"Hay estudios que la Universidad debe mantener aunque no tengan una demanda clara"
"Reformar no sólo la denominación de las carreras sino su estructura, la forma en la que se imparten y su inserción en el mercado laboral. Éste es el objetivo. Y no el hacer desaparecer unas enseñanzas u otras. Si se plantea así, con agraviados y damnificados, evidentemente se transmite una inquietud enorme y es un proceso muy difícil de conducir". El presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y rector de la Universidad de Oviedo, Juan Vázquez (Boo-Aller, Asturias, 1952), reclama explicaciones claras sobre el cambio que implica la adaptación de los estudios de las universidades de toda la UE, el llamado proceso de Bolonia, para crear un macrosistema homologable y flexible. Empieza por dar algunas.
"Este proceso requiere sentido académico, pero también liderazgo político"
"No van a perder validez los títulos de los estudiantes que están ahora cursándolos"
Cuatro subcomisiones han elaborado una primera propuesta que, aun estando abierta, ha provocado las primeras manifestaciones de los colectivos más afectados. La CRUE no ha tomado una posición conjunta sobre este tema, explica Vázquez, "y estamos ahora en el nivel en el que se nos puede pedir decisiones académicas, pero luego tiene que haber una decisión política de las administraciones", añade.
Pregunta. ¿Qué le parecen los cambios propuestos que han suscitado más polémica, como la integración de Historia del Arte en la carrera de Historia, la desaparición del título de Humanidades o de la denominación de algunas ingenierías?
Respuesta. Primero hay que dejar claro que esas propuestas son todavía preliminares, que marcan el principio y no el final del proceso, y que ni siquiera se han formalizado aún. El problema es que se ha enfocado mal la explicación y la orientación. Parece que estamos más preocupados por los instrumentos que por los objetivos, y hay que recalcar que lo importante son los objetivos e ilusionar sobre las oportunidades que abre este cambio en Europa a estudiantes, titulados y profesores.
P. ¿De quién ha sido el error?
R. La propia dinámica es compleja y hay que valorar el trabajo hecho por todos y la intención de todos. Probablemente nos han obsesionado más los instrumentos que los objetivos y no se puede comprometer un proceso tan trascendental como el de Bolonia por una disputa acerca de un mapa de titulaciones. Y tampoco se ha explicado de modo adecuado que la lógica de este cambio no es la de quitar o poner títulos, ni de un listado ni de un catálogo, sino de ver cómo se pueden hacer trayectorias en los estudios o cómo reordenar enseñanzas. Más que un listado es marcar un territorio.
P. De hecho, se habla de mapa de carreras.
R. En efecto. Porque si la sensación que se transmite es de que el territorio de las enseñanzas se achica, no me extraña que suscite inquietud. Pero hay que pensarlo en otros términos, en que estamos reordenando los caminos que hay dentro del territorio y la posición que cada enseñanza puede tener en ellos, dando cabida a todas las enseñanzas. Hay que enviar mensajes nítidos de que no van a perder validez los títulos para los alumnos que están ahora cursándolos, porque sería algo que no me extraña que provoque inquietud.
P. Pero la polémica no está en que vayan a desaparecer contenidos, algo que nadie ha dicho. Está en que puedan desaparecer algunos títulos con la denominación actual.
R. Claro, ésa es la discusión de fondo, que va mucho más allá de un catálogo del que entra o sale algo. Se trata de ver, con un modelo de referencia detrás y con los objetivos de Bolonia, cómo reordenar enseñanzas para que todas tengan cabida si es que tienen implantación, mercado, empleo, profesorado competente, etcétera.
P. ¿Está justificado proponer que se eliminen titulaciones, como algunas de humanidades, porque tengan poca demanda?
R. Hay que combinar muchos elementos. El sistema de Bolonia tiene que aproximar la Universidad al empleo y facilitar la transición laboral y tener como referencia la empleabilidad, pero la Universidad tiene además que procurar otros saberes, aunque no estén directamente relacionados con el empleo. Debe prestar un servicio a la sociedad con un componente de servicio al sistema productivo y otro más amplio de servicio social.
En el cambio de las carreras hay que considerar muchos temas simultáneamente: conocimiento, relevancia del conocimiento, áreas con tradición o historia, áreas con demanda o desajustes entre oferta y demanda que hay en la Universidad española. Porque hay excesos y déficit de capacidad clarísimos en el sistema universitario. Y simultáneamente hay que reivindicar que hay estudios que, aunque no tengan una demanda clara, la Universidad debe mantener como saberes clásicos y fundamentales.
P. ¿Qué se debe hacer para aclarar la situación actual y quién lo debe hacer?
R. Ha llegado el momento no sólo de hacer catálogos sino de hacer políticas. Este proceso requiere sentido académico y liderazgo político. Me preocupa que este proceso suscite tanta inquietud en lugar de ilusión. Porque el proceso de convergencia europea es para fomentar el empleo, la movilidad, el reconocimiento y para resolver una de las grandes debilidades de este sistema universitario español, que es el modo en cómo se transmiten las enseñanzas. Hemos estado más obsesionados por el qué enseñar que por el cómo. Y esto último acaba siendo muy relevante para la empleabilidad, porque en el cómo están muchas veces las destrezas y habilidades que requieren los empresarios, como saber enfrentar un problema, seleccionar una información, hacer una presentación, redactar un informe, hablar en público o posicionarse en un mundo que requiere mucha flexibilidad.
P. Hay un sector de la sociedad que defiende que se deje el máximo número de títulos para que luego cada comunidad autónoma apruebe y financie los que considere adecuados. ¿Qué le parece?
R. Cabe la posibilidad de que dentro de una titulación genérica cada universidad pueda hacer cosas diferenciadas. Éste es un proceso que no tiene que uniformizar, tiene que facilitar la diversidad y la flexibilidad. Y es posible que dentro de titulaciones con una determinada denominación, cada Universidad le dé unos perfiles determinados. Por ejemplo, podríamos ofrecer en la Universidad de Oviedo un título de Economía, pero decantarlo en Administración de Empresas, Macroeconomía, Negocios Internacionales, o Marketing. Sería Graduado en Economía, pero podría poner entre paréntesis en el título, por ejemplo, Macroeconomía, y hacer un plan de estudios adecuado para ello.
Es decir, este catálogo puede dar más juego del que se está transmitiendo. Porque de lo que debe tratar es de vertebrar posibilidades, pero no uniformemente sino dando capacidades a cada universidad para que emplee sus recursos y capte las demandas de sus estudiantes.
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