'Txotx' preventivo
Hernani impulsa un programa para enseñar a los escolares la elaboración de la sidra y su consumo responsable
Faltan apenas dos meses para la apertura oficial de la temporada de sidra. Al grito de txotx, cientos de personas acudirán con sus vasos a las kupelas de las sidrerías guipuzcoanas. En Hernani lo saben muy bien, porque acoge buen número de ellas, pero también porque algunos de los clientes nocturnos de fin de semana de estos establecimientos se exceden en el consumo del caldo de manzana y dejan luego huella en el centro del municipio, donde continúan la juerga. El ruido, los orines, la suciedad y el destrozo de mobiliario urbano convierten la diversión de unos en la pesadilla de otros.
El Ayuntamiento, en colaboración con la cooperativa de educación medioambiental Artelatz, ha puesto en marcha el programa Hernani eta sagardoa (Hernani y la sidra). Está dirigido a los escolares del pueblo que cursan el primer ciclo de la ESO y tienen entre 12 y 14 años. El objetivo es enseñarles tanto el trabajoso proceso de elaboración de la sidra, desde el cultivo de la manzana hasta que el caldo llega a las barricas, como el consumo responsable de esta bebida.
El proyecto pretende evitar conductas indebidas por el exceso de alcohol
Jaione Fernández tiene 12 años, es alumna de la ikastola Urumea y no imaginaba que lograr la sidra requiriese "tantos pasos". Ayer, junto a otros compañeros de clase, lo comprobó de cerca en su visita a la sidrería Larre-Gain. Su profesor ya les había explicado algo en clase, pero allí vieron de primera mano cómo Joxe Lasarte, dueño del negocio, limpiaba las manzanas, unas guipuzcoanas y otras llegadas de Galicia y Francia, y cómo luego su esposa, Ixabel Santa Kruz, desechaba las piezas podridas. Las buenas pasaban a ser machacadas y a continuación caían en la prensa hidráulica. ¿El resultado? Un zumo natural del que los estudiantes dieron buena cuenta. A los pocos minutos llegaron las indicaciones de Elixabet Gondat, integrante de Artelatz, sobre el proceso de fermentación por el que la sidra acaba convertida en una bebida con alcohol.
Jaione afirma que ya ha probado la sidra, pero que le gusta más el zumo. Aclara que su profesor todavía no les ha hablado en clase del consumo responsable. Lo hará, porque el programa Hernani eta sagardoa, que también se desarrolla en los centros Langile, Elizatxo e Inmaculada, incluye una parte en que hace hincapié en este aspecto. "A modo de ejercicio, se plantea a los alumnos una serie de comportamientos para que digan cuál les parece más adecuado y por qué", indica Gondat.
"La sidra no es de las bebidas más fuertes. Tiene entre 5,5 y 6 grados de alcohol, pero todos sabemos que el abuso lleva a comportamientos indebidos, a veces incluso en las propias sidrerías, y eso es lo que queremos prevenir desde edades tempranas", añade.
Los dueños de Larre-Gain no han tenido mayores problemas en su establecimiento, que abre durante la temporada del txotx, entre enero y abril. Con todo, Lasarte, que lleva once años al frente del negocio, reconoce que los fines de semana las sidrerías se han convertido para algunos en un espacio donde emborracharse, más que en un lugar donde "degustar sanamente el caldo para luego comprar unas botellas y recurrir a la sidra como bebida refrescante".
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