_
_
_
_

Los planes sanitarios de la Generalitat no logran reducir las desigualdades en salud

Las capas sociales con menos recursos y algunas zonas geográficas tienen más riesgo de muerte

Los planes de salud de la Generalitat y la actividad del sistema sanitario catalán no han logrado reducir las desigualdades de salud en Cataluña. Un estudio realizado por una veintena de investigadores muestra que el Estado de bienestar no afecta con igual intensidad a todos los catalanes. Las clases sociales con menos recursos materiales, incluidos los inmigrantes, y determinadas áreas del territorio presentan altos riesgos de mortalidad. Asimismo, el porcentaje de mujeres que perciben que su estado de salud es regular o malo es muy superior al de hombres, pese a que ellas tienen mayor esperanza de vida.

La investigación sobre la evolución de las desigualdades en salud en Cataluña ha sido coordinada por Joan Benach, experto en salud laboral de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), y por Carme Borrell, doctora en salud pública del Centro de Análisis y Programas Sanitarios, institución que junto a la Fundación Jaume Bofill han impulsado el estudio. "A partir de las encuestas de salud de 1994 y 2003 hemos estudiado la evolución entre ambos periodos y hemos observado las tendencias de las desigualdades en salud desde mediados de los noventa hasta los primeros años de este siglo", explica Joan Benach, profesor de la UPF.

La conclusión de Benach es clara: "La esperanza de vida de los catalanes aumenta, pero las distancias en cuestiones de salud se mantienen o aumentan en los últimos años. Ello es preocupante, especialmente si se tienen en cuenta las grandes oleadas de inmigrantes que han llegado a Cataluña en los últimos tres años". A juicio de Jordi Sánchez, director de la Fundación Bofill, "el trabajo demuestra que a pesar de los esfuerzos realizados, la desigualdad es una cuestión muy candente en Cataluña. Entre los agentes políticos y sociales no existe conciencia suficiente, ni se está produciendo un debate público sobre cómo combatir las desigualdades, incluidas las relacionadas con la salud".

El estudio analiza, desde el punto de vista de las desigualdades, distintos aspectos, como la mortalidad en pequeñas áreas del territorio, el estado de salud o la prevalencia de enfermedad, los estilos de vida, la utilización de los servicios sanitarios, la influencia del sexo, la inmigración o la salud laboral. Estas son algunas de sus conclusiones:

- Mortalidad. Después de analizar las defunciones en 288 municipios catalanes y 66 áreas básicas de salud de Barcelona, el estudio establece que entre los hombres el riesgo de mortalidad más elevado se da en el litoral. En Girona destacan el Baix Empordà y la Selva; en Barcelona, las comarcas litorales, el Vallès Occidental y el Bages; en Tarragona, las comarcas del Tarragonès y el Baix Ebre, y en Lleida la comarca del Segrià. En la ciudad de Barcelona, los distritos de Ciutat Vella, Sants-Montjuïc, Sant Martí y zonas de Nou Barris i Sant Andreu son las que presentan un mayor riesgo de mortalidad.

En el caso de las mujeres, el riesgo de mortalidad se concentra en el sur de Cataluña, en las comarcas del Segrià, Les Garrigues, el Montsià, el Baix Ebre y el norte de Tarragona. En la ciudad de Barcelona, el riesgo es más bajo que en el resto de Cataluña y se concentra en la franja litoral y el norte de la ciudad (Ciutat Vella y barrios con inmigración de los años sesenta). "Los datos demuestran la relación entre el nivel socioeconómico y la mortalidad: los pobres viven menos años", señala Carme Borrell.

- Salud y enfermedad. Las mujeres, como ocurre en la mayoría de países desarrollados, tienen un peor estado de salud percibido que los hombres. El 27,6% de las catalanas perciben que su salud es regular o mala frente al 19,7% de los hombres. En el caso de las mujeres de los grupos sociales más desfavorecidos, el porcentaje alcanza el 33%. "Las mujeres viven más años, pero con peor salud, padecen más trastornos crónicos y también más enfermedades", señala Benach. Asimismo, las mujeres y las clases sociales menos favorecidas tienen mayor probabilidad de padecer un trastorno mental.

