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Reportaje:

La sequía se llevó la cosecha

La producción de cereal bajará de 23,6 a 14,5 millones de toneladas

Tras las heladas de invierno, la sequía está agostando las superficies de secano y pone en peligro las tierras de regadío. Las estimaciones de pérdidas, que hace unos meses se cifraban en 1.000 millones de euros, hoy se acercan a los 2.600 millones. La falta de lluvias reducirá la cosecha cerealista de 23,6 a unos 14,5 millones de toneladas, con graves problemas tanto para las explotaciones agrarias como las ganaderas, que sufren la falta de pastos desde otoño.

En los próximos meses serán necesarias altas importaciones de cereal con previsibles subidas de precios e incremento en los costes ganaderos
Las ventas de tractores desde abril se han reducido en un 14%, y en un 12% las de máquinas de cosechar, según la patronal Ansemat
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La sequía, que inicialmente se centró hace unos meses en partes de Andalucía, se ha ido extendiendo como una mancha de aceite por todo el territorio dede el norte hasta Aragón. El Duero, la mayor zona productora de cebada y la segunda en trigos, se manejaba como la última esperanza para salvar la cosecha de paja y cereal. Sin embargo, los calores de las últimas fechas han acabado agostando también la mayor parte de la zona. Salvo en las tierras donde sea posible el riego, ya se puede hablar de una superficie afectada superior a los cinco millones de hectáreas.

Sobre una producción de cereales de invierno en la campaña pasada (trigo, cebada, avena y centeno) de 19 millones de toneladas de los que 7,1 correspondieron a trigos, 10,6 a cebadas y un millón a avena, este año, según los datos manejados por diferentes operadores y organizaciones, la cifra podría reducirse a sólo 10,5 millones de toneladas, de las que seis millones serían de cebadas y menos de cuatro en trigos. Las pérdidas de producción sobre un año normal se sitúan en una media del 50%, aunque cientos de miles de hectáreas no se han podido segar al no compensar el coste de la recolección. En las zonas de la mitad sur donde ya se ha iniciado la recogida, los rendimientos se han situado en una media entre 1.000 y 1.200 kilos, mientras en zonas del centro los rendimientos se hallan entre los 500 y los 1.000 kilos. El mismo problema se ha producido con las leguminosas en todas las zonas.

La falta de lluvias ha cambiado igualmente el mapa del girasol de secano. La sequía ha reducido las superficies de cultivo a la mitad, pero, sobre todo, ha supuesto un mal desarrollo en la mitad sur. En el norte, el girasol no ha podido ser cultivo alternativo ante el grado de sequedad de las tierras, por lo que se espera que la cosecha se pueda reducir a la mitad.

En principio, la falta de lluvias no se ha traducido aún en daños para las producciones de secanos de olivar y viñedo. Tampoco se puede hablar de que la sequía haya provocado subidas en los tomates o la avicultura.Sin embargo, en viñedo y olivar se teme que se produzca igualmente un daño grave si no llueve en las próximas semanas. Por otra parte, la falta de agua embalsada suficiente va a suponer recortes en las superficies de cereales de primavera como el maíz, fundamentalmente en Aragón.

Efectos negativos en cadena

Junto a los cerealistas de secano, los grandes perjudicados por la falta de lluvias han sido los ganaderos de cabañas extensivas en vacuno y ovino ante la falta de pastos y la necesidad de utilizar piensos desde el otoño. Según los datos manejados por el sector, esta situación ha provocado un sobrecoste medio en alimentación por cabeza de vacuno de cinco kilos de volumen (paja o heno) y tres kilos de pienso, más de un euro por unidad y día, mientras en ovino el coste sería de un kilo de paja y medio kilo de pienso, 0,20 euros por kilo.

Al margen del impacto negativo de la sequía sobre las rentas agrarias por la baja cosecha y el aumento en los costes de producción en ganadería, una primera consecuencia será la necesidad de acudir a la importación de cereal, pienso y trigo para panificar en un volumen cercano a los nueve millones de toneladas. Afortunadamente para el sector, las producciones en el resto de la UE son normales y Bruselas tiene unas existencias elevadas que se podrían utilizar. A pesar de ello, los precios en España ya han iniciado una subida discreta al pasar de una media de 0,125 euros el kilo a 0,135 euros. Quien tiene cereal, lo guarda. Para los ganaderos, el problema es igualmente la falta de paja que en los últimos meses ya se puso en finca a 0,12 euros el kilo. Los ganaderos pagarán más por producir, pero no tienen seguridad de cobrar más por sus ventas, lo que se puede traducir a corto y medio plazo en un recorte de cabañas y reducción de oferta.

La mala cosecha ya se ha reflejado en una caída de las ventas de tractores del 14% y del 12% en cosechadoras desde el mes de enero, según la patronal Ansemat.

El seguro agrario, que se reinventó en los años setenta como alternativa a las mesas de la sequía de la época, debería haber sido el paraguas para amortiguar este tipo de situaciones. Pero a diferencia de las producciones hortícolas, el porcentaje de aseguramiento en estos cultivos sólo llega al 50%. Sin embargo, la realidad es que, por unas u otras razones, el seguro tiene mucha letra pequeña en puntos como rendimientos reales, franquicias o controles, como sucede en el nuevo seguro de pastos, que impide al asegurado tener unas indemnizaciones que permitan el desarrollo normal de la explotación.

Ante esta coyuntura, las ayudas oficiales se mantienen como la principal salida. Desde Bruselas se han puesto en marcha medidas como más abandono de tierras, adelanto en el pago de ayudas, cobro en leguminosas sin segar o pastoreo de tierras en retirada, y está pendiente la petición de ayuda al Fondo de Solidaridad. Por su parte, Agricultura ultima un paquete de medidas basado en créditos a interés cero y ayudas fiscales vía impuestos y cuotas a la Seguridad Social.

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