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Reportaje:

La otra flota levanta su voz

Pescadores franceses bloquean Bayona en contra del cierre del caladero de anchoa y proponen una veda limitada

Los pescadores franceses han empezado a emplear la misma táctica que utilizaron sus adversarios españoles hasta el pasado viernes, la movilización, para conseguir exactamente lo contrario: que la Comisión Europea dé marcha atrás en su decisión de prohibir la pesca de anchoa en el Golfo de Vizcaya a partir del 1 de julio. Un total de 64 barcos pelágicos del país vecino bloqueaban ayer cualquier entrada o salida al puerto de Bayona mientras medio centenar de pescadores aguardaban en tierra el resultado de la reunión celebrada en París entre representantes del sector y su dirección de Pesca. "Francia propondrá a Europa que sólo se prohíba la pesca de la anchoa en la zona en la que se reproduce", les dijo el presidente del comité regional de pesca de Aquitania, Philippe Fautous, sobre las 14.30.

"No dejaremos a los españoles pescar carnaza si se cierra el caladero"

Los ánimos se hallan encrespados al otro lado de la frontera. Los pescadores franceses, muy distantes con la prensa española, consideran totalmente injusto e innecesario el cierre del caladero. "La solución no está en prohibir la pesca de anchoa en el Golfo de Vizcaya", dice Jean Claude, llegado desde Bretaña. "Para empezar hay anchoa. Hemos pescado unas 200 toneladas", añade. "Lo que ocurre es que cuando el agua está fría, y este año lo estaba por las nevadas, aparece tarde, en primavera", apostilla un periodista francés.

Las acusaciones y reproches que la flota de bajura del Cantábrico ha lanzado contra la francesa - 84 barcos y unos 400 pescadores- desde que amarró a puerto por la escasez de capturas el 12 de mayo recorrieron ayer el camino inverso. "Nos acusan de esquilmar el caladero por utilizar redes pelágicas, pero los españoles han hecho mucho más daño. Nosotros sólo pescamos anchoa de tres años, la que morirá a los meses tras poner los huevos. Ellos, en cambio, cogen juveniles", dijo Jean Claude.

Los franceses proponen, y así se lo trasladarán hoy o mañana a la Comisión Europea, que se limite la prohibición en la zona del Golfo de Vizcaya donde se reproduce esta especie -con una biomasa por debajo de los límites que garantizan su supervivencia, según diversos informes científicos, que los pescadores del país vecino consideran falsos-. Esa zona, vedada para todas las flotas, estaría situada entre los 45 y 46 grados norte y los 1,35 oeste, es decir, conformaría una especie de rectángulo entre Bayona y Burdeos, según señalaron fuentes francesas.

Los pescadores, algunos del País Vasco francés y otros llegados desde Bretaña, se muestran abiertamente escépticos sobre la posibilidad de que la Comisión Europea escuche a su país cuando ya ha anunciado públicamente que cerrará la pesquería. Ayer, mientras los barcos impedían la entrada a Bayona de seis cargueros y más de una salida, se consolaban con frases como ésta: "Que no piensen los españoles que les vamos a dejar pescar carnaza en nuestras costas si nosotros no podemos capturar anchoa".

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La frase, amenazante, no llegó a oídos de los pescadores del Cantábrico que, sin embargo, reconocen tener cierto temor a encontrarse con los franceses en la mar. "¿Miedo? Hay un refrán que dice que el que va a morir muere matando. Sí, sí tenemos miedo. La prueba está en que nadie quiere ir a hacer cebo vivo [para la pesca de otras especies] a aguas francesas. Intentaremos hacerlo en nuestras cosas", afirmó el presidente de la Federación de Cofradías de Guipúzcoa, Jaime Tejedor. "Me da nauseas oír a los franceses. Son mentirosos hasta para decir buenos días. Llevan años expoliando el caladero, se presentan como si no hubieran roto un plato y tienen la osadía de hacer una propuesta para esta pesquería cuando sólo tienen el 10% de cuota", añadió.

En el centro de la discordia está el Acuerdo de Arcachon, que obliga a España, que tiene el 90% de la cuota, a ceder a Francia (10%) unas 9.000 toneladas de anchoa a cambio de 2.200 toneladas de merluza, rape y otras especies afines y un paro de la flota francesa entre el 20 de marzo y el 31 de mayo. "El problema al que se enfrentan es que con el cierre de la pesquería y unos TAC [Totales Admisibles de Capturas] mucho más reducidos ellos no tienen futuro. Su flota tendría que desaparecer. Insisto, quieren morir matando", añadió Tejedor.

La flota del Cantábrico -210 barcos y unos 3.000 pescadores- inició ayer, de forma escalonada, su primera jornada de la costera del bonito después de un mes de paro subvencionado. Mientras tanto, sus adversarios franceses se debatían entre desbloquear el puerto -al menos lo hicieron seis arrastreros- o continuar presionando hasta que se celebre la reunión en Bruselas.

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