El libro permanece, pero necesita ayuda
Cebrián destaca en el simposio sobre la edición la pérdida de centralidad cultural del texto escrito
El libro se mantiene como objeto, pero ha perdido la centralidad cultural con el avance del audiovisual y de las nuevas tecnologías. Por eso necesita políticas específicas para su subsistencia, especialmente en la escuela. Así se expresó ayer Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo Prisa, en la última de las jornadas del simposio Los futuros de la industria editorial celebrado en Barcelona. Previamente, el agente literario Andrew Wylie, representante de autores como Kenzaburo Oé, Martin Amis o Salman Rushdie, abogó por la comercialización del libro a través de Internet, siempre que se respeten los derechos de autor. El simposio ha abandonado el discurso catastrofista sobre el futuro de la industria editorial y busca la nueva ubicación del sector en la era pos-Gutenberg.
La industria editorial ya no percibe Internet como una amenaza a sus políticas comerciales
El simposio subraya la necesidad de fomentar la lectura y de crear bibliotecas escolares
En su exposición, titulada Industria editorial e industria mediática: ¿sinergias inevitables?, Juan Luis Cebrián abundó en la idea de la fragilidad del libro, aunque no dudó de su permanencia en el siglo XXI. "Bill Gates dijo que el libro tiene tradición y belleza. Es un producto antiguo, de más de cinco siglos de historia, sometido a muchas tensiones", señaló. Entre las fragilidades del libro destacó que es "un producto caro, contaminante en su elaboración y difícil de distribuir", por lo que reclamó políticas específicas de apoyo, entre las que citó el fomento de la lectura en las escuelas -"debemos obligar a leer a los niños"-, la creación de bibliotecas escolares y la mejora de las redes de distribución.
Contestando a un extenso cuestionario de la organización, Cebrián destacó la internacionalización del Grupo Prisa, al que pertenece EL PAÍS, y su apuesta por el español en el mercado global. "Nos queda pendiente el mercado hispano en Estados Unidos, que llegará a tener 60 millones de hablantes en 2010, más que en España. El mercado norteamericano es muy complejo, pero ofrece muchas oportunidades". "El principal objetivo sigue siendo sin embargo el mercado iberoamericano, incluida la lengua portuguesa", añadió, e informó de la reciente adquisición de la editorial Objectiva de Río de Janeiro, dedicada a literatura de ficción y ensayo. "No hemos seguido ningún modelo en esta política de expansión. O crecíamos o alguien nos devoraría", apuntó. Pero la internacionalización no supone, en su opinión, pérdida de identidad: "Sufrimos una invasión de culturas góticas, como demuestran Harry Potter o El señor de los anillos. Nuestras editoriales deben ser capaces de conservar las mitologías del vino frente a las de la cerveza", ironizó.
El académico y consejero delegado de Prisa explicó que no existía "una doctrina" del grupo, caracterizado más bien por su "carácter laico", aunque sí "un método" común a sus empresas, que pasa por la coherencia cultural y el respeto a la independencia: "Queremos ganar dinero, pero no sólo eso. Tenemos una responsabilidad social, estamos comprometidos con la democracia y los derechos humanos, y eso nos impide desarrollar determinadas líneas que podrían resultar muy lucrativas".
A requerimiento de los organizadores, Cebrián afrontó el tema de la independencia de las páginas de cultura de EL PAÍS frente a los intereses de las editoriales del grupo. "Puedo demostrar con estadísticas que los libros de Alfaguara [una de las editoriales de Prisa] no aparecen más que los de la competencia", y abundó en que este diario ha sido señero en dotarse de mecanismos de control como el defensor del lector, el estatuto de la redacción o la votación de los cargos. No eludió referise al caso Echeverría, el crítico literario que dejó de colaborar con el suplemento Babelia tras una reseña negativa a un libro de Bernardo Atxaga. "No hay tal caso. La crítica se publicó. El diario se fundó sobre dos principios básicos: el derecho de veto del director sobre todos los originales, incluidos los publicitarios, y la libertad de opinión de los autores de los textos". Lo que sí hubo, en opinión de Cebrián, fue una "politización" por las convicciones nacionalistas del escritor.
Previamente a la intervención de Cebrián, se celebró una mesa redonda centrada en los cambios en la creación y los derechos de autor, en el que intervinieron los agentes literarios Andrew Wylie y Gloria Gutiérrez, de la Agencia Carmen Balcells, y el editor de Anagrama Jorge Herralde.
"Tengo serias dudas de que se produzcan cambios sustanciales en el proceso creativo, lo único que el sector editorial tiene que hacer es adaptarse a las nuevas tecnologías", destacó Gutiérrez. "El fenómeno de los best sellers", añadió, "provoca que surjan nuevos lectores, pero los libros de fondo y los que se venden poco todavía se venden menos. En realidad, cada vez se escribe más pero la cifra de lectores decrece".
Herralde replicó que, en su opinión, hoy se lee más. "El lector avanza dificultosamente con un machete en la mano, eliminando a los Dan Brown y los Danielle Steel. Alguno incluso llega hasta Borges y Calvino", bromeó. Wylie coincidió con el análisis optimista de Herralde: "En los próximos 25 años habrá mayor acceso y disponibilidad a la literatura de calidad, porque ya nos estamos alejando del modelo comercial norteamericano y del predominio de los editores que quieren vender deprisa". El agente literario se refirió a la querella que mantiene con el buscador Google la Asociación de Editores Americanos para preservar en la Red los derechos de autor, una batalla similar a la sostenida por las discográficas contra la música gratuita. Apuntó algunas soluciones: "Por ejemplo, la posibilidad de comprar un libro y adquirir al mismo tiempo una copia digital; o bien, alquilar libros por día a través de la Red".
Otro de los actos finales de la jornada de clausura del simposio se centró en las adaptaciones cinematográficas de obras literarias, coloquio en el que participó el director y productor de cine Gerardo Herrero, que intenta implicar en sus producciones a escritores como Belén Gopegui o Almudena Grandes.
Las conclusiones del simposio se han apartado de los habituales lamentos del sector sobre el futuro del libro. Las nuevas tecnologías aparecen así como "una oportunidad" para ir al encuentro de nuevos lectores. En este aspecto el simposio ha insistido en varias de sus ponencias en la necesidad de contar con una red de librerías que promocionen la calidad literaria y no sólo los superventas. Gloria Gutiérrez recordó que uno de los problemas para promover la buena literatura es precisamente la falta cada vez mayor de "libreros de cabecera" capaces de asesorar al lector.
Otra de las peticiones surgidas durante el encuentro quedó resumida en palabras del editor Sonny Mehta: "Publicar menos libros, pero mejor editados".
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