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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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El Presupuesto de 2006

Septiembre tiene tradicionalmente un tema estelar en la información económica: el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el año siguiente que el Gobierno envía a las Cortes a finales del mes. Como todos los años, dedicaré alguna de estas columnas a comentar dicho proyecto cuando éste sea hecho público, pero, para calentar motores, podría ser interesante hacer una especie de introducción sobre cuál es la situación de partida del sector público, aprovechando que la Intervención General del Estado publicó el último día de agosto las cuentas de ingresos y gastos del conjunto de las administraciones públicas del periodo 2000-2004, que revisan los datos publicados con anterioridad al introducir nueva información y los cambios metodológicos de la Contabilidad Nacional base 2000.

Con las viejas y con las nuevas estimaciones, la tendencia del déficit es a la baja, hasta casi desaparecer

No sé si por la distinta metodología o porque se dispone ahora de más y mejor información, el caso es que muchas de las partidas de esas cuentas cambian significativamente. A veces los economistas -y, muchas más, los políticos y los tertulianos de los medios de comunicación- nos pegamos por una décima de mayor o menor crecimiento de algún agregado macroeconómico o de déficit, y luego vienen los estadísticos, nos cambian las cifras, y muchas de las discusiones y análisis anteriores aparecen como algo sin sentido, casi ridículas. Esto no significa en absoluto que las estadísticas no sean básicamente fiables ni que las revisiones de las mismas cambien lo fundamental de los análisis hechos con los datos anteriores, simplemente debe servir para recordarnos que las mediciones y datos estadísticos y contables nunca son exactos, sino que tienen un margen de error o de provisionalidad, y que los mismos son siempre una aproximación a la realidad, no la realidad misma.

Concretando y resumiendo, lo que nos dicen ahora los nuevos datos es que el déficit público de los años 2000 a 2003 fue mayor del estimado inicialmente (otra lección: sistemáticamente todas las revisiones de las cuentas públicas llevan a más déficit; curioso, ¿no?). En dichos años el sector público registró un déficit medio anual del 0,44% del PIB, mientras que con los datos anteriores (Contabilidad Nacional base 1995) dicha media fue del 0,25%. El cambio más significativo es el de 2003: de un superávit del 0,41 % del PIB se pasa ahora a un déficit del 0,05%. Los dioses han hurtado al Gobierno anterior el ser el primero en conseguir superávit después de 30 años de déficit consecutivos. En sentido contrario, el déficit del 0,3% del PIB estimado inicialmente para 2004 se reduce ahora al 0,15%.

En todo caso, lo importante es que, con las viejas y con las nuevas estimaciones, la tendencia del déficit es a la baja, hasta prácticamente desaparecer (gráfico izquierdo). Entre 1994 y 1997, el ajuste del déficit provino de recortes estructurales en los gastos, y desde entonces, ha descansado en la disminución de los intereses y en un aumento de la recaudación de impuestos más que proporcional al PIB, debido al patrón de crecimiento basado en el fuerte dinamismo del consumo y de la construcción. En definitiva, el actual Gobierno parte de una situación saneada y cómoda para elaborar los PGE-2006. Ahora bien, la insostenibilidad a largo plazo de dicho patrón de crecimiento y la presión sobre el gasto público del envejecimiento de la población son dos factores de peso que debieran llevar a los gobernantes a ser muy cautos en el manejo del gasto público.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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