Zapatero afirma que la reforma del Estatuto catalán depende del "cálculo político de CiU"
La Moncloa relativiza un posible fracaso del proceso al recordar que "ya existe Estatuto"
José Luis Rodríguez Zapatero duda de que la reforma del Estatuto catalán salga adelante, el viernes, con los dos tercios del voto del Parlamento autonómico, requisito necesario para que sea aprobado. "Todo depende del cálculo político de CiU, de si conviene a sus intereses partidistas apoyar la reforma, y se decidirá esta semana y en el último minuto", señalan fuentes próximas al presidente. Zapatero, alejado de su optimismo habitual, realiza esta reflexión tras la ronda de entrevistas que tuvo la pasada semana en La Moncloa con líderes políticos catalanes, entre ellos, el presidente de CiU, Artur Mas.
Zapatero -quien decidió meses atrás implicarse en favorecer el consenso de la reforma del Estatuto catalán- animó a Mas, durante los encuentros que el lunes y el jueves mantuvo con él, a apoyar la reforma con el argumento de que estaba dispuesto a "hacer el máximo esfuerzo dentro de la Constitución". El presidente del Gobierno manifestó a Artur Mas su voluntad de avalar "fórmulas flexibles y constitucionales" para solventar los dos principales problemas que plantea la reforma: la financiación y la salvaguarda de las competencias de Cataluña.
En el caso de la financiación, le ofreció la posibilidad de reforzar la relación bilateral del Gobierno central con Cataluña, pero estableciendo como límite infranqueable por "inconstitucional" un sistema similar al Concierto vasco: la recaudación de los impuestos por la comunidad autónoma y la cesión al Estado de un porcentaje por los servicios que éste le presta. En este sentido, reclamó a Mas que se alejara de "los maximalismos que producen frustración y de los intereses partidistas".
El presidente del Gobierno también mostró su predisposición a apoyar "cláusulas abiertas" sobre la interpretación de las sentencias del Tribunal Constitucional en materia de competencias.
La denominación en el Estatuto de "Cataluña como nación" apenas se trató en las reuniones. El criterio que el presidente sigue manteniendo es que la reforma del Estatuto catalán o de cualquier otro tiene que salvaguardar lo que la Constitución señala como una pieza clave, y es que la soberanía nacional reside en las Cortes españolas, señalan fuentes de su entorno. Dichas fuentes recuerdan que el motivo de fondo del rechazo por parte de Zapatero del plan Ibarretxe fue, precisamente, que señalaba una soberanía nacional vasca y la hacía residir en el Parlamento vasco.
A partir de ahí, a Zapatero le parece accesorio el debate que ha suscitado en el conjunto de España la propuesta estatutaria de los partidos catalanes de denominar a Cataluña "nación", configurada como comunidad autónoma dentro de España. "Hay que clarificar el concepto del término nación, pero también evitar que este debate provoque un divorcio social", señalan en su entorno.
El jefe del Ejecutivo cree que el debate sobre el Estatuto catalán "se ha exagerado y dramatizado, en muchos casos de forma interesada". Lo que la reforma del Estatuto de Cataluña trata de resolver, según el entorno de Zapatero, es un viejo problema que venían planteando desde hace tiempo los gobiernos nacionalistas de Jordi Pujol: la financiación y las competencias.
La Moncloa estima, asimismo, que CiU no jugó un papel sobresaliente en la elaboración del Estatuto de Sau, en 1979, y tampoco en la posterior propuesta de reforma por sus pactos con el PP. "Tampoco CiU se ha encontrado nunca con un Gobierno central tan abierto a atender los problemas que ha planteado la autonomía de Cataluña y a reconocer su identidad", señalan en La Moncloa.
Por ello, la conclusión del entorno de Zapatero es que CiU está más preocupada, ante la reforma del Estatuto, por sus intereses partidistas que por mejorar el autogobierno de Cataluña. "La situación de CiU se verá aún más complicada si el PSC y ERC votan juntos a favor de la reforma del Estatuto".
La Moncloa pretende restar importancia institucional a la posibilidad de que finalmente fracase la reforma. "Si no hay reforma, eso no significa que no haya Estatuto en Cataluña. Los pilares están echados con el Estatuto de Sau. No estamos ante un nuevo Estatuto, sino ante una reforma. La reforma ayudaría a aliviar tensiones entre el Gobierno central y la Generalitat catalana en materia de financiación y competencias, pero tampoco garantiza que cesen en el futuro", señala el entorno de Zapatero.
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