El 'no' a la Constitución abre una crisis en el Parlamento holandés
Balkenende retira la propuesta de ley para ratificar el texto
El rechazo mayoritario de los holandeses al Tratado Constitucional europeo, saldado con un 61,6% de los votos en contra en el referéndum del pasado miércoles, ha abierto una crisis de identidad en el Parlamento nacional. Durante un debate extraordinario sobre las consecuencias de la derrota, el primer ministro, el democristiano Jan Peter Balkenende, anunció ayer que retiraría la propuesta de ley para ratificar la Constitución en Holanda. La mayoría de los partidos políticos así lo habían pedido. De lo que no se hizo eco el mandatario fue de la otra solicitud solemne del día: no está dispuesto a facilitar futuras consultas incluyendo formalmente esta figura en la Constitución nacional.
Balkenende sí aseguró que negociaría en Bruselas la posible rebaja de la contribución holandesa a las arcas de la UE. Una de las quejas populares más repetidas estos días se refería a lo caro que le resulta al contribuyente -180 euros anuales por cabeza- ser socio de la Unión. Durante el debate de ayer, pleno de rostros cansados y promesas para "cerrar la brecha abierta entre políticos y ciudadanos", quedó claro que hablar de euros en Bruselas le será menos violento a Balkenende que presentar las cifras del referéndum. El primer ministro admitió sin problemas desde la tribuna de oradores: "La Haya no había sabido atender los temores y aspiraciones del electorado desde mucho antes de la consulta". Tampoco tuvo inconveniente en reconocer que el Gobierno, y buena parte del resto de los partidos, creían que los ciudadanos aceptaban el ritmo actual de la integración europea.
Decisiones políticas
Lo que no aceptaba era una especie de revuelta popular instigada desde la propia Cámara para remitir las decisiones políticas a la calle. "El referéndum nos ha abierto los ojos, pero habrá que sopesar las ventajas e inconvenientes de estas consultas antes de convertirlas en ley", sentenció.
A pesar de que el debate no se prestaba a la euforia, la mayoría de los políticos se felicitaron por la claridad de la respuesta ciudadana ante la Constitución europea. Wouter Bos, líder de la oposición socialdemócrata, fue el primero en señalar que "la rotundidad de la voz popular era también una forma de victoria". Para explicar la aparente paradoja de su frase añadiría luego que los holandeses no habían cometido un acto antieuropeo contra la Constitución. Era el ritmo y las consecuencias de la integración lo que temían. Como el resto de sus colegas, Bos abogó por abrir un amplio debate nacional sobre lo que de veras espera Holanda de Europa. "Todos queremos que haya una Europa unida. Los electores también. Pero con una Holanda reconocible, no diluida, según los ciudadanos", dijo. Balkenende, que asintió, mencionó a las asociaciones ciudadanas y a instancias como los sindicatos para pulsar la opinión popular.
Para los contrarios a la Constitución, el debate fue un paseo. "El pueblo ha hablado y a usted sólo le queda dimitir", casi bramó Geert Wilders, diputado cercano a la extrema derecha. "Hay que organizar una convención nacional sobre la integración europea y el futuro de Holanda en la UE", añadió Harry van Bommel, del Partido Socialista Radical.
Balkenende advirtió de que deben continuar los procesos de ratificación pendientes en el resto de los 25 miembros de la UE. "Al final de dicha ronda, que compete a cada país, tendremos una imagen completa de lo que desean los ciudadanos europeos", aseguró.
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