Lula nombra 'número dos' de su Gobierno a la ex guerrillera Rousself
La ministra de Minas y Energía reemplaza a Dirceu, que renunció acusado de corrupción
Para el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, la sustitución del ministro de la Casa Civil, José Dirceu, que renunció al cargo zarandeado por las denuncias de corrupción del laborista Roberto Jefferson, no ha sido un asunto sencillo. Dirceu, al igual que el ministro de Economía, Antonio Palocci, estaba considerado como una especie de primer ministro, sin el cual Lula no daba un paso. El delicado puesto era codiciado por varios de los ministros del Partido de los Trabajadores (PT) de cuño político, pero Lula dio los días pasados la sensación de que preferiría para ese cargo una solución más bien técnica, a la que se opone una parte de la formación política.
Dilma, que aparecería como favorita en todas las quinielas, es considerada una "Dirceu con faldas", pero sólo en lo que se refiere a su carácter fuerte y a sus tomas de decisiones enérgicas, sin casarse con nadie. De ahí el miedo de algunos de los amigos de Lula ante el nombramiento de una personalidad tan fuerte como Rousself en un puesto tan delicado.
Por su parte, el ex ministro Dirceu, que a partir de mañana volverá como simple diputado al Parlamento, ha dejado claro que desea dedicarse a devolver el orgullo al PT, acosado por las denuncias de corrupción contra algunos de sus dirigentes. Para ello, Dirceu ha afirmado que va a recorrer Brasil movilizando a las bases del partido.
Tras haber rechazado las acusaciones de corrupción contra él y contra el PT, Dirceu ha reconocido que el Gobierno en el que él trabajó cometió errores y que ahora lo que es necesario es "acercar el partido a la sociedad civil". Ha pedido, para comenzar, un acercamiento mayor del PT al Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), hasta ahora críticos con la política económica liberal del Gobierno y con la falta de una reforma agraria prometida y no cumplida.
Ayer, el MST anunció para el mes que viene una manifestación nacional para defender al Gobierno de Lula de las acusaciones de corrupción y al mismo tiempo para pedir un cambio en la política económica, algo que Lula difícilmente les va a conceder, ya que su sintonía con la línea de Palocci es cada vez más fuerte.Lula sigue intentando desligar su Gobierno del PT y es posible que acabe sacrificando, en el reajuste ministerial que está presentando, hasta cuatro o cinco ministros del PT para asignárselos a los partidos aliados, fortaleciendo los vínculos con ellos, como por ejemplo al Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y al Partido Progresista (PP), este último el partido del presidente de la Cámara, Severino Cavalcanti, que tantos dolores de cabeza le crea a Lula.
Partidos aliados
El presidente brasileño sabe que difícilmente podrá pensar en su reelección el año que viene si no consigue una relación más fuerte, más política y menos mercantilista (lo que dio motivo, al parecer, a los presuntos escándalos de corrupción con la compra de votos de los diputados) con los partidos aliados, que le permita en este año y medio previo a las elecciones presidenciales aprobar toda una serie de medidas, comenzando por la reforma política.
Las reformas están empantanadas, precisamente por la falta de fidelidad de los partidos aliados, que, como hizo Jefferson, acusan al Gobierno del PT de pretender su apoyo sin querer compartir con ellos el poder. El PT, sin tener mayoría en el Parlamento, retiene, por ejemplo, más de la mitad de los ministerios y los más importantes. Lula es consciente de que eso deberá cambiar si quiere pensar en su reelección en 2006.
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