Harry Reid, hizo público un comunicado en el que recalcaba que una vez más Bush reciclaba su agotada retórica de "mantener el rumbo" y una vez más perdía la oportunidad de desplegar una estrategia real para triunfar en Irak, lo que haría posible que "nuestras tropas regresasen a salvo a casa".
A la voz del senador Reid se unió la del ex candidato demócrata a la Casa Blanca John Kerry, que acusó al presidente de "ignorar la realidad". "Nadie pide un calendario artificial, reclamamos un calendario realista y que garantice el éxito", replicó Kerry a Bush.
"Algunos críticos insisten en que no tenemos un plan para Irak, excepto mantener el rumbo", prosiguió Bush en Annapolis. "Si por 'mantener el rumbo' quieren decir que no permitiremos que los terroristas quiebren nuestra voluntad, entonces están en lo correcto. Si por 'mantener el rumbo' quieren significar que no permitiremos a los terroristas de Al Qaeda convertir Irak en el Afganistán de los talibanes, un lugar seguro para que los terroristas lancen ataques contra EE UU, también están en lo correcto". Y siguió: "Pero si por 'mantener el rumbo' quieren significar que no aprendemos de nuestra experiencia o que ajustamos nuestras tácticas para enfrentarnos a los desafíos sobre el terreno, entonces están muy equivocados".
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