Tensión e inquietud en la fábrica de Martorell
La tensión se reflejaba en la expresión de los trabajadores que ayer a mediodía salieron de la planta de Seat de Martorell, donde trabajan 10.000 personas, algunos con los ojos enturbiados. Era la hora del cambio de turno y sus ánimos diferían de aquellos que entraban a la fábrica, ya que muchos aún no conocían la noticia: la empresa había emitido, poco antes, un comunicado interno en el que informaba a la plantilla de la presentación del expediente de regulación de empleo (ERE) que afectaba a 1.346 empleados.
Los que trabajaban en ese momento, tras conocer que las amenazas de la compañía se habían hecho efectivas, volvieron a su puesto. "No podemos hacer nada más: sólo esperar a ver qué pasa", comentó uno de los empleados, a lo que otro compañero añadió: "Y salir a la calle y liarla un poco, es la única manera para que entiendan como son las cosas" dijo Jordi, con seis años en la empresa, en referencia a las próximas movilizaciones.
Los sindicatos ya han convocado una huelga de 24 horas y una manifestación por el centro de Barcelona entre 21,45 del miércoles y la misma hora del jueves.
"Hay muchos nervios. Los que más sufren son las familias que están pagando una hipoteca", explicó Isaías Cambrón. Tras haber vivido muchos conflictos en la empresa, no recordaba ninguno que no se hubiera solucionado. "Una vez estuve seis meses sin trabajar por una regulación de empleo por poca producción", recordó.
Sin embargo, consideró que la medida actual "es más grave y sólo crea malestar". Entre la plantilla, hubo quien no dudó en que el expediente se llevará a cabo bajo todas sus consecuencias. Por ello, apelaron a la Administración catalana: "Esperemos que la Generalitat no lo apruebe", señaló José. Como él, muchos empleados no quisieron identificarse. Imperaba el temor a ser los primeros en ir a la calle. No obstante, otros pensaban que la medida no se materializará: "Es sólo para hacernos coger miedo y aceptemos todas sus condiciones", consideró Ascensión Aguilar, de 37 años y uno en la empresa.
Como es habitual, todos abandonaron el centro de Martorell a toda prisa, para no perder el autobús, e iniciar un fin de semana que, como algunos comentaron, pasarán con la inquietud metida en el cuerpo.
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