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Reportaje:

Fuera los malos humos

Los empresarios muestran sus dudas y preocupaciones ante la entrada en vigor de la ley para combatir el tabaquismo

¿Es posible despedir a un trabajador por fumar en el centro de trabajo? ¿Se puede establecer una política de no contratación de fumadores? ¿Se pueden fumar puros durante el banquete de boda si éste se celebra en un espacio habilitado expresamente para ello pero hay menores? ¿Deben llegar a un acuerdo los empresarios con sus empleados fumadores para permitirles que fumen fuera del centro de trabajo durante su jornada laboral?

Estas preguntas forman parte de las numerosas dudas que asaltan a los empresarios ante la inminente entrada en vigor de la Ley de Prevención del Tabaquismo y que el jueves se pusieron de manifiesto durante una jornada informativa organizada por el SEA-Empresarios Alaveses. La aplicación de la normativa va a conllevar importantes conflictos laborales, tanto entre los trabajadores y el empresario, como entre los propios empleados. Es un vaticinio de Carlos Calisalvo, el director del departamento laboral del despacho de abogados Cuatrecasas, que fue el ponente que trató de instruir a los empresarios sobre lo que se les viene encima.

Y para muestra, el testimonio de un empresario que participó en la jornada. "Uno de los empleados ya nos ha advertido de que no fumar le provoca estrés y que en esa situación puede ocasionar un accidente. ¡Y se trata de un montador de estructuras!". La respuesta de Calisalvo ante esta cuestión fue tajante: "No va a ser posible fumar dentro del centro de trabajo ni por acuerdo entre los trabajadores. El empresario ni siquiera está obligado a dejar que el trabajador vaya a fumar fuera de la fábrica, en la calle. La única posibilidad es que ese fumador llegue a un acuerdo con el empresario para compensar el tiempo que pierda fumando fuera del centro".

Pérdida de jornadas

Según algunas estadísticas, una persona que fuma cuatro cigarrillos al día durante su jornada laboral pierde fumando una media de 28 jornadas laborales al año. Para ese cálculo, se ha tenido en cuenta que en cada pitillo puede invertir una media de diez minutos entre fumarlo y salir de su puesto de trabajo y volver a él. La única manera de compensar esa pérdida es llegar a algún acuerdo con el empresario. "Se trata de regular este nuevo aspecto, como ya aparece la pausa para tomar el café o el bocadillo. En los convenios colectivos es donde deben aparecer reguladas las compensaciones y todo lo relacionado con el tabaco: dónde se puede fumar, en qué momento, durante cuánto tiempo", aconseja Calisalvo.

Además, las posibles concesiones a los fumadores implicarían un agravio comparativo para los no fumadores, recuerda el abogado. Calisalvo prevé denuncias y hasta peleas entre los trabajadores si se aplica a rajatabla la ley. "Es difícil cambiar de mentalidad de forma tan radical en tan poco tiempo".

La inquietud era evidente entre los asistentes a la jornada. A una empresaria de hostelería se le amontonaban las preocupaciones. "Si se reparten puros en un banquete de bodas, ¿se pueden fumar?", preguntó. "Sí, pero en un lugar que el restaurante haya habilitado expresamente para comensales que fumen", le contestó el abogado. "¿Y si hay menores en la boda?", volvió a insistir la empresaria. "En ese caso", replicó Calisalvo, "no hay nada que hacer. No se puede fumar". "Si un camarero dice que no sirve una mesa en la que fumen. ¿Se puede negar?", volvió a insistir la empresaria. "Sí. El derecho del trabajador no fumador prevalece", zanjó el experto.

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