- Uso de servicios sanitarios. Aunque existen desigualdades, cabe destacar que los servicios sanitarios son accesibles para todos los ciudadanos. Pero las clases sociales más favorecidas -las que tienen más recursos económicos, mejor educación y mejor entorno- realizan más prácticas preventivas, aunque las diferencias en el acceso a algunas prestaciones, como las mamografías, tienden a disminuir. En algunos ámbitos, como la odontología o determinadas prestaciones de salud mental que no están cubiertas por el sistema sanitario público, existe una barrera económica de acceso. El trabajo también observa que la proporción de personas con doble cobertura sanitaria (pública y privada) es mayor en las rentas medias o altas. "Debemos mantener el sistema público y, en la medida de lo posible, aumentar sus prestaciones", afirma Carme Borrell.

- Sexo

En Cataluña existen desigualdades de sexo que se traducen en un peor estado de salud de las mujeres. Además, esta perspectiva no está suficientemente incorporada ni en los análisis de salud pública ni en la planificación sanitaria. Así, en las mujeres el porcentaje de anemias es siete veces superior que en los hombres. También se observan diferencias en la existencia de osteoporosis y los problemas de tiroides."Las mujeres, especialmente de las clases más desfavorecidas, acostumbran a tener una doble carga de trabajo: fuera y en casa. Si además son trabajos poco cualificados, está claro que la salud se resiente", afirma Carme Borrell.

En cuanto a la salud sexual y reproductiva, el estudio muestra datos preocupantes. Entre 1989 y 2003 se han triplicado los embarazos de adolescentes a pesar de los objetivos de disminución marcados por los planes públicos. Por otra parte, el bajo peso de los recién nacidos y los partos prematuros están por encima del 7% en todas las regiones sanitarias, excepto en Tortosa. Las cesáreas siguen por encima del 19%, con un porcentaje aún superior en los centros privados. El estudio también revela la insuficiencia de recursos para las mujeres maltratadas.

- Estilos de vida. Tabaco, consumo de alcohol, actividad física y dieta son los puntos clave del estilo de vida. "En el estilo de vida juegan factores de decisión personal, pero también hay mucha influencia del entorno. Las personas con menos información, recursos y educación eligen con menos libertad", explica Joan Benach.

La investigación muestra que el consumo de tabaco disminuye en los hombres, pero se incrementa en las mujeres, aunque disminuye entre las jóvenes de clases altas. Asimismo, no se consigue retardar la edad de inicio del consumo, bien al contrario: cada vez se empieza a fumar a edades más precoces. Por otra parte, aumenta el sedentarismo y disminuyen las personas que declaran seguir una dieta.

- Salud laboral. Entre la población ocupada tienden a aumentar la diferencias de clase y se han reducido las de sexo. No obstante, el paro y la contratación temporal siguen afectando más a las mujeres y a los trabajadores de las clases más desfavorecidas. Un aspecto positivo para la salud de las mujeres es que la combinación de la vida laboral y la familiar tiene menos impacto, tal vez por el aumento de la edad del primer hijo y por la reducción del tamaño de la unidad familiar.

- Inmigración. A pesar de la falta de información sobre la situación de salud de los inmigrantes, la investigación aporta algunos datos interesantes a partir de un trabajo de campo cualitativo basado en entrevistas personales a inmigrantes latinoamericanos. Así, las causas externas, el sida y los accidentes laborales son los principales factores de mortalidad entre las poblaciones inmigrantes.

El estado de salud está muy condicionado por la dificultad de acceso al mercado laboral. "Tenemos muy pocos datos sobre la realidad de la inmigración en Cataluña. La encuesta de salud que se iniciará a finales de este año permitirá conocer y profundizar en una realidad que ya tiene un gran impacto sobre el sistema de salud", señala Borrell.

Tras constatar las desigualdades, los autores del estudio proponen tres ámbitos de actuación para tratar de corregirlas: información y educación, investigación y políticas públicas. "La Generalitat debería crear un centro de análisis y vigilancia de las desigualdades en salud, siguiendo el modelo de Holanda y Reino Unido. Y hace falta dedicar más recursos a la investigación. Asimismo, tenemos que lograr que los profesionales ensanchen su visión de la salud, ahora demasiado biomédica, e incorporen aspectos sociales, ambientales y culturales en su trabajo", sostiene Joan Benach.

El investigador también reclama que las desigualdades en salud figuren entre las prioridades de la agenda política, que se actúe en barrios y zonas concretos y que se fomenten los mecanismos de participación (vecinos, inmigrantes, sindicatos, etcétera) en la elaboración de los programas de salud.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_