La ministra de Sanidad surafricana aconseja falsos remedios contra el sida
Tshabalala-Msimang insiste en que ajo, aceite y patatas frenan el sida
Las ONG que luchan contra el sida en Suráfrica (uno de los países con más casos de VIH del mundo) exigieron ayer la dimisión de la ministra de Sanidad, Manto Tshabalala-Msimang, quien ha vuelto a insistir en que el ajo, la patata africana y el aceite de oliva son una base para combatir el virus. Los activistas acusan al Gobierno de falta de diligencia en el reparto de antivirales, una medida que fue decretada por el Tribunal Supremo hace dos años.
Las críticas a Tshabalala-Msimang se produjeron durante la segunda Conferencia Nacional sobre el Sida en Durban. En Suráfrica se calcula que existen cinco millones portadores del virus, o uno de cada nueve surafricanos, una de las tasas de incidencia más altas del mundo. Sólo India tiene más casos, aunque en una población muy superior.
Las declaraciones de la ministra no son las primeras en este sentido. Aparte de su defensa de la dieta como un tratamiento natural contra el virus, en el pasado ha dicho que los antirretrovirales son "un veneno". En la actualidad Tshabalala-Msimang ha moderado su discurso, y, aunque no rechaza la utilidad de los medicamentos, se dedica a insistir en los efectos secundarios de los fármacos (aumento del riesgo cardiovascular, distribución anómala de grasas, alteración del ADN mitocondrial).
Precisamente un tribunal surafricano está juzgando estos días al médico alemán Matthias Rath por promover falsos tratamientos milagrosos contra el sida en colaboración con el Gobierno.
Al frente de las protestas contra la ministra se encuentra la ONG Treatment Action Campaign (TAC). Hace dos años esta organización recurrió a los tribunales para obligar al Gobierno entregar de manera gratuita antirretrovirales a la población. El Ejecutivo aceptó a regañadientes, y ello se ve claramente en la lentitud con que han empezado a entregar los medicamentos. Hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado la tardanza.
La conferencia recibió un informe especial sobre el Ejército. Un 25% de los miembros de las Fuerzas Armadas viven con el virus o han desarrollado el sida (la enfermedad que aparece cuando el sistema inmunitario se debilita). "Somos un espejo de la sociedad en general. Nos enfrentamos a un gran desafío", dijo el general de brigada Pieter Oelofse, director del servicio de salud militar. Entre los militares la incidencia es mayor que en el resto de la población porque concentran a mayor cantidad de jóvenes, que corren más riesgo de infectarse por prácticas sexuales sin protección, afirmó el general.
Pero la guerra contra el sida del Ejército podría ser un buen ejemplo para las autoridades. La esperanza la tienen centrada, a diferencia de la ministra, en los medicamentos, que son financiados a través de un programa del Gobierno estadounidense que ha donado 50 millones de dólares (unos 41 millones de euros).
Por ahora mil soldados y sus familias -entre ellos 56 niños-, reciben tratamiento en el inicio de un plan piloto.
El coronel Xolani Currie, quien encabeza la investigación sobre el impacto de los antiretrovirales en los militares, dijo que el programa ha devuelto la esperanza a la tropa. "Teníamos soldados que estaban sentados, descorazonados. Algunos de ellos están ahora corriendo y subiendo montañas", dijo. El 81% de los 70.0000 mil militares saben si están infectados o no. El examen es obligatorio sólo para aquellos que serán enviados al exterior.
Quizás ese mensaje logre motivar a la ministra y los millones de infectados consigan los medicamentos que se sabe, científicamente, que ayudan a prolongar la vida.
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