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REFERÉNDUM EUROPEO | Reacciones en Bruselas

El 'no' de los franceses a la Constitución deja en el aire el futuro de la Europa unificada

La UE anuncia que el proceso de ratificación seguirá hasta que se pronuncien los 25 países

Carlos Yárnoz

La temida catástrofe se hizo realidad. El no francés a la primera Constitución europea es un revés para el nuevo Tratado de la UE y deja en el aire el futuro inmediato de la recién estrenada Europa unificada tras la ampliación al Este. El presidente de turno de la UE, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, y el de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, tras una tensa espera en Bruselas, transmitieron el mensaje pactado con las capitales: seguirá adelante el proceso de ratificación hasta que los 25 países de la UE digan o no a esa Constitución que ha recibido el espaldarazo de nueve países.

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Barroso leyó a medianoche un comunicado suscrito por él, Juncker y el presidente de la Eurocámara, el español Josep Borrell, para "lamentar" la decisión de los franceses, pero también para huir de cualquier tentación de derrotismo. "Europa no se detiene hoy. Ya conoció dificultades y salió reforzada. Somos conscientes de las dificultades, pero tenemos confianza en encontrar las vías para impulsar la Unión Europea".

Francia -donde hace medio siglo nació, tras la II Guerra Mundial, el proyecto de la unión de Europa para convertirse en "uno de sus motores esenciales", como recuerda el comunicado- deja herida de gravedad esa Constitución, obra de París más que de nadie. Esta situación origina una profunda crisis de incierta y compleja solución.

El eje franco-alemán, motor de la construcción europea, entra en una fase crítica: divididos ante la Constitución y con sus líderes en caída libre electoral, tardarán tiempo en recomponer su "insustituible" alianza, como la calificó el canciller Gerhard Schröder cuando Berlín dio el viernes su visto bueno al Tratado. El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, queda en una delicada situación. Su apoyo al nuevo Tratado fue clave para ser aprobado hace un año tras el vuelco electoral del 14-M en España. Juncker, Barroso y Borrell lo elogiaron anoche indirectamente al recordar "el positivo" resultado del referéndum español, el primero y único que se había celebrado antes de ayer.

Pero "la Constitución no está muerta", aclaró Juncker. Lo ocurrido "merece un análisis profundo, en primer lugar de las autoridades francesas", dice el comunicado para señalar con el dedo a los directos responsables del desastre a los que "será necesario dar tiempo". "El pueblo francés debe escuchar ahora a los demás pueblos", comentó Juncker para enfatizar que Francia no ha decidido por Los 25 y que la mayoría de países aún no se ha pronunciado sobre el tratado.

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Sólo tras el recuento final del proceso cobrará el próximo otoño toda su importancia la Declaración número 30 incluida en la Constitución, que dice: "La Conferencia hace constar que si, transcurrido un plazo de dos años desde la firma del Tratado [el 29 de octubre de 2004], las cuatro quintas partes de los Estados miembros [20 de los 25 actuales] lo han ratificado y uno o varios Estados miembros han encontrado dificultades para proceder a dicha ratificación, el Consejo Europeo examinará la cuestión".

Es decir: si son más de cinco, la Constitución irá a la papelera; si son menos de cinco, los líderes decidirán qué hacer o proponer. Dependerá de qué países se trate o del margen por el que haya ganado el no. Si es estrecho, la opción de repetir la consulta sería probable, pero la importante diferencia habida en Francia dificulta esa salida.

Hasta el momento, los países que han ratificado la Constitución son nueve, que representan a 220 millones de habitantes, es decir, el 49% de la Unión actual. Entre ellos, figuran Alemania, Italia y España, tres de los cinco países más poblados de la UE. La onda expansiva del no francés será decisiva en Holanda, donde se celebra el referéndum el día 1. En tal caso, serían dos países fundadores de la Unión los que rechazaran el texto, que quedaría herido de muerte. Reino Unido, con un referéndum previsto para el año próximo, podría ser el tercero.

Será el país menos europeísta del club, el encargado de gestionar a corto plazo la crisis en la UE, si ésta se profundiza con el voto holandés del miércoles. A Londres le corresponde presidir la Unión el próximo semestre, a partir del 1 de julio, en un momento en el que el primer ministro británico, Tony Blair, que acaba de ganar de nuevo las elecciones legislativas en su país, es el único líder sólido frente a los zarandeos políticos y económicos que sufren sus colegas en Alemania, con elecciones anticipadas para otoño, Francia e Italia.

Los líderes europeos harán el primer análisis del desastre de ayer en la cumbre de los próximos 16 y 17 en Bruselas, donde Francia jugará ahora "en segunda división", con su poder muy reducido, como había alertado su ministro de Exteriores, Michel Barnier. En esa cumbre está previsto pactar el futuro marco financiero de la Unión que divide hoy a Los 25.

El luxemburgués Juncker ya predijo que no podrán superar sus divergencias si la Constitución tropezaba en Francia. Los mercados financieros, además, vaticinan un debilitamiento del euro o un freno más para ese repunte económico que no llega, según el comisario de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia.

Serán sólo los primeros síntomas del periodo de incertidumbre, desconfianza y confusión que asoma en Europa. La desunión amenaza a la Unión.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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