La Cámara de EE UU aprueba ampliar la investigación pública con embriones
El presidente Bush reitera que vetará la ley si la apoya también el Senado
La Cámara de Representantes discutió ayer con pasión y aprobó, por 238 votos contra 194, el proyecto de ley que elimina las limitaciones impuestas a la inversión pública en investigación con células madre en 2001. La Casa Blanca reiteró que el presidente Bush vetará la futura ley, que considera "moralmente perturbadora y socialmente polémica". Si la ley, que ahora debe ir al Senado, mantuviera ese respaldo, no podría superar el veto presidencial. La investigación privada es libre de usar células madre en la búsqueda de soluciones para diferentes enfermedades.
La Cámara de Representantes discutió ayer con pasión y aprobó, por 238 votos contra 194, el proyecto de ley que elimina las limitaciones impuestas a la inversión pública en investigación con células madre en 2001. La Casa Blanca reiteró que el presidente Bush vetará la futura ley, que considera "moralmente perturbadora y socialmente polémica". Si la ley, que ahora debe ir al Senado, mantuviera ese respaldo, no podría superar el veto presidencial. La investigación privada es libre de usar células madre en la búsqueda de soluciones para diferentes enfermedades.
La ley fue presentada por un republicano, Mike Castle, y una demócrata, Diane DeGette, y su objetivo es liberar de restricciones la investigación pública en células madre procedentes sólo de embriones creados para tratamientos de fertilidad. Los adversarios de la ley argumentaron que al obtener las células madre se destruye el embrión, y que equivale al aborto y abre la vía a la clonación humana. Los partidarios dijeron que esos embriones se tiran, y que la investigación ofrece una esperanza para millones de enfermos. El resultado de la votación es poco prometedor sobre las posibilidades de que el proyecto de ley llegue a buen puerto: independientemente de que el Senado apruebe también el texto, para superar un veto presidencial (sería el primero de Bush tras cinco años en la Casa Blanca) hacen falta dos tercios de los votos, y ayer se demostró que no hay esa mayoría a favor de la ley.
El debate fue en ocasiones emocional: el demócrata Lane Evans habló del Parkinson que sufre, con voz ya afectada por la enfermedad. El republicano Duke Cunningham lloró al mencionar la diabetes de su hijo y pedir el voto a favor. El republicano Michel Burgess, médico, reprodujo el sonido del latido del corazón de un feto y dijo: "De esto se trata, amigos". James Langevin, un demócrata paralizado desde los 16 años por una herida de bala, contrarrestó los extendidos puntos de vista religiosos con estas palabras: "Ser provida también es luchar a favor de leyes que eliminen el dolor y el sufrimiento".
División republicana
La discusión sobre estas investigaciones y la posibilidad de transformar células madre de embriones humanos en todo tipo de células (con lo que supondría para los páncreas dañados de los diabéticos o las neuronas apagadas de los que sufren Parkinson o Alzheimer o los aquejados de distrofia muscular) mezcló la política, la moral y la ciencia. David Shaywitz, investigador y endocrinólogo de Harvard, escribe en The Wall Street Journal, que "la investigación con células madre es una de las fronteras científicas más importantes" y el debate "merece opiniones éticas, pero debería basarse en los criterios científicos más rigurosos".
La sesión mostró una división en los conservadores: los choques más apasionados fueron entre republicanos, algo no frecuente en tiempos de polarización partidista en el Congreso. El radical Tom DeLay, líder de la mayoría republicana, habló de "la destrucción del embrión humano en nombre del progreso" y dijo que "votar sí equivale a que se financie, con dólares del contribuyente, desmembrar seres vivos en beneficio de la experimentación médica". Medio centenar de compañeros no compartieron esa aterrorizadora visión, como Charlie Bass: "Sería una inconsciencia que este país retrocediera por razones de principios morales y no permitiera avanzar la investigación científica pública". El demócrata Peter Stara aludió a las acusaciones de corrupción sobre DeLay y dijo que no necesitaba sus "lecciones de liderazgo ético y moral".
Desde el punto de vista religioso, aunque los evangélicos comparten la visión de DeLay, el 69% de los protestantes creen que los posibles beneficios son más importantes que los riesgos. Igual que, pese a las críticas del Vaticano, el 63% de los católicos estadounidenses.
El 9 de agosto de 2001, Bush limitó el uso de fondos federales a las 78 líneas de investigación que existían. Un grupo de republicanos pidió en 2004 un cambio. El debate se acentuó cuando California aprobó 3.000 millones de dólares para investigar, y de nuevo esta semana, tras los avances en clonación terapéutica en Corea del Sur. Bush, rodeado de 21 niños nacidos de embriones tratados en clínicas de fertilidad, dijo ayer que la ley "cruzaría una línea ética al crear nuevos incentivos para la destrucción de vida humana, y cruzar esa línea sería un gran error". Pero un 56% de los estadounidenses creen que merece la pena desarrollar las investigaciones, frente al 32% que coincide con el presidente. Por simpatías políticas, dos de cada tres demócratas están a favor de las investigaciones; la mitad de los republicanos están a favor y la mitad en contra.
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