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El Festival de San Sebastián, escaparate del cine europeo y de nuevos directores

El filme español 'Obaba', de Montxo Armendáriz, inaugura el jueves el festival

Maribel Marín Yarza

Montxo Armendáriz devolverá el jueves a la cinematografía española un protagonismo que no ha tenido en la inauguración del Festival de Cine de San Sebastián desde 2000, cuando Álex de la Iglesia presentó La comunidad. Lo hará con Obaba, inspirada en la obra cumbre de Bernardo Atxaga. Desde ese momento, y hasta su clausura el 24 de septiembre el certamen, que en su 53ª edición hace una apuesta clara por el cine europeo y los nuevos realizadores, proyectará unas 200 películas de todos los géneros en 620 sesiones. Anjelica Huston presidirá el jurado de la Sección Oficial, en la que concursan 19 filmes, entre ellos: Tideland, de Terry Gilliam; A cock and bull story, de Michael Winterbottom, y cinco cintas españolas.

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Mikel Olaciregui, director del certamen, no tiene miedo a que le tachen de localista por escoger Obaba para la apertura de un festival que reconocerá las trayectorias de Willem Dafoe y Ben Gazzara con sendos premios Donostia. "Es cierto que es una película muy de Donostia, pero defiendo su internacionalidad", sentencia. "Armendáriz es navarro, pero ha participado en todos los festivales internacionales, ha estado nominado a los Oscar y adapta la obra de un escritor que ha sido Premio Nacional de Literatura y que está traducido a todos los idiomas imaginables. Hablar de localismo no me parece justo. Por otra parte, Cannes inaugura uno y otro año con películas francesas y nadie le dice nada".

Obaba, protagonizada por Pilar López de Ayala, batallará por la Concha de Oro con las nuevas propuestas de Zhang Yang (Sunflower), Terry Gilliam y Michael Winterbottom, pero también con 7 vírgenes, de Alberto Rodríguez; Malas temporadas, de Manuel Martín Cuenca y otras tres películas que aunque en coproducción también tienen sello español: El aura, de Fabián Bielinsky; Sud express, de Chema de la Peña y Gabriel Velázquez y La vida perra de Juanita Narboni, de Farida Benlyazid. "Éste ha sido un año de buena cosecha del cine español y eso se refleja en la competición. Me chocan las declaraciones que hizo el director del festival de Venecia, diciendo que eran películas viejas".

Variedad y riesgo

La cinematografía nacional tiene gran protagonismo en esta edición, pero ¿cuál es su sello? "Siempre es fácil caer en el tópico", responde Olaciregui. "Pero yo diría: variedad, equilibrio y riesgo". Cuando se le recuerda que es lo que repite año tras año, ofrece otros dos titulares: "Hay muchos cineastas de la Sección Oficial que repiten en Donostia", explica primero. No sólo Martín Cuenca, que ya presentó hace unos años La flaqueza del bolchevique, también el sueco Simon Staho, que compite con Bang bang orangutang o Per Fly, autor de La herencia, que regresa con Drabet.

El segundo titular, continúa, sería "variedad y cambio". "Apostamos por una generación de relevo porque entendemos que como festival tenemos que descubrir películas como Las tortugas también vuelan [Concha de Oro en 2004] y a nuevos directores", dice. Para empezar, por principios, pero también porque hace tiempo que el Zinemaldia decidió hacer de la necesidad virtud. "Tenemos justo delante a Venecia que supone una competencia muy fuerte, sobre todo en grandes nombres americanos, por el atractivo de la propia ciudad. Y quizá hemos perdido a algunos, pero la valoración que se ha hecho en los últimos años de nuestra Sección Oficial, no tiene nada que envidiar a la suya".

El comité de dirección del Festival Internacional de Cine donostiarra ha visto unas 1.200 películas para hacer de sus secciones de cine contemporáneo un escaparate de la realidad cinematográfica. Todos los años tienen, sobre todo la competición, un marcado acento europeo, pero éste más aún si cabe. En la Sección Oficial se podrán ver además de las ya mencionadas Entre ses mains, de Anne Fontaine; Odgrobadogroba, del esloveno Jan Cvitkovic o Verano en Berlín, del alemán Andreas Dresen, antes de que The word's fastest indian, película neozelandesa de Roger Donaldson protagonizada por Anthony Hopkins, clausure la sección fuera de concurso.

La estructura del 53 festival, que este año dedica sus retrospectivas a Robert Wise, Abel Ferrara y a películas que han sido testigo del proceso de liberación de la mujer, es similar a la de entregas anteriores. En Zabaltegi, proyectará, de una parte, perlas que se han visto ya en otros festivales: entre ellas, Mary, de Ferrara; Broken flowers, de Jim Jarmusch; Holy Lola, de Bertrand Tavernier; Hwal, de Kim-ki Duk (premio Fipresci por Hierro 3) y Match point, de Woody Allen, para cerrar este apartado. Pero también presentará los primeros o segundos largometrajes de nuevos realizadores que compiten por un premio dotado con 90.000 euros y los especiales Zabaltegi, con protagonismo absoluto del documental: cinco de las seis propuestas lo son. Entre ellas, Aguaviva, filme sobre la repoblación de una localidad casi abandonada, de Ariadna Pujol o Pablo G, del amo, un montador de ilusiones, obra de Diego Galán.

Pero el Zinemaldia dará mucho más de sí: pasará el mejor cine español actual, en Made in spanish; películas latinoamericanas inéditas en nuestro país en Horizontes y propuestas para los más pequeños en la pantalla gigante del velódromo. Éste será también el escenario donde se proyecte, Camarón, de Jaime Chávarri, antes del concierto que ofrecerá Tomatito el día 18 en homenaje al cantaor granadino.

Mikel Olaciregui, ante el cartel de la 53 edición del Festival de Cine de San Sebastián.

 / JAV
Mikel Olaciregui, ante el cartel de la 53 edición del Festival de Cine de San Sebastián. / JAVIER HERNÁNDEZ
Pilar López de Ayala, durante el rodaje de <i>Obaba</i>, de Montxo Armendáriz (al fondo a la derecha).
Pilar López de Ayala, durante el rodaje de Obaba, de Montxo Armendáriz (al fondo a la derecha).
